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La lluvia de la noche ha dejado un día fresco en Vitoria. El cielo aún está nublado, y en la plaza de las Burullerías, junto a la iglesia de Santa María, espera Veronica Werckmeister, una de las fundadoras del proyecto IMVG (Itinerario Muralístico de Vitoria-Gasteiz). Verónica es también directora del primer mural que visitamos en la ruta: 'Al Hilo del Tiempo', en la calle Txikitoa 5, con su mejor vista desde la plaza Burullerías.
En esta pared, antigua medianera sin vida, más de 225 m2 se llenaron de color gracias a 13 voluntarios, algunos artistas, otros curiosos y aficionados. Entre todos eligieron poner en valor la antigua función de la plaza que, en tiempos medievales, fue un mercado de telas y paños. No en vano, estos murales son una forma de capturar y guardar la memoria de los lugares en los que se emplazan. Los alegres colores y texturas de las telas tuvieron gran aceptación, dando pie a la creación de todos los demás murales a lo largo de más de 12 años.
Antes de dejar la plaza atrás, reparamos en 'Érase una vez el voluntariado' (Barrancal, 20, con la mejor vista desde la plaza de Aldabe). No es el mural más fácil de ver (ni de fotografiar) debido a su ubicación, ocupando una medianera alta sobre otro tejado. "Paradójicamente es el mural más accesible", cuenta Verónica, "pues no se pintó directamente sobre el muro, sino sobre tela. Es muy importante que nuestro proyecto esté totalmente abierto a quien quiera participar, independientemente de su edad y condición". Este mural lo consigue con esta ingeniosa idea, una tela dura que asemeja un papel grueso y en la que puedes pintar sobre una mesa. Una vez colocada aguanta a la intemperie perfectamente cubriendo la fachada sin dañarla.
Ponemos rumbo al siguiente mural, subiendo por la calle Correría. Dejamos atrás la iglesia de Santa María, tan ligada a Vitoria desde la fundación de la ciudad y al proyecto de la Ciudad Pintada desde su concepción. "Gracias a la Fundación Santa María tuvimos el andamio para nuestro primer mural. Buscando financiación pedimos ayuda en todas partes, también a la catedral", recuerda Verónica, alzando la mirada hacia la torre, "muy generosamente nos arreglaron la fachada y nos prestaron el andamio para seguir trabajando. Sin ese apoyo nada habría sido igual". Y es que si alguien sabe de obras y reformas en Vitoria es Santa María, no en vano su restauración inspiró a Ken Follet para escribir la segunda parte de Los Pilares de la Tierra, su novela más aclamada. Si accedéis a la iglesia por las escaleras de la plaza Burullerías podréis encontrar la estatua del escritor, admirando la catedral como un gasteiztarra más.
Caminamos por la Almendra, como se conoce al Casco Viejo Medieval de Gasteiz, cuyas calles aún conservan los nombres de los oficios que se realizaban en la época: cuchillería, correría, zapatería… Pronto llegamos a la calle Herrería. En el número 86 se encuentra 'Ezkuz, ezku', uno de los murales más espectaculares de la ruta, por tamaño y complejidad. Casi 60 voluntarios pintaron las dos fachadas y el mosaico inferior, que nos hablan de la música, el arte y la tradición gráfica de Vitoria. Los murales conviven con edificios medievales como la cercana Torre de doña Ochanda, datada del siglo XV. Un contraste que muestra un barrio vivo, que mantiene sus raíces mientras evoluciona y crece con sus vecinos. "A mí me gusta mucho ese contraste entre lo antiguo y lo moderno. Al principio causaba cierta polémica, ahora encanta a la mayoría". Coincidimos con Verónica y parece que la gente que en esos momentos pasea por los cantones también.
Verónica se deleita frente a 'Ezkuz, ezku' contando varios trucos de muralista profesional: las pequeñas cuadrículas que luego se convierten en figuras o una plantilla para poder pintar los cientos de puntos que tiene esta pared sin volverse loco. Seguimos caminando por los cantones, escuchando a Verónica hablar de los inicios del IMVG. "Este primer taller se hizo en un interior y fue genial. A la gente le encantó y pronto quisieron hacer un mural en el espacio público, así que pedimos los permisos pertinentes. Buscamos financiación, voluntarios y artistas… hasta hoy", cuenta Verónica, que llegó a Vitoria en 2001 desde Estados Unidos. Un precioso proyecto que surge un poco de la casualidad y mucho de las ganas e implicación de todos los participantes.
Empieza a lloviznar cuando llegamos a 'La Luz de la Esperanza' (Zapatería, 76, vista óptima desde el Cantón de Anorbin), sacando a relucir aun más lo brillante de sus colores. A través de ellos y las imágenes representadas, nos guía desde un mundo en el que reina la desigualdad hasta la esperanza y la luz, pasando por la ruptura de los estereotipos de género. Los rayos del sol alumbran la figura de la mujer, madura y libre, dejando en penumbra un pasado de opresión.
Tomamos la calle Correría para subir hacía la muralla medieval, pasando por el famoso arco del Cantón de Carnicerías. El arco, el torreón y las almenas forman parte de ese pasado medieval que Vitoria ha sabido conservar y valorar perfectamente. Muy cerca, al abrigo de la muralla medieval encontramos 'La noche más corta', una pintura de carácter más lúdico, que se fusiona perfectamente con el entorno y la arquitectura urbana. Ubicado en un pequeño jardín, no siempre accesible al público, representa una noche de San Juan mágica, plagada de hogueras, una fiesta en la que casi podemos escuchar la música. Subimos a la plaza del palacio Escoriaza-Esquivel, uno de los mejores ejemplos de la arquitectura civil renacentista de la ciudad. Aunque ahora se encuentra cerrado, no podemos evitar fijarnos en su puerta de acceso, plagada de detalles. Desde aquí ya avistamos nuestro próximo objetivo, uno de los murales más famosos de esta ruta.
En 'El triunfo de Vitoria' (Santa María, 9, se ve perfectamente desde el Jardín de Etxanobe) se homenajea a Fournier y el mundo de las cartas, una de las singularidades de Gasteiz. En la escena una fiel sirvienta que, representando al pueblo, advierte a la gran Dama Vitoria de que el hombre poderoso con el que juega a las cartas pretende engañarla. Un mensaje sociopolítico de lo más potente contra la corrupción, envuelto en preciosos colores y referencias. "Aquí los niños se lo pasan pipa en las visitas, tiene muchísimos detalles". Verónica nos cuenta que las vistas se hacen de mano de voluntarios que han partido en los murales y que, además de su historia se saben todos sus secretos. "¿Veis la referencia en las telas? Arriba…". No, no os lo vamos a desvelar, tendréis que hacer la visita para saber todo lo que esconde este mural.
Y es que cada mural tiene su historia, sus guiños a la ciudad y su moraleja. Porque la educación y la conciencia social forman parte de este proyecto puesto en marcha en 2007, que nació como herramienta de expresión pública y comunitaria. Mediante los talleres de muralismo los vecinos y vecinas de Vitoria tienen la oportunidad de implicarse en su entorno, embellecer su barrio y crear, desde cero, una autentica galería de arte en su ciudad.
Un ejemplo claro es el mural 'Auzoan Hazi Hezi Bizi', (Cantón de Santa Ana) al que llegamos saliendo del jardín y caminando por la calle Gasteiz. Apenas se tarda un par de minutos en llegar hasta este homenaje a la educación y a la vida en el Casco Viejo. El título en euskera lo deja claro: crecer, educar y vivir en el barrio. La pintura se encuentra en el Cantón de Santa Ana, en las paredes de la escuela, en claro homenaje a las madres, padres y profesorado que fueron piedra angular de la transformación de la misma. Mantener la escuela y el barrio vivos es la forma de que la ciudad siga creciendo y evolucionando a lo largo del tiempo. Los murales hacen patente y colaboran con la verdadera transformación, son un homenaje a este barrio medieval, moderno y vivo a pesar de su antigüedad.
El amor también está presente en este recorrido, como podemos ver en 'Cubiertos de cielo y estrellas' (Pintorería, 76), donde los Santa Ana y San Joaquín del siglo XXI se abrazan en esta reinterpretación de un cuadro de Giotto di Bondone del siglo XIV. Este enorme mural es muy ecléctico, plagado de detalles y referencias que te tendrán un buen rato con la mirada alzada. Durante todo el recorrido, uno se acostumbra a lo chocante de los murales con la arquitectura medieval del Casco Medieval. En este, el fondo que encontramos es el moderno edificio del Museo de Naipes. "Ese contraste también es interesante, ¿verdad?". Sin duda lo es.
Caminamos hacia la plaza del Artium, pasando por el Antiguo Hospicio de Vitoria, un imponente edificio del siglo XVIII. Frente al museo de arte moderno de Vitoria, encontramos otro de esos murales que nos hará pensar: '¿Qué haremos con lo que sabemos?'. Esta obra está muy ligada al premio Green Capital (un reconocimiento de la Unión Europea a las ciudades que mejor se ocupan del medio ambiente y del entorno vital de sus habitantes) que recibió la capital alavesa en el año 2012. Una reflexión sobre el medio ambiente donde la vegetación autóctona comparte espacio con los libros y el conocimiento. El ser humano es capaz de ver la tierra desde el espacio pero, ¿será capaz de proteger cuanto le rodea?
No os queremos desvelar todos los secretos de esta singular ruta. Las calles de Vitoria aún esconden más murales y más historias en ellos, tanto en el Casco Medieval como en los barrios cercanos. "Los murales de Zaramaga nos gustaba mucho enseñarlos el viernes, que solía haber pintxo-pote y muy buen ambiente" –nos cuenta Verónica–, "no está lejos del centro y es una forma de potenciar también otras zonas de la ciudad, que la gente vea que hay más Vitoria fuera de la Almendra. Ahora esta todo más parado… pero estoy segura de que pronto volveremos con fuerza".