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Las huellas de dinosaurios son una constante en esta zona de La Rioja. Llegues por donde llegues vas a encontrar montones de señales que te invitan a descubrir ignitas de estos gigantes extintos. Hay tantas porque hace unos 200 millones de años esta región estaba cubierta por lagos salados de poca profundidad donde desembocaban ríos de agua dulce. La combinación de ambas aguas, su evaporación y sedimentación, generaron yesos y arcillas con las que ahora la gente se embadurna buscando la piel perfecta, y que en su día sirvieron de moldes para perpetuar las huellas de los dinosaurios.
La pieza más codiciada de la peculiar geología de Arnedillo ya no son los baños de barro, como sucedía antes, sino unas aguas minero medicinales que, después de viajar hasta los 4.000 metros de profundidad disolviendo por el camino montones de minerales, encuentran una capa impermeable que las hace emerger al exterior a más de 50º C de temperatura. Según fuentes del Ayuntamiento, son aguas clasificadas como "clorurado sódicas, sulfatado cálcicas, bromuradas, con iones de magnesio, hierro, silicio y rubidio, radiactivas e hipertermales".
Dicen que hay muchos manantiales termales por la ribera que vierten sus aguas directamente sobre el río, pero que no se pueden disfrutar porque se enfrían en seguida. Para hacerlo, hay que crear remansos artificiales que se llenen de agua termal impidiendo que entre la del río. Y eso es exactamente lo que encontramos junto al balneario: un grupo de tres pozas artificiales de libre acceso, construidas en el punto donde mana un agua termal altamente mineralizada, que las llena hasta hacerlas rebosar en el río, asegurando así que el agua circula, y creando a su vez tres estancias de temperaturas distintas en las que el agua va enfriándose, ya que la más caliente puede llegar a ser demasiado para algunos.
Un cartel junto a las pozas nos invita a pasar 10 o 20 minutos en el agua caliente para luego sumergirnos durante 1 minuto en la del río, y repetir la jugada varias veces para mejorar tanto la circulación sanguínea como la actividad secretora de la piel, además de relajarnos. Los beneficios no parecen convencer a una mayoría de bañistas que se conforman con el baño caliente, y que aparecen desde primerísima hora de la mañana y se quedan hasta bien entrada la noche. Por eso, quienes busquen algo de intimidad, harían bien en bajar un poco río abajo hacia unas pozas de construcción más precaria que suelen estar algo menos concurridas.
Los yesos y las arcillas de Arnedillo han dado mucho más que baños de barro y huellas de dinosaurios. Un par de kilómetros río abajo, nada más salir del desfiladero de Arnedillo, el terreno cambia radicalmente y se nos aparecen colinas de arenisca de un rojo intenso que parecen salidas de un western. Si nos fijamos bien, veremos multitud de oquedades en las paredes rocosas: cuevas que el hombre lleva excavando miles de años, aprovechando que el terreno es maleable pero a la vez impermeable y aísla, para construir viviendas, almacenes, bodegas e incluso algunos de los primeros templos cristianos de la Península.
Todavía dentro del término municipal de Arnedillo, en la localidad vecina de Santa Eulalia Bajera, presumen de tener uno de los conjuntos rupestres más importantes de La Rioja. Se trata de las Cuevas del Ajedrezado, construidas entre los siglos V y X, primero como eremitorios individuales que después evolucionaron a monasterios primitivos. “Hay que imaginarse este precipicio con cientos de cuevas dispuestas en cuatro alturas y conectadas por el exterior”, cuenta Puy Hernáez, historiadora y guía turístico de Arnedillo, encargada de hacer unas visitas guiadas con mucha enjundia los domingos entre las 11 y las 13 h.
Puy nos habla de unos primeros eremitas cristianos en la Península que, allá por el siglo IV, comenzaron a imitar a los anacoretas de Egipto que buscaron soledad en el desierto. Y es que en los albores de la Edad Media, este recodo del río Cidacos era un lugar casi deshabitado que evitaba la calzada romana Calahorra-Numancia. “Es lo que conocemos como la huida del mundo. Se apartaban y, a través de una vida terrenal muy dura, intentaban ganarse la vida junto a Dios. Pero la vida en soledad era tan dura, que luego empezaron a aparecer colonias eremíticas”.
Es en ese momento cuando debió construirse esta Cueva del Ajedrezado, que toma el nombre de la especie de tablero de ajedrez que conforman una serie de nichos cuadrados. Los nichos se repiten por todo el valle, aunque en ningún lugar son tan perfectos como en esta cueva, y su origen tiene cierto misterio ya que apenas hay documentación al respecto y hay que buscar referentes lejanos en Oriente. La teoría por la que Puy se decanta es la del columbario, es decir, que eran nichos en los que se depositaban las cenizas de cuerpos incinerados a modo de reliquias. Lo curioso es que columbario en latín también significa palomar, y como palomares terminaron sirviendo muchos de estos viejos templos, en cuyos nichos anidaban las palomas.
De regreso a Arnedillo, a la entrada del pueblo encontramos el Mirador del Buitre, un centro de interpretación dedicado a esta ave carroñera, y situado en un punto privilegiado para su observación. En el interior, unas gafas de realidad virtual nos brindan la oportunidad de sentirnos como un buitre en pleno vuelo. Puy también es la guía para estas visitas, que en este caso suceden los sábados entre 11 y 13 h y entre las 17 y 18 h. Nos advierte de que no estamos en la mejor época para los avistamientos, pero luego no le cuesta más que unos segundos encontrar a siete buitres descansando y ofrecernos el telescopio perfectamente enfocado.
Muchas de las viviendas de las afueras de Arnedillo son segundas residencias de riojanos, navarros, vascos y hasta madrileños. También a las afueras están el balneario y las pozas termales. Por eso, y como la carretera general bordea el casco viejo por la parte alta del pueblo, muchos pasan sin reparar en los encantos de esta pequeña villa. Laberíntica y empinada, asentada en el meandro más bello del Cidacos, presenta un entramado urbano hábilmente construido con las calles en paralelo a las curvas de nivel, y solo algunas perpendiculares preparadas para absorber las escorrentías que provocan sus pronunciados desniveles.
Su pintoresca ubicación da más alegrías que disgustos, pero no sale del todo gratis: en el terremoto de 1817 no hubo ingenio que pudiera absorber los desprendimientos que arrasaron con parte del casco antiguo. También estuvo a punto de arrasar con la población de Arnedillo, exactamente siete décadas más tarde, una epidemia de viruela negra. Los vecinos, desesperados, sacaron a pasear a una figura de San Andrés mientras quemaban ramas de romero. Al poco remitió la peste y el pueblo, agradecido, convirtió a San Andrés en su patrón, a quien cada último domingo de noviembre hasta hoy siguen honrando con la espectacular Procesión del Humo, una Fiesta de Interés Turístico Regional.
Existe una pintura mural que representa esta Procesión del Humo escondida entre los callejones del casco viejo de Arnedillo. Como esta, hay muchas otras que muestran las facetas más características de la localidad. Otra es la de los históricos Baños de Barro que han definido la vida en la ciudad. Otra es la de la Vía Ferrata Lombera, que tantos vienen a intentar escalar para conseguir la mejor vista de Arnedillo. Y especialmente encantadora resulta el Homenaje a las Mujeres de Arnedillo que hay en el antiguo lavadero. Todas son pinturas del artista riojano Carlos López Garrido, y encontrarlas puede ser una manera divertida para conocer los lugares más icónicos del pueblo.
Las ermitas también son otro leitmotiv potente para descubrir los alrededores de Arnedillo. Existen varias rutas circulares que las enlazan, ofreciendo además un buen número de miradores al meandro. La más cercana y accesible es la ermita de San Andrés, cuyo mirador puede ser destino en sí mismo, o el inicio de una aventura que alcance incluso la ermita rupestre de San Tirso. Sea cual sea el itinerario elegido, la ruta haría bien en concluir en el centro neurálgico del casco viejo, visitando la iglesia parroquial de San Servando y San Germán, una sorpresa monumental de entre los siglos XVI y XVIII, con un curioso retablo renacentista en el que los santos a los que está consagrada la parroquia aparecen vestidos con el uniforme de los Tercios de Flandes.
Junto a la plaza de la parroquia, muy cerca del mural del lavadero, hay un puñado de casas rurales que se erigen como alternativas interesantes a la típica estancia en el balneario, ya que este te mantiene un tanto apartado de la “realidad” de Arnedillo. La más señorial es la casa de Las Pedrolas, con su imponente escudo de armas en la fachada. Data del siglo XVIII y, con su reforma integral del XXI, no ha perdido los encantos que le infunden sus balcones de madera y forja, la piedra vista del salón o las vigas hechas con troncos.
Javier Faulín García es el hombre enamorado de su tierra y del turismo que hay detrás de este negocio cuya página web parece una pequeña enciclopedia del Valle del Cidacos. Es un amor que le viene de familia, ya que su hermano Carlos fue el primero en conseguir el sello de huerta ecológica de La Rioja hace unas tres décadas. Javier ha seguido los pasos de su hermano y ahora, además de usar una furgoneta eléctrica, vierte lo mejor de su huerto ecológico en el otro negocio que tiene en el pueblo, el restaurante 'La Pista', donde sirve unos tomates que literalmente ganan concursos.
¿Que por qué son tan buenos? Javier se lo concede a la tierra y hasta presume de que no se complica la vida comprando semillas. “Es una finca que desde hace 40 años no echamos nada de química; si escarbas, verás lombrices”. Pero también apela a una singular cultura del esfuerzo: “Es una tierra muy arenosa, casi no tiene humedad, y la tomatera sufre para dar el tomate”, dice casi orgulloso. Resulta que la encantadora colección de huertecitos que aparecen por la senda termal de Arnedillo no son los de su agrado. Javier prefiere las tierras más altas, las de secano, y se pierde hablando con pasión de cómo se hacían antes las cosas en La Rioja, hasta llegar al cordero chamarito, que es una de las especialidades de la casa.
Nos alejamos de Arnedillo preguntándonos si existirá alguna relación entre esos eremitas que debían mortificarse en vida para ganarse el paraíso, y esos tomates a los que Javier hace sufrir para elevarlos a la categoría de Tomate.