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A pocos kilómetros de Valencia se encuentra uno de los lugares favoritos para los vecinos de la capital, y menos conocidos para los foráneos. Se trata del Parque Natural El Saler, una dehesa a la orilla del mar y arrinconada por un bosque mediterráneo. Su ubicación hace que las playas que aglutina puedan disfrutarse hasta bien entrado noviembre, ya que el clima es agradable la mayor parte del año.
Para los amantes de la flora y fauna autóctona, el Parque Natural de la Albufera supone un must que no deben dejar pasar en su escapada a Valencia. Recorrer este humedal en barca es una de las mejores formas de conocer un entorno natural repleto de aves que encuentran acomodo entre dunas y arrozales. Además, restaurantes como ‘Mateu’, ‘Llar del pescador’ o ‘Planta azul’ dan a probar las virtudes del arroz de la Albufera, uno de los más reputados a nivel nacional.
Los humanos siempre han sentido envidia de las aves por la capacidad que la evolución les ha dado de poder surcar los cielos solo con la fuerza de sus alas. Gracias a los avances de la tecnología, los aviones pusieron fin a esa limitación. Sin embargo, lejos del ruidoso e incómodo trámite de tener que pasar por una terminal aeroportuaria, la empresa valencia Tot Globo pone a disposición de todo aquel con ganas de una experiencia de altura sus viajes en globo aerostático para observar la región desde el aire. Sus viajes parten desde la localidad de Bocairent y duran aproximadamente una hora -entre 15-30 kilómetros de recorrido, dependiendo del viento-, tiempo suficiente para admirar la grandiosidad de la Sierra Mariola.
Ya en el interior de la provincia, el río Sellet ha creado una serie de remansos y piscinas naturales que bien merecen un baño cuando el calor aprieta. Aún así, un paseo por la ribera del río desde Bolbaite a Los Chorradores de Navarrés hacen las delicias de los aficionados al senderismo en cualquier época del año. Peces, patos y gansos saludan a su paso a los caminantes que pueden ver cómo, cuando se llega a Los Chorradores, el cauce del río… ¡va al revés!
En cuanto a destinos nocturnos, nada como acercarse a Aras de los Olmos -en el Alto Turia- para observar un manto de estrellas que obnubila a quien levanta la mirada. La poca contaminación lumínica ha hecho que la Universitat de València haya instalado allí el Observatori Astronómic, entidad que organiza las visitas guiadas. Todo un broche de oro para culminar una jornada descubriendo el interior de Valencia.
Cullera es, sin duda, uno de los pueblos más conocidos y codiciados de toda Valencia. Sus famosas playas hacen que, durante los meses estivales, valencianos y turistas recurran a ellas para refrescarse del calor levantino. Más allá de esta fama, la localidad guarda varios secretos que merece la pena conocer. Las vistas desde su castillo del siglo X -el que “Jaume I no pudo conquistar”- o desde el faro son un aperitivo perfecto antes de llegar al Parque Natural de la Albufera, en cuyas inmediaciones se encuentra el hotel ‘La Alquería de Vilches’, ideal para desconectar o probar las especialidades mediterráneas de su restaurante.
Si en algún lugar de la provincia se puede sentir la herencia de siglos de presencia árabe en la zona, es en Bocairent. Este pueblo, ubicado a las faldas de la Sierra Mariola, conserva uno de los trazados medievales mejor conservados de España. La plaza de toros -“la más antigua de la Comunidad Valenciana”-, el Pont de darrere la Villa o el convento-monasterio rupestre (del siglo XVI) dan fe de la importancia que tuvo este enclave hace siglos. Les covetes dels moros, una ruta de ventanas excavadas en la misma pared de roca del cerro, es el icono de la localidad y aún guarda varios enigmas a su alrededor.
Visitar la villa de Anna es una de las mejores excursiones para planear durante una escapada por las proximidades de Valencia, sobre todo en días soleados. El motivo es que, a apenas un kilómetro del centro urbano, se encuentra el lago de La Albufera, en el que se puede realizar un agradable paseo en barca por su aguas. Como atractivo arquitectónico, la localidad cuenta con Palacio de los Condes de Cervellón, edificio de origen musulman al que se accede habiendo concertado una cita con la Oficina de Turismo.
Prácticamente pegado a los límites de Valencia se encuentra el municipio de Paterna. Este pueblo, hijo de la llegada de emigrantes a esta zona de la Comunitat Valenciana, cuenta con una red de cuevas -algunas de ellas aún habitadas- que sirvieron como localización para la película Dolor y Gloria, de Pedro Almodóvar. Debido al interés suscitado por el filme, muchos turistas se acercan a hasta ellas para conocer cómo era -y es, en muchos casos- la vida bajo tierra.
¿Qué plato se apodera de la mente cuando se piensa en este lugar? Evidentemente, la paella. En ‘Las Bairetas’ (en Chiva) son maestros en este arte culinario -incluso poseen el récord de cocinar 140 arroces a la vez- y cuentan con 18 variedades diferentes de este icono arrocero. Sus paellas, hechas a la leña de pino, son el orgullo de una familia que comenzó vendiendo platos de este manjar para llevar y que, actualmente, cuenta con 110 metros lineales de paelleros.
Esta siempre ha sido una comarca próspera a nivel gastronómico, con grandes chefs entre los más reputados del país. Actualmente, una de las caras que mejor encarna la vanguardia valenciana en los fogones es Vicky Sevilla, quien comanda ‘Arrels’ (1 Sol Guía Repsol). Este restaurante, a los pies del castillo de Sagunto, mantiene sus raíces en el producto de proximidad y de temporada, siendo su guiso de pulpo y el cordero deshuesado los mejores argumentos que lo han aupado en el podio de la restauración.
En ese podio se asienta también ‘Casa Manolo’ (2 Soles Guía Repsol), un restaurante cuyo origen se remonta a la tradición valenciana de los chiringuitos. De ese merendero en la playa de Daimúz queda poco en la actualidad, habiéndose sustituido por platos elaborados con lo mejor de las huertas ecológicas que rodean al local y pescados y mariscos recién salidos del Mediterráneo.
En ‘Tavella’ (Benifarri) son expertos en brasa, toda una sorpresa en esta tierra. Sus parrillas acarician pescados, carnes y verduras siempre conseguidas en los mercados próximos. Paellas y otros arroces valencianos se conjugan con elaboraciones de alto nivel, como un tartar de gamba roja de Denia o tuétano a la brasa con cocochas, mostrando la capacidad creativa del chef Pablo Chirivella.
Para disfrutar de una forma más informal de una buena paella valenciana, nada como fijar el rumbo hacia el chiringuito ‘El Mayo’, quien luce con orgullo su enseña de Solete. La playa del Dossel es el lugar en el que se ubica el techo de cañizo de este chiringuito en el que se llevan sirviendo arroces de la zona desde hace 50 años. Prueba un arroz a banda o sus calamares a la plancha, no defraudan ni los días con la mar brava.
Para poder cocinar tanta paella, Valencia tiene grandes superficies de su territorio dedicadas al cultivo de arroz, sin embargo, pocos granos de este cereal gozan de la fama y calidad que tienen los de ‘Molino Roca’. En los campos que labran cerca de La Albufera crecen el arroz bomba, bombita y carnaroli, variedades solicitadas por algunos de los mejores cocineros de España como Dabiz Muñoz ('DiverXO', 3 Soles Guía Repsol), Alberto Ferruz ('BonAmb', 3 Soles Guía Repsol) o Paco Morales ('Noor', 3 Soles Guía Repsol). El secreto: el pulido artesanal que le dan al cereal.
Otro de los productos más tradicionales de esta región es la horchata, y para conocer de primera mano cuál es el proceso de producción de este superalimento, nada mejor que acercarse a Alboraya. En este municipio, hectáreas de campo están dedicadas al cultivo de la chufa, siendo la horchatería 'Sequer lo Blanch’ toda una institución local en el manejo de este producto. Bajo su palmera llegó a merendar el mismísimo Blasco Ibáñez una horchata con fartons.
La Fundación Todolí Citrus tiene en Palmera toda una colección histórica de cítricos del mundo. El proyecto se debe a los anhelos de Vicent Todolí, quien, tras su experiencia en el mundo del arte y viajes alrededor del mundo, pudo cumplir su sueño de crear un jardín de cítricos. El Hort Botánic Citrícola El Bartolí se erige como un museo vivo en el que blancos, verdes, amarillos y naranjas componen un paisaje que deleita la vista y el olfato.
A pesar de que esta comarca no ha sido tradicionalmente predilecta en cuanto al cultivo vinícola, lo cierto es que en 'Celler del Roure' han conseguido afianzar una producción sostenible y de calidad. Sus vinos, elaborados con la uva local arcos, mejoran cada año, engrandeciendo la D.O. Valencia. Abono orgánico y levadura transportada por mariquitas son algunos de los elementos que le dan personalidad propia a esta bodega de Moixent.
En caso de que la escapada se alargue, alguna de las siete habitaciones de la ‘Finca Micalas’ (Bocairent) puede conformar el nido idóneo en el que pasar la noche. Esta masía apartada, con vistas a la Sierra Mariola, es uno de los lugares de retiro más populares de la comarca debido al silencio que se respira en el ambiente y la cercanía con la naturaleza. Los caminos que pasan por la finca y las comodidades del inmueble -piscina para verano; chimenea para invierno- hace que la mayoría de clientes que se alojan repitan la experiencia año tras año.