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El Parque Natural de la Sierra de Calderona está situado entre las provincias de Castellón y Valencia y está considerado uno de los espacios naturales más destacados de la geografía valenciana con multitud de rutas de senderismo en las que contemplar barrancos, desniveles y una flora excepcional. Aunque se puede acceder al mirador fácilmente en coche, es mucho más recomendable hacerlo después de una larga caminata y como recompensa, porque las vistas desde el Garbí (conocido como el Balcón de Valencia) son impactantes: la Sierra de Irta, Oropesa, el Puerto de Sagunto y el mar Mediterráneo. En días claros se alcanzan a ver, incluso, las islas Columbretes.
Jalance es un municipio del interior valenciano con montañas surcadas por los valles de los ríos Cautabán y Júcar. La variedad paisajísitca es enorme, y en su entorno natural se esconden rincones de gran belleza como los Cañones del Júcar, las piscinas naturales del Júcar o la Cueva de Don Juan, repleta de estalactitas y estalagmitas. El mirador de los Cañones del Júcar (muy cercano a la Cueva) se encuentra a unos 11 kilómetros del municipio de Jalance desde aquí se pueden apreciar el profundo congosto que el río Júcar ha labrado a lo largo de millones de años en este terreno calizo.
Merece la pena dedicar tiempo a la visita del conjunto monumental de les Covetes dels Mors, declarado Monumento Nacional en 1932. Este lugar, seco y montañoso, está formado por un grupo de cuevas excavadas en la roca creando una serie de habitaciones comunicadas entre sí sobre cuyo origen hay diversas teorías. Hay quien dice que eran cámaras sepulcrales de épocas antiguas y, otros expertos aseguran que eran graneros-almacenes de seguridad en la época hispanoárabe. Todas estas cuevas se pueden recorrer en su interior y, a 730 metros, se encuentra la ermita del Santo Cristo y la iglesia gótica llamada con el curioso nombre de las Beatas Emparedadas. Hay un largo paseo para recorrer el área mediante escaleras y pasarelas, aunque, si no se quiere hacer tanto esfuerzo, se puede ver el conjunto tranquilamente desde el mirador.
Del skyline de la turística ciudad de Benidorm destaca el Balcón del Mediterráneo, una elegante balaustrada de piedra blanca que se ha convertido en reclamo turístico. Este enclave se levanta sobre una roca que, antiguamente, servía de vigía para la defensa de los ataques piratas. De aquellos tiempos solo queda algún resto de muralla y un arco, pero las vistas panorámicas son espectaculares: a la izquierda, la Playa de Levante y, a la derecha, la de Poniente. Enfrente, la Isla de Benidorm y la fuente en forma de géiser que lanza agua de mar a una altura considerable.
La malagueña ciudad de Ronda es una de las más famosas de Andalucía. De ella destacan sus historias de bandoleros, su plaza de toros, su pequeño y bonito casco histórico o el Tajo de Ronda, una garganta de 100 metros de profundidad y que es atravesada por el Puente Nuevo. Presume también de la Alameda del Tajo, un bonito paseo y del Jardín Botánico de principios del siglo XIX. Al final del recorrido, se puede disfrutar de unas inmejorables vistas desde los balcones que dan a la Hoya del Tajo y a la Serranía de Ronda. Uno de ellos ha sido bautizado popularmente con el nombre de Balcón del coño. El origen de tan ordinario nombre le viene porque se encuentra suspendido casi en el aire y todos los que se asoman al precipicio exclaman: "¡coño!".
Esta edificación se encuentra al final de una populosa avenida y regala una panorámica de la costa desde el municipio de Mijas. Es uno de los enclaves más visitados de Nerja para tomar fotos del mar Mediterráneo y de la estatua de Alfonso XII, monarca al que se debe el nombre y la ubicación de este mirador. Según la historia, el rey visitó la ciudad tras el terremoto de 1884. Cuando se asomó a lo que antiguamente era un punto de vigilancia militar llamado Paseo de la Batería, Don Alfonso exclamó: "este es el Balcón de Europa" y, desde entonces, se le conoce como tal.
Desde el Castillo de Santa Catalina arranca un sendero empedrado al final del cual se encuentra una gran cruz que pone nombre a este mirador con las mejores vistas de la ciudad. Es impresionante cómo emerge la Catedral de entre las casas y, al fondo la sierra y los olivares. Dice la leyenda que, en 1246, cuando el rey Fernando III el Santo entró en Jaén tras su conquista a los musulmanes, subió al castillo árabe con sus tropas y llegó al Cerro de Santa Catalina. En el lugar, uno de sus lugartenientes plantó su espada en el suelo como una cruz y, como al rey le gustó la idea, proclamó que en ese lugar siempre debería de haber una. Muchas fueron construyéndose y estropeándose con el paso de los siglos hasta que, en 1951, se construyó la sólida cruz que hay hoy.
A unos seis kilómetros al nordeste de Tarifa se encuentra este mirador con unas excepcionales vistas sobre el Estrecho de Gibraltar y la costa africana. Está en un altozano en la subida al puerto de Bujeo, a 300 metros sobre el nivel del mar por lo que la sensación de que África está al alcance de la mano es aún mayor. Y más, sabiendo que la distancia entre el continente europeo y el africano en este punto es de tan solo 15 kilómetros. En días claros se ven la ciudad de Ceuta (a la izquierda) y la de Tánger (a la derecha). Algunos historiadores consideran que este pico calizo constituía una de las dos Columnas de Hércules citadas en el mito de este personaje. La otra sería el Peñón de Gibraltar.
Entre las poblaciones de La Isleta del Moro y Rodalquilar está este mirador construido en un antiguo puesto de vigilancia de la Guardia Civil. Desde este estratégico punto se pueden admirar parte de la Sierra de Gata y de sus acantilados, varias pequeñas calas donde apetece, seguro, darse un baño, el pueblo de la Isleta del Moro y, en la lejanía, el Pico de los Frailes con 500 metros de altura que, curiosamente era un antiguo volcán. Un espectacular paisaje donde los colores del terreno semidesértico contrastan con el azul turquesa del mar.
Si antes veíamos el Estrecho de Gibraltar desde el lado europeo, ahora lo hacemos desde el africano, concretamente, en el Mirador de San Antonio en Ceuta. Este balcón, instalado sobre el monte Hacho y al lado de la ermita de San Antonio del siglo XVI, es uno de los más frecuentados de la ciudad y en el pasado fue una batería militar. Es un punto casi mágico en el que se unen las aguas del mar Mediterráneo y del océano Atlántico. Desde San Antonio se aprecia no solo el Estrecho, sino también el faro de Trafalgar, en Tarifa. Cuando más se recomienda la visita es al atardecer.
Considerado Patrimonio de la Humanidad, Las Médulas fue la mayor mina a cielo abierto de todo el Imperio Romano. El mirador de Orellán es uno de los enclaves más visitados de Las Médulas. Se ubica en el último frente de explotación del sector central de la mina de oro desde donde se pueden apreciar otras áreas de explotación como El Couso o La Furnia. También se aprecia parte de la red hidráulica que conducía el agua desde los montes Aquilianos hasta la explotación.
Ancha es Castilla y, si suben a este mirador, lo comprobarán por sí mismos. El mirador de Autilla del Pino es un excelente balcón natural para asomarse a la Tierra de Campos, una estampa impresionante de la Laguna de la Nava y más de 20 poblaciones desperdigadas por la infinita inmensidad de esta estepa. Todo ello con la impresionante variedad de colores, desde el amarillo dorado hasta los ocres o los verdes y grises. Bajo el cerro existen una serie de bodegas rústicas donde degustar los vinos de la zona.
Situado en el borde de La Lora de Valdivia, desde este mirador (con barandilla) se tienen las vistas más impresionantes de todo el valle de Valderrible y las cumbres de la Cordillera Cantábrica. Gracias a los 800 metros de altitud de algunas de las paredes y a las fuertes corrientes de airees fácil ver a deportistas practicando parapente o ala delta. Algunos días de primavera y otoño la zona se ve envuelta de una espesa niebla y, desde Valcabado parece que estemos sobre un mar de nubes.
El Parque Natural del Barranco del río Dulce destaca por su gran riqueza en flora y fauna. Tanto es así que, durante mucho tiempo, el equipo de rodaje de El Hombre y la Tierra, capitaneado por Félix Rodríguez de la Fuente, rodó en este mismo punto escenas de sus documentales sobre la berrea de los ciervos en celo. Tras la desaparición del científico, el enclave fue convertido en mirador desde donde se puede apreciar una excelente panorámica de la Sierra de las Banderillas y del embalse del Tranco.
En el límite oriental de Las Hurdes está El Meandro del Melero, formado por el río Alagón en las cercanías de Riomalo de Abajo. Un paraje natural de gran belleza que se disfruta mucho más desde su atalaya de piedra, conocida como La Antigua. El agreste paisaje típico hurdano aparece en todo su esplendor y, muy cerca, hay una piscina natural por si apetece un refrescante bañito.
¿Puede convertirse el cráter de un viejo volcán en un punto de observación? Pues sí. El mirador de la Concepción está ubicado en el extremo sur de un cráter declarado Monumento Natural. Está muy cerca de la ermita de La Concepción (de la que recibe el nombre) y de él se obtienen unas impresionantes vistas sobre Santa Cruz de la Palma, el Valle de las Breñas, toda la costa este de la isla y, por supuesto, el océano.
Da gusto cuando los miradores están construidos por algún arquitecto de prestigio y este es el caso del Mirador del Río, donde César Manrique desplegó todas sus famosas artes. El edificio, a 474 metros de altura, cuenta con la peculiaridad de que es apenas perceptible desde el exterior gracias a una sutil e ingeniosa técnica de camuflaje que consiste en esconder toda su estructura bajo una piel de de piedra que lo mimetiza con el entorno. Tras acceder al interior hay dos grandes espacios abovedados con dos grandes ventanales, los ojos del mirador, para contemplar una de las estampas más espectaculares de la isla: el Parque Natural del Archipiélago Chinijo, las Salinas del Río y el Risco de Famara.