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"Cuando se pone el sol, florece la magia". Con este lema, muy similar al del año pasado, uno de los museos más existosos de Madrid, ha vuelto a convertir su espectáculo de Naturaleza Encendida en uno de los eventos más esperados de la ciudad. Especialmente este año en el que buscaremos planes más seguros al aire libre.
Desde el 17 de noviembre hasta el próximo 10 de enero de 2021 se podrá visitar este recorrido de un kilómetro y medio que con espectaculares juegos de luces intenta resaltar los árboles del jardín llevando al visitante hasta un mundo de fantasía. Los pases, espaciados cada 15 minutos, comenzarán a las 18 horas y terminarán a las 23 de lunes a domingo. Con un aforo reducido al 60 %, el Jardín asegura que antes de abrir las puertas de la exhibición ya se habían vendido 90.000 entradas. Un éxito garantizado y que permitirá respirar al jardín después de una primavera cerrado.
La experiencia sumerge al visitante desde el inicio en un manto de luces que cubre setos y suelo de buena parte del recorrido lumínico, como si intentara convertirlo en un campo sembrado de luciérnagas estáticas. Entre sus brillos estrellados han crecido esculturas de flores gigantes que reflectan a su vez una danza en imágenes de la propia flor una y mil veces en sus pétalos de purpurina.
Después de disfrutar de estas flores, de las que algunas te transportan hasta el planeta Pandora de la película de Avatar, un pasadizo de luces inaugura las sorpresas del Paseo de Carlos III. Aquí se siente por primera vez cómo la música es un complemento de los sonidos del bosque. Nada de villancicos. Una tormenta nocturna con una densa lluvia da paso a un amanecer acompañado del canto de los pájaros entre las notas musicales.
El paseo continúa con los pocos adornos luminosos que recuerdan a la Navidad: los árboles cónicos, que marcan el sendero hasta el espectáculo de la gran fuente.
A escasos metros de la fuente principal, en un rincón escondido y con el otoño negándose a llegar a su fin, los colores ocres del jardín potencian la puesta en escena de las luces verdes, azules, rojas o púrpuras que transforman una alfombra de hojas caídas en un arcoíris acolchado.
Según se avanza hacia el final de esta Naturaleza Encendida, uno entiende que la exposición también ha madurado este año. Ya no es un juego exclusivo de niños. Varias bolas de discoteca plateadas (demasiado brillantes para haberse escapado del árbol), acompañadas de los incesantes sonidos del bosque, se dejan seducir por haces de luces que danzan alrededor de ellas como bailarinas incansables.
También ha madurado el túnel abovedado que este año envía un mensaje con una sucesión de palabras en una de sus paredes: "Acción, ahora, futuro, sueños, mejor, planeta, pelear, volar, descubrir, disfrutar, respirar, sentir, correr, vivir, esperanza". Aquí, si uno se detiene y presta atención, se puede escuchar a la Tierra.
Algunos animales, entre los que se encuentran un reno y un unicornio hechos de luces parpadeantes como trajes de lentejuelas, devuelven a los niños al universo de las hadas. Y el paseo final, con el sonido de los grillos y el búho real antes de una tormenta con truenos y relámpagos incluidos, acaba con unas breves notas musicales de un conocido villancico. Ahora sí, ya es Navidad en el Real Jardín Botánico de Madrid.