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Con sus luces y con sus sombras, el Cabanyal es un barrio de contrastes, que conserva sus trazos modernistas en muchas de las fachadas de sus casas, su disposición como recuerdo del pueblo que un día fue y que hoy, anexionado a la Valencia más cosmopolita, atrae a vecinos y turistas por igual. Una zona, además, con un activismo social desbordante que cuenta en la actualidad con una enorme oferta cultural que incluye desde festivales, como el Cabanyal Íntim, en el que los vecinos abren sus casas a representaciones escénicas y al público, hasta conciertos, charlas y gastronomía de calidad.
Se trata de un lugar que no quieres que se acabe, que huele a salitre y suena a palmas, que te deja boquiabierto y te abre el apetito. Ahora que se acerca la Noche de San Juan pasear por este barrio tan auténtico parece inevitable. Disfrutar de la noche más corta del año y del día más largo que le sucede entre tabernas, tascas y antiguas fábricas reconvertidas para hacerte una idea de qué es lo que se cuece hoy en la Valencia más de moda.
Esta noche tan especial sigue teniendo ese puntito brujo y los grupos de amigos abarrotan las playas con tal de sacudirse los malos augurios, enterrarlos en las cenizas del fuego y dar la bienvenida a los buenos presagios purificándose en las cálidas aguas del Mediterráneo. Tal y como manda la tradición tienes que saltar siete veces la hoguera y siete olas del mar. En cualquier caso, tanto si eres de los que se mojan los pies como de los que no, aquí van algunos planes alternativos e infalibles para que disfrutes esta y otras tantas noches del año en el colorido barrio marinero.
De parada obligatoria si visitas El Cabanyal. Este hito de la gastronomía luce victorioso sus antiguos barriles, su barra y una carta donde los auténticos protagonistas son el producto de calidad y el vino. Y es que 'Casa Montaña' es eso: producto sin milongas, pero ¡qué producto!
Se trata de una bodega histórica de 1836. Hace ya más de veinte años que Emiliano García tomó las riendas del negocio y poco a poco fue introduciendo pequeños cambios que hicieron que esta bodega de barrio alcanzase la excelencia. A día de hoy comparte estas tareas de dirección con su hijo, Alejandro García, lógico relevo generacional, que por el momento parece no salirse de la senda marcada por su padre.
Taberna de peregrinación habitual de los valencianos, actualmente es fácil encontrarse con rostros conocidos, tal es la fama que ha alcanzado. Su baluarte: su comida sencilla. No dejes de probar la titaina (típico plato cabanyalero que solo se cocina en Semana Santa), el atún marinado a las siete especias, el tomate o las fantásticas habas de receta inconfesable y que a muchos nos llevan a un recuerdo por lo visto recurrente, el de nuestros abuelos.
Si tienes la suerte de conocer a Emiliano, escucharlo es una delicia. La pasión y el compromiso con el que habla del barrio y del negocio dan buena cuenta del largo camino que ha recorrido para situar 'Casa Montaña' en un lugar privilegiado del ranking.
Con más de trescientas referencias de vinos –llegó a trabajar con alrededor de mil– su bodega es envidiada. Cuando traspasas la fantástica puerta modernista y entras en el establecimiento ese olor a barrica te envuelve. Todos y cada uno de los detalles del interior o bien son originales o han sido rescatados y tratados para seguir manteniendo esa esencia de antiguo y de tradición. Uno de los sitios con más solera en los que enamorarte del barrio de El Cabanyal.
Es la noticia gastronómica de este año. Con apenas unos meses de vida, 'La Aldeana' es la comidilla de críticos y amantes del buen yantar y es casi de obligado cumplimiento no solo ir a comer y probar alguno de sus exquisitos arroces del día, sino también subir una foto a Instagram, para que quede constancia de que tú ya has estado.
Bromas aparte, Alfonso García, eterno estudiante de Magisterio que a sus treinta años decidió dar un cambio de rumbo y empezó a probar en el mundo de la gastronomía, es el artífice de este goce para los paladares inquietos de El Cabanyal. Después de trabajar en las cocinas de los grandes ('La Sucursal', 'El Poblet', 'El Baret de Miquel') decidió volverse a su Valencia natal, descubrió esta mítica bodega y, junto con el arquitecto Jorge Piera, la rehabilitó y abrió uno de los restaurantes que más va a dar de qué hablar.
Uno de los detalles más llamativos es el pilar de madera que descubrieron en la rehabilitación y el magnífico suelo de mosaico hidráulico que rescataron de un almacén de derribos. Todo el interiorismo y el diseño busca ser respetuoso con las formas de las tabernas tradicionales. Las vitrinas detrás de la barra o los barriles dan cuenta de lo que antaño fue este restaurante.
En la carta reinan los platos de toda la vida pero con un toque muy personal que Alfonso ha importado de todos los lugares en los que ha estado. Así, encontramos especias como la harissa o el zaatar que le dan un toque oriental. Su lema, traerse el mediterráneo al plato y su objetivo es ir retirando poco a poco la carne de su carta, excepto el cerdo, ya que la oreja, el embutido o la pilota son algunos de los platillos con más adeptos. Estas recetas conviven con bocados más tradicionales y marineros, con cocas de dacsa, encurtidos o arroces.
Alfonso se ha recorrido la geografía valenciana y parte de la española en busca de productores y proveedores para poder ofrecer lo mejor a sus comensales. Actualmente sirve almuerzos, comidas y cenas.
No te vayas sin probar el mullador de escalivada, tomate y mussola de barca, las cocas de dacsa con anchoas o boquerones, el acapulpo (pulpo a la andaluza con ropa vieja y zaatar), el arroz del día (el de fessols i naps está sublime) y sus postres, el más sorprendente, la coca Cristina con sobrasada y queso. Ahí queda eso. Además, elabora de manera artesana su propio pacharán por lo que se hace imprescindible el chupito de después de comer.
Hay lugares en los que entras y huele a tradición, que te dan esa sensación tan reconfortante de estar en suelo amigo, en una tasca de las de toda la vida. Esto es lo que te pasa cuando entras en 'Bodega Anyora', otra de las gratas sorpresas con las que te topas en El Cabanyal. Román Navarro lo tuvo claro al ver el local y nosotros aplaudimos esta corazonada.
En su rehabilitación, a cargo de 'El Chiringuito', se ha cuidado hasta el más mínimo detalle y se ha hecho con un mimo y un entusiasmo que es de agradecer. Azulejos pintados a mano, paredes con dibujos de Javier Pastor y reminiscencias ochenteras sin histeria foodie. Al igual que su cocina.
'Anyora' nace casi de la casualidad. Es una antigua bodega que fue abierta en 1937. Román, que regenta el bar 'Tonyina' en otra zona de la ciudad, llevaba tiempo con la idea de abrir un restaurante con el sabor de los de siempre. Y cuando estaba a punto de firmar el contrato con otro local junto a su bar, volviendo un día de la playa con su familia, descubrió esta antigua bodega en alquiler. Y no lo dudó ni un segundo.
Bienvenidos a una local de vins i menjars de sempre, una apuesta por la tradición, por el producto de calidad y con una seña de identidad que le diferencia de lo que otros hacen, su gusto por la casquería que le ha llevado a incluir algunos de estos platos en su carta, llegando a convertirse en auténticas estrellas de la bodega. Hoy la gente viene a comer morro con sardina, oreja ahumada o lleterola.
Para los paladares más convencionales también tiene platos marineros como pulpo, tellinas o boquerones, platos de carne, croquetas, ensaladilla y tortillas varias. Además, puedes degustar latas, salazones o embutidos. Todos los platos van al medio y se comparten. Destaca su oferta de vinos naturales, grandes desconocidos aún en nuestra geografía pero muy de moda en el resto de Europa.
Una de las cosas que llama la atención de la carta es que no solo se habla de lo que vas a comer o beber sino también de dónde viene. Hablan del productor y le ponen sus nombres a los platos. Un auténtico trabajo de trazabilidad, un guiño al origen y procedencia del producto.
Nuestra parte favorita es la que han llamado Casa Batiste, en homenaje al fundador de la bodega que vivió en el altillo de esta casa y que hoy permanece intacto en su honor.
En pleno centro de la efervescencia cabanyalera se encuentra esta taska, con k. Ecléctica, fresca y bulliciosa. Javier Fortuny y Laia Llorca son los responsables de uno de los bares más canallas del barrio que hace del pescado el rey de la carta. Tapas marineras en una de las casas más bonitas de El Cabanyal, que luce orgullosa su espectacular y colorista fachada de mosaico.
Tal y como nos cuentan, en el barrio faltaba el típico sitio de pescaíto. Encontraron esta casa y se pusieron manos a la obra. Toda la rehabilitación del espacio ha sido cosa suya. Javi es arquitecto de profesión y Laia es pintora, por lo que dotaron este espacio de un toque muy personal y marinero.
En su carta predomina el pescado y la verdura. Nada de carne. Todo el pescado es de la Lonja de Valencia y la de Cullera. Al abrir hace ya cuatro años, se pusieron a investigar junto al periodista y escritor Felip Bens, las recetas originarias de El Cabanyal, las rescataron y las hicieron suyas dando lugar a platos tradicionales como la titaina u otras más innovadoras como las cocas de masa madre con tinta de calamar. Como les apasiona todo lo que tenga que ver con el mar, han empezado a introducir ahora las algas en su menú. Muy curioso su all i oli de kombu.
Junto con 'La Peseta' y 'La Paca', los otros dos bares que regentan Javier y Laia, 'Taska La Reina' ofrece platos marineros, con productos de calidad y a precios populares y es otra muestra del esfuerzo por recuperar un barrio que se apagaba, pero que ahora empieza a brillar con luz propia, gracias a proyectos tan personales como este.
Marisco, pescado y carne. Más fresco imposible. Tanto que tú lo compras en el puesto del mercado que quieras y ellas te lo cocinan. Del puesto a la barra y a disfrutar. Y es que es una gozada darte este pequeño capricho. Algo de marisquito o pescado fresco hecho en el momento. Pequeños lujos al alcance de la mano.
Raquel y Fina llevan doce años dando caña en el 'Bar del Mercado'. Dos mujeres emprendedoras, currantas como las que más, ofrecen desde las seis de la mañana y hasta las tres de la tarde desayunos, almuerzos y comidas.
Su especialidad son las croquetas caseras, tienen más de diecisiete variedades, ahí es nada. Croquetas para tomar en el bar, para llevar o para hacértelas en casa. Las nuevas recetas, las de dátil y roquefort, las de rabo, pollo al curry o salmón y puerro. Además ofrecen bocadillos, platos combinados y un montón de tapas que lucen en la barra. Tortillas, titaina, sangre con cebolla, revueltos, calamares, puntilla o albóndigas son algunas de las tapas que no deberías perderte.
Su clientela es la habitual del mercado aunque cada vez vienen más turistas que acuden al 'Bar del Mercado' recomendados por amigos. El boca a boca sin duda las ha convertido en un imprescindible del picoteo y del almuerzo mañanero. Comida casera, buen rollo y campana para las propinas. Si quieres sentir la vidilla del Mercado de El Cabanyal no dejes de pasarte.
Si bien El Cabanyal dispone de una oferta gastronómica cada vez mas interesante, también está creciendo su oferta en cuanto a ocio se refiere y uno de los principales estandartes es 'La Fábrica de Hielo', justo enfrente de la playa.
Esta antigua fábrica, abandonada y olvidada, vive ahora su mejor momento. Reconvertida en espacio creativo en 2014, en ella conviven diferentes actividades artísticas y culturales en una amplia y variada programación. Y es que prácticamente todos los días pasan cosas aquí. Desde conciertos a recitales de poesía, teatro o charlas.
Uno de los lugares más modernos de Valencia, donde se encuentran los hipsters con los instagramers y los vecinos de a pie. Sin duda, uno de los puntos calientes de la Valencia que mira al mar y uno de los sitios con ese aire berlinés del que hablábamos antes pero que recoge todo el sabor marinero de lo que un día fue.
Ideal para tomar una cerveza con amigos o comerte una hamburguesa de 'La Regional' foodtruck, que ha instalado en este espacio su proyecto culinario sobre ruedas.
Muy cerquita de la 'Fábrica de Hielo' y en lo que fue la antigua 'Casa del Bous', otro de los espacios más emblemáticos de El Cabanyal y que pertenece a la Cofradía de Pescadores, se encuentra 'Ama VLC Artivida'.
Se trata del nuevo proyecto de Juancar Soria y Luis González, dos conocidos de la noche valenciana más guitarrera. Y es que después de tocar en distintos grupos de música, de pinchar aquí y allá, de currar como técnico de sonido en el caso de Luis y de enfermero en el de Juancar, ambos han unido sus fuerzas y han cogido las riendas de este espacio reabierto recientemente como asociación cultural.
Actividades relacionadas con la música, desde conciertos a pinchadas e incluso un curso de DJ para discapacitados o 'Comediscos', la tienda de vinilos de Juancar son los referentes de este nuevo espacio. Disponen de un equipo montado y preparado para que en cualquier momento pueda tocar quien quiera. Siempre en horarios amables, como dicen, y para todos los públicos.
Pero no solo de música vive el hombre así que en 'Artivida' también hay teatro, poesía, exposiciones o jornadas. Una programación social y cultural inclusiva y enfocada a la revitalización del barrio.
Nos encanta para ir y tomar el vermú, a ritmo de João Gilberto, bossanova, rumba o boogaloo. Si vas el fin de semana aprovecha para probar la estupenda paella a leña que les llevan o trasnochar bailando con alguna de las pinchadas nocturnas programadas.