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El sol luchando por hacerse un hueco en el comienzo del día y desde lo alto de la Alcazaba de Reina, al sur de la provincia de Badajoz, las vistas de la Campiña Sur son infinitas, hasta donde llega el ojo observando los campos de cereal. Un lugar al que se llega previa subida por un empinado camino adoquinado. No estás en el castillo, sino apenas tres kilómetros más abajo, en el Teatro Romano de Regina, y disfrutas de una obra de teatro clásico, pongamos por ejemplo, 'Los Pelópidas', en una de las veladas nocturnas veraniegas que se celebran en este imponente escenario que permanece en planta desde hace 2.000 años.
Te imaginas cómo sería en aquellos tiempos en los que el Imperio Romano había invadido nuestras tierras, pero también nos había dotado de organización política, de ciencias y de artes, como es la propia representación teatral. Son dos de las actividades que, cuando recién llega el sol o cuando se va, se pueden realizar en la calurosa comarca de la Campiña Sur pacense en la época estival.
Pero vayamos al comienzo, porque bien podría haber sido una jornada que comenzara con un madrugón. Sí, en verano fastidia, pero si lo que quieres es hacer ejercicio para encontrar las mejores vistas de la comarca y no sucumbir bajo el sol avasallador y una temperatura que alcanza los 40 grados durante buena parte del día, lo mejor es programar el despertador. Cuánto antes, mejor.
Te recomendamos que duermas en Llerena, la capital de la comarca, con apenas 6.000 habitantes, y que te programes, si lo consigues, ver amanecer en la Alcazaba, situada en Reina, a unos 15 kilómetros. Para quemar calorías y generar endorfinas, sube caminando la empinada ascensión por una calzada adoquinada. El castillo fue erigido por los árabes como punto estratégico defensivo durante la conquista musulmana.
Se estima que data del siglo XII por una cerca que se conserva de la época almohade, es decir, mucho después de la época romana. Desde su altura de 825 metros se puede observar prácticamente toda la comarca, como el Teatro Romano de Regina, la propia Llerena y los pueblos de alrededor. Se trataba de una fortificación militar con un pequeño barrio con viviendas y servicios. Se utilizaba no solo de residencia, sino también de protección para salir hacia el valle del Guadalquivir o a los cruces con calzadas cercanas.
Del interior se conservan escasas estructuras, como algunos aljibes y la iglesia de Nuestra Señora de las Nieves, obra ya de la época cristiana, visigótica, del siglo XV, cuando se trataba de proteger a los peregrinos que se dirigían a Santiago.
La subida a la Alcazaba forma parte de la Ruta del Rey Jayón, caminata senderista que se realiza el último fin de semana de abril o es el final de la ruta de la luna llena de agosto cuyo postre es la celebración de un concierto de música medieval.
A eso de las 14.30h de la tarde, cuando el hambre aprieta, se busca un buen lugar con aire acondicionado, con historia y con buenos alimentos que degustar. La localidad que mejores restaurantes ofrece y que más cerca está del teatro de Regina y de la Alcazaba de Reina es Llerena.
Una buena opción para llenar el buche o dormitar es el 'Hotel Rural la Fábrica'. Se llama así porque el edificio en el que se encuentra es una antigua harinera del siglo XX, que fue rehabilitada en el año 2004 para albergar un alojamiento rural y un restaurante. En concreto, ocupa la antigua vivienda familiar de los dueños del viejo recinto.
El complejo está regentado por los Pérez, una familia oriunda de Fuente de Cantos, que adquirió 20.000 metros cuadrados de la antigua fábrica aprovechando un embargo y, tras una importante inversión económica y cuatro años de reformas, abrieron las puertas del hotel y las cocinas del restaurante hace trece años. Teodosio, el patriarca, dueño del complejo junto con su hermano, tiene 69 años, y comenzó a trabajar en la restauración a los nueve. Ahora, aunque sigue al pie del cañón, delega en su hijo Jesús la gestión.
Su restaurante, con un comedor semicircular, posee excepcionales vistas sobre el jardín. Un espacio amplio con sillas de enea y suelo ajedrezado. Allí probablemente te atendería Jesús, un espigado camarero, sí, el hijo de Teo. Es decir, el dueño. La comarca, La Campiña Sur, es conocida por su excelente carne de cerdo, desde el jamón ibérico de bellota, al solomillo o la presa que, a la brasa o al ajillo, constituyen una buena manera de zambullirse en la gastronomía local.
Además, esta zona forma parte de la ruta del cordero de Extremadura, por lo que procede degustar unas tiernas chuletitas a la brasa, precedidas de una tortilla de espárragos silvestres, recogidos en los campos de alrededor en una jornada de rastreo bajo el sol. Para acompañar, una torta de Barros, de la vecina comarca Tierra de Barros, siempre da sabor, y fuerte, al pan del pueblo. Para beber, agua, lo más refrescante, o un vino, se puede optar por alguno de la comarca o bien por uno con denominación de origen Ribera del Guadiana.
Una vez llena la panza, lo que apetece en verano, en un lugar donde la temperatura puede superar fácilmente los 40 grados a las cinco de la tarde, son dos posibles opciones: ir a dormir la siesta o buscar una piscina donde refrescarse. Tanto vale la pública, al aire libre, como el Alcaicerías club deportivo, que dispone de una climatizada, a pocos metros de 'La Fábrica'. El objetivo ha de ser esperar a que se ponga el sol, pues esta comarca, a pesar del calor del verano, suele disfrutar de noches frescas.
Con la cavea apoyada sobre la ladera y sus cinco columnas, dos de ellas corintias, el teatro romano de Regina se remonta a la época de Claudio o de Nerón, en el siglo I después de Cristo. Tenía capacidad para mil espectadores y estuvo en funcionamiento hasta el siglo IV. En verano, la mejor forma de disfrutar de él es viendo en su majestuoso escenario una obra de teatro clásico.
Durante el Festival del Teatro Clásico de Mérida, uno acude allí y se imagina vestido con toga, con una rama de laurel en la cabeza y siendo partícipe de los eventos sociales de la comunidad romana.
Puede ser el punto final a la visita de una comarca con historia, desde los romanos hasta los árabes, llegando, cómo no, a la época cristiana, en la ruta del ibérico y del cordero. Un espectáculo para los sentidos, empezando por el gusto.