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Seguimos el curso del Tajo, que nutre estos siete embalses y que se abre paso entre acantilados hasta su cruce con el río Guadiela, formando este paisaje protegido dentro de la Red Natura 2000. La sierra de Altomira (30.000 hectáreas) se extiende desde las localidades de Sacedón (Guadalajara) hasta Alcázar del Rey (Cuenca) como una masa forestal de 47 kilómetros dominada por el pinar carrasco y matorrales como la sabina y el romero. Su esencia es el perfume que acompaña al viajero durante esta travesía fluvial bajo paredes de 60 metros de altura y cerros de 1.000, buscando calas y cuevas escondidas o vestigios históricos que aparecen junto a estas silenciosas aguas de color esmeralda. Los fiordos de la Alcarria.
¿Cómo explorarlos? Aquí no hay apenas caminos y aún menos carreteras que recorran la parte más salvaje de la comarca y del Mar de Castilla. La navegación a motor parece un sacrilegio entre tanta quietud -además, está prohibida buena parte del año- por lo que recurriremos a la tabla y al remo, porque no hace falta más. El SUP (stand up paddle) o paddle surf se ha encumbrado gracias a Instagram como el medio de transporte más popular en calas paradisíacas, en bahías exóticas envueltas por la selva y hasta en lagos glaciares. Nuestro escenario no merece un reconocimiento menor y el viajero enseguida se dará cuenta. Pero antes de zarpar, ubiquémonos.
El puerto de salida de nuestra expedición en SUP lo encontramos en la playa de Bolarque. Para llegar hasta este enclave natural desde Madrid, podremos conducir rumbo a Alcalá de Henares, para llegar a la Alcarria desde el norte, o hacia Arganda del Rey, para llegar desde el sur. El cauce del Tajo aparece a la altura de Zorita de los Canes mientras continuamos hasta Almonacid de Zorita. Un trayecto curvilíneo por la CM-200 atraviesa la serranía y nos descubre el primer mirador del viaje. El entorno de Bolarque se presenta desde la pequeña bahía que guarda el Club Náutico, donde amarran decenas de barcos y lanchas entre las laderas rocosas de Altomira. Sobre este fondeadero se levanta una pared vertical de cerca de 80 metros de altura que ofrece el mejor balcón de este anfiteatro acuoso.
Desde el mirador del lago de Bolarque se descubre buena parte de la ruta que vamos a recorrer a remo. El río Guadiela y el Tajo dibujan en su encuentro una serie de meandros entre acantilados boscosos, donde destaca el brazo de tierra de la Sierra de Enmedio como la proa de un barco en mitad del lago. Si alguien pensaba que no había fiordos, que suba hasta aquí.
“La diferencia es el nivel del agua”, explica Javier García, propietario de la empresa Mas Que Aventura, que nos recibe en la playa de Bolarque. “Si vas al pantano de Buendía o al de Sacedón, muchas veces los vas a encontrar secos porque abastecen este. Desde el de Bolarque es donde se hace el trasvase Tajo-Segura”, añade. Por eso, a pesar de las sequías y la escasez de lluvias, este embalse permanece lleno para mandar agua a Murcia, lo que lo hace ideal para navegación.
Además del pantalán del puerto deportivo, el único punto para iniciar la travesía es esta playa de acceso privado y de seis euros la entrada. Suele estar a rebosar los fines de semana, momento en que abunda el ambiente dominguero en un enclave natural privilegiado que cuenta hasta con un chiringuito, baños y duchas.
Desde hace 14 años Javier García y su socio, Jesús García, realizan diferentes actividades en la naturaleza con Mas Que Aventura, donde destacan las rutas en kayak y paddle surf, además de las travesías nocturnas con tablas iluminadas y el esnórquel en estas aguas claras. ¿Cuándo? “Abrimos desde Semana Santa solo fines de semana, hasta que acaban los colegios en Madrid. En verano abrimos todos los días y, a partir de septiembre, los fines de semana hasta que el tiempo aguante”, apunta García, que explica a su vez que, a partir de esa época, el acceso se congela y “es peligroso por la montaña”.
Nuestra expedición en SUP empieza descendiendo el río hasta la cueva de la Tortuga, una amplia cavidad de 20 metros de altura donde se suelen ver estos pequeños reptiles si no hay demasiados kayaks. A medida que ascendemos el curso del río, dejamos atrás el resto de embarcaciones para que el entorno de la sierra de Altomira nos envuelva. Solo se escuchan las paladas de nuestro remo mientras avanzamos hacia el noreste por la bifurcación de la sierra de Enmedio hacia una zona donde sobrevuela el buitre leonado, que anida en los altos riscos.
Nos arrimamos a estas paredes verticales en esta Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) y a calitas escondidas de arena, que se convierten en el lugar ideal para un chapuzón y para combatir el calor estival. Aquí conviene venir con sombrero, agua y crema solar suficiente para la navegación en paddel surf. Los novatos no deben sufrir; las aguas calmadas del lago de Bolarque lo convierten en un lugar ideal para iniciarse en este deporte que fortalece todo el cuerpo, según los expertos.
Sin darnos cuenta hemos llegado a la iglesia de los Desamparados. Amarramos las tablas junto a esta zona de bancos a la sombra de la higuera, ideales para un pícnic con vistas al lago. Este paraje es conocido como El Sitio, puesto que aquí, supuestamente, apareció la imagen de la virgen en el siglo XVI. Hoy se conserva como un pequeño templo esculpido en la roca donde las familias acuden en fin de semana y donde los niños chapotean en el agua.
Desde este punto en el recorrido no podremos seguir ascendiendo al entrar en una zona sensible de nidificación y cría de aves, por lo que iremos río abajo por el Guadiela hasta el puerto deportivo y ascenderemos, esta vez, por el Tajo. El trayecto hasta este punto lleva unas dos horas a remo, sin contar las paradas para un chapuzón en los rincones solitarios que vamos encontrando. Los más osados descubrirán aquí, incluso, un templo para el psicobloc aún por explorar.
Algo menos de una hora se tarda en llegar hasta la presa donde se acumulan las aguas del Tajo, tras sortear varios meandros en zigzag en nuestra ligera embarcación. Como explicaba Javier García, “no podremos acercarnos a menos de 25 metros de los muros de la central hidroeléctrica”. Fue inaugurada en 1910 y en torno a la cual se creó el poblado de Salto de Bolarque, que cuenta con un museo dedicado a esta temática. Desde aquí el agua se bombea hacia otro embalse situado a una altura superior para mandarla rumbo al Levante español, pasando por La Mancha.
Además del patrimonio industrial, otro de los rincones históricos que descubrirán los exploradores del Tajo será el Desierto de Bolarque. Encontramos en la orilla derecha las ruinas de un antiguo monasterio de los Carmelitas Descalzos, situado dentro del municipio de Pastrana. Es este un paraje misterioso, casi inaccesible por carretera y envuelto por la espesura de Altomira. De la capilla, claustro, celdas, refectorio y biblioteca, que fueron construidas entre los siglos XVI y XVII, apenas quedan unos pocos vestigios.
Los remeros más avezados, y que cuenten con el tiempo necesario, continuarán río arriba hasta el castillo de Anguix. Este torreón vigila desde lo alto del cerro el curso del río más largo de la Península Ibérica. Así lo hace desde el siglo XIV. Para llegar hasta este enclave harán falta al menos dos horas más de remo -y dos de vuelta- por lo que lo ideal sería plantear una pernocta en el bosque con hamacas, puesto que “aquí está prohibido acampar”, como indica Javier García. Lo más común, si se quiere terminar la ruta en el día, será volver río abajo hasta la playa de Bolarque.
Cómo navegar: Más que Aventura ofrece diferentes actividades en el entorno natural de Bolarque. Alquilan tablas de paddle surf por 10 euros la hora y kayaks por 7 euros.
Dónde comer: El ‘Mesón El Parral’ es un restaurante situado entre el pueblo de Almonacid de Zorita y la urbanización Nueva Sierra que destaca por su agradable y amplia terraza. Aquí se sirven clásicos de la cocina castellana con gusto por la casquería, por los bocadillos de rabas y raciones típicas como los huevos rotos con jamón, la sepia y el gambón a la plancha.