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Aquellos que realizan la ruta Jacobea siempre hablan del espíritu de colaboración que surge en el Camino. Entre los peregrinos suele haber sonrisas y no es raro que a la mínima se pregunte a un absoluto desconocido qué tal le va y si necesita alguna ayuda. Este ambiente de cooperación es uno de los recuerdos indelebles que deja la experiencia. Pues bien, algo similar se respira a diario en Frómista, quizás la parada más emblemática del Camino a su paso por Palencia.
En ella son muchos los negocios que han surgido para atender las necesidades de los peregrinos y de los turistas que llegan hasta este rincón donde se palpan y degustan las esencias de Castilla y León. Pero, más allá de la calidad de su trabajo, tal vez lo más atractivo sea la extraordinaria conexión que mantienen entre sí, cómo cooperan y se ayudan unos a otros. Tal y como dirían los modernos, es admirable la red de sinergias que han creado.
El Eco Hotel Doña Mayor es buen ejemplo. Al frente del mismo están las hermanas Elena y Lorea Totorica. Ya hace doce años que se alejaron de su País Vasco natal para cambiar el rumbo de este hotel. “El establecimiento pertenecía a un familiar y surgió la ocasión de dirigirlo, así que nos lanzamos”, recuerda Elena, “pero desde el inicio quisimos volcar nuestra filosofía vital, es decir, hacer un hotel sostenible que además fuese un canto a la naturaleza y la vida rural”.
De ahí por ejemplo que sus 12 habitaciones tengan nombres como Amapola, Avutarda o Jilguero. Esta última quién sabe si en homenaje a una pareja de jilgueros que ha anidado en el patio trasero del hotel, donde varios árboles permiten disfrutar de la sombra al caer la tarde. Aunque si el calor aprieta mucho, siempre hay ocasión de refrescarse en la pequeña alberca que hay en el patio lateral, precisamente junto al lobby del hotel.
“Nuestra idea es hacer realidad la sostenibilidad en el negocio, lo cual además es rentable. Por ejemplo, aquí funcionamos con energía 100 % verde gracias a los paneles solares que instalamos en el tejado. Y el ahorro es considerable”, cuenta Elena. Pero hay mucho más, instalaron sistemas de aerotermia para la climatización del edificio, o en los espacios comunes se enciende estufas de pellets para calentar el ambiente. “Y nos gusta contarle todo esto a los huéspedes. Parte de nuestro proyecto incluye esa parte de concienciación. Ojalá se lleven de aquí un pequeño aprendizaje en cuanto al reciclaje o el ahorro de energía”.
En la misma línea está el desayuno de kilómetro 0 que ofrecen en su comedor, donde el mobiliario está hecho con palets reciclados. Lorea nos cuenta que el desayuno es a base de mermeladas caseras, pan hecho en el pueblo o quesos de oveja locales. “Y todavía no hemos logrado eliminar el zumo de naranja todo el año, pero siempre recomendamos tomar el hecho con frutas del momento. ¡Consumir productos de temporada es bueno para el medio ambiente, y además favorece a los productores locales!”.
Ese vínculo con la población lo manifiestan de muchas formas. Por ejemplo, en el Eco Hotel Doña Mayor se ofrecen masajes de reflexología de La Abuelita Ceiba, el nombre comercial para la empresa fundada por dos mujeres. Son Lidia García y Alicia Díaz, ambas durante un viaje a Latinoamérica descubrieron el poder sanador de las plantas y de las antiguas técnicas de reflexología, así que a su vuelta se lanzaron a la aventura empresarial con sus masajes y la creación de cosmética natural, que por supuesto también están en el hotel.
Se pueden adquirir sus champús o jabones tras probarlos en las habitaciones. Al igual que en el autoservicio del Eco Hotel se pueden adquirir viandas para seguir el Camino. “Pero no hemos querido poner lo más típico y comercial. Así que hemos incluido productos de aquí, los mismos que nos abastecen para los desayunos como la Panadería Salazar o los quesos artesanales San Martín, todo hecho en Frómista”, recalca Elena. Esta quesería se encuentra a las afueras de la población, en concreto junto a uno de los tramos más espectaculares del Canal de Castilla. O sea, junto a la cuádruple esclusa de Frómista, una obra de ingeniería magnífica que además es el enclave que da la bienvenida a los peregrinos, ya que durante unos kilómetros coincide el trazado del Camino de Santiago con las orillas del Canal de Castilla.
La cuádruple esclusa del canal es uno de los grandes reclamos turísticos de Frómista. Por su monumentalidad, pero también porque las orillas del canal son un exuberante espacio vegetal tremendamente rico en fauna. O sea que por aquí no solo pasan peregrinos, también senderistas, ciclistas o turistas, que además pueden surcar las aguas a bordo de una barca que evoca los tiempos en los que los más de 200 kilómetros del Canal de Castilla eran navegables.
No obstante, hay un atractivo que nadie se quiere perder en su visita a la población palentina. Nos referimos a la iglesia de San Martín de Tours, un tesoro del arte románico que, sí o sí, hay que visitar. No solo para admirar su porte arquitectónico, sino también para detenerse en su increíble repertorio escultórico, dentro y fuera del templo, que hace las delicias de los aficionados al arte y la simbología medieval.
San Martín es la gran iglesia de Frómista, la que aparece en cualquier catalogo turístico de Palencia y en los mejores manuales de Historia del Arte. Sin embargo hay otros templos dignos de visitarse. Uno es el dedicado a la Virgen del Castillo. Y otro es la iglesia de San Pedro, situada en la céntrica plaza de Tuy y que alberga en su interior un interesante Museo de Arte Sacro.
Precisamente al otro lado de la plaza y enfrente de esta iglesia de San Pedro se hallan otros dos de esos negocios de Frómista que nos hablan de sinergias, cooperación y apego a la tradición. Son la ya mencionada Panadería Salazar y, a su lado, la 'Hostería de Los Palmeros', símbolo del buen comer en Palencia desde hace años y que luce Un Sol Repsol.
En cuanto a la Panadería Salazar, se trata de un negocio familiar que perdura durante cinco generaciones. En la actualidad es César Salazar, junto a su esposa, quién regenta el obrador y le ha dado un importante impulso. “A día de hoy tenemos también tienda en Palencia, y servimos pan y pastas en Valladolid y Madrid. Bueno… con internet llegamos a cualquier sitio. Aunque eso conlleva que diversifiquemos mucho el producto”.
Palencia es tierra de trigo, así que las harinas están garantizadas para César. Aunque su secreto quizás sea la manteca que emplea en las masas. Una manteca que sabe a Castilla y que no puede faltar en los dulces tradicionales como el sequillo, la rosquilla de palo o las pastas de yema. “Esas nunca faltan, pero hay que cambiar con el calendario, así que hacemos roscones o mazapanes según mande la época”.
El caso es que la actual panadería también es cafetería y todas las mañanas aparecen por ahí locales y forasteros para darse algún capricho y también comprar el pan. “¡Hacemos hasta 20 tipos de pan distinto! El más típico es el candeal, pero también lo mezclamos con frutos secos o con olivas. Se venden mucho y también nos lo compran otros negocios de por aquí, como el Eco Hotel Doña Mayor y también nuestro vecino Álvaro, de la 'Hostería de Los Palmeros'”.
Se refiere a Álvaro Rayón que está al frente del restaurante que fundaron sus padres en los años 70 del pasado siglo. “Me he propuesto dar de comer bien, con productos de aquí y con recetas de la tradición, pero dándole un toque actual. Abierto a todo, siempre que sea bueno”. De ahí que lo mismo sirve un curry de boniato de inspiración thai, que sorprende con un tartar de gamba roja cubierta por una veladura de ibérico. Por no hablar de esa maravilla que es un trocito de merluza sobre callos de lechazo.
“Son platos divertidos. Muy chulos y que siempre tienen algo muy castellano”. Por ejemplo, en su carta nunca falta la menestra, muy de la tierra. Y en ella varía cada temporada los ingredientes, pero siempre hay guisantes. “Se los compro en primavera a un productor cerca de Palencia. Los separo en cuatro tamaños y los congelo para todo el año. El guisante es una delicatesen de aquí y tiene que estar siempre”.
En realidad, Álvaro puede decir nombres y apellidos de todos los productores a los que les compra el género. En su gran mayoría sin salir de la provincia o en las vecinas. Aunque no se niega a incluir cosas más lejanas siempre que sea de calidad y hecho con cariño. Algo que se refleja de manera extraordinaria en su carta de vinos, centenares de referencias a disposición de los comensales. “Me encanta el champán francés y no puede faltar. También tengo excelentes Riojas y Riberas. Pero tengo predilección por bodegas y negocios pequeños. Como nosotros, que hacen las cosas con saber y pasión. Colaborando entre nosotros, podemos hacer cosas importantes”.
ECO HOTEL DOÑA MAYOR – C. Francesa, 31. Frómista. Tel: 630 224 369.
PANADERÍA SALAZAR – C. la Plata, 2. Frómista. Tel: 979 810 086.
HOSTERÍA DE LOS PALMEROS - Pl. San Telmo, 4. Frómista. Tel: 979 810 067.