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Unir en una sola ruta todas las localidades gallegas en las que el lacón es protagonista es complicado. Desde Finisterre hasta Los Anceres, de Estaca de Bares hasta la frontera con Portugal, el lacón es venerado en toda la comunidad. Sin embargo, nadie pone en duda que el lacón de Lugo entra en la categoría de excepcional. Empezamos nuestra ruta precisamente en la capital, cuyo eslogan turístico lo dice todo: “Y para comer, Lugo”. Desde aquí ponemos rumbo dirección Ribadeo y en poco más de media hora llegamos a Meira, una pequeña localidad nacida a la sombra de su impresionante monasterio, del que quedan restos del claustro y una iglesia en cuya fachada destaca la puerta y un rosetón perfecto. El interior es lugar íntimo que nos invita a descubrirlo.
Dejando esta localidad a nuestra espalda, seguimos hacia A Pastoriza. Un poco antes de llegar paramos en la laguna de Fonmiñá, un extraordinario paraje. Considerada durante siglos como el lugar del nacimiento del río Miño, investigaciones científicas demostraron, sin embargo, que el origen se encuentra en el lugar llamado Pedregal de Irimia, no muy lejos de allí. Aún así el entorno merece una visita tranquila en la que también está el molino de Fonmiñá, situado muy cerca de la laguna y con la que se comunica por una acequia. Es uno de los últimos ingenios hidráulicos de molienda familiar que existen en Galicia y una joya etnográfica. Excepto la electricidad, no ha entrado allí ningún otro invento moderno. Sus propietarios ya no recogen la harina por las aldeas, sino que muelen la que les llevan y ellos venden allí la suya, cien por cien natural.
Al encuentro del Camino de Santiago, la carretera asciende entre montañas y paisajes bravos hasta que llegamos hasta la histórica Mondoñedo, en cuya plaza fue decapitado el caballero feudal Pedro Álvarez de Sotomayor por orden de los Reyes Católicos. También podemos aprovechar la visita para probar el lacón con grelos, plato típico de todas las localidades de la zona, especialmente durante el invierno. Saliendo de aquí, y habiendo degustado ya el plato estrella de nuestra ruta, continuamos hasta Abadín, pequeña e interesante parada por donde pasa el Camino del Norte, uno de los ocho Caminos de Santiago que finalizan en la plaza del Obradoiro de Compostela. Los parajes de la comarca son impresionantes. Pasamos entre montañas muy bajas y alomadas que nos permiten disfrutar de la vieja vía de peregrinación.
La siguiente parada es Vilalba, que en el pasado fue hogar de familias nobles que se integraron en los Lemos y acabaron formando parte del duquesado de Alba. De esa época queda en pie un magnífico torreón que hoy pertenece al Parador de Turismo. Más adelante regresamos de nuevo hacia Meira y nos dirigimos esta vez a A Feira do Monte, capital del municipio de Cospeito, famoso por su impresionante pazo de Sistallo. También en los alrededores veremos la laguna de Cospeito, que estuvo a punto de desaparecer y que gracias a la concienciación de los vecinos y a algunos apoyos recuperó su lugar en el mapa de la ornitología, constituyendo un excelente lugar para los observadores de aves. Toda esta zona es muy llana, algo sorprendente en Galicia, que sólo tiene dos regiones con estas características: A Limia, en Ourense, y ésta, en Lugo, llamada A Terra Chá, topónimo que significa La Tierra Llana.
Ya en el tramo final de nuestro viaje, giramos hacia la cercana torre de Caldaloba, uno de los últimos reductos del Reino de Galicia (siglo XV) y una muestra de lo azarosos que fueron los tiempos medievales en la zona. Pasamos luego por Rábade y Outeiro de Rei donde nos desviamos hacia la aldea de Bonxe, una de las pocas donde aún se practica la alfarería típica. Así, con dos tradiciones bien enraizadas, la del lacón y la de la alfarería, cerramos esta ruta por la Galicia interior y sus encantos.
En Galicia, a la pata delantera del cerdo se denomina lacón. Ya en las Constituciones Sinodales de Ourense, en 1619, se podía leer: “En comer cosa de lacones y otras piezas del cerdo en sábado, guárdese la costumbre que hay en este obispado, la cual es de que se coma”. Dando un salto al siglo XVIII, se constata que ya entonces los lacones se vendían en Galicia y también en el exterior. Esta tradición gastronómica de profundas raíces históricas terminaría por asentarse en el siglo XX, donde la receta del lacón aparece ya en todos los libros de cocina.
Este alimento constituye una buena fuente de proteínas de elevado valor biológico. Posee también una gran cantidad de lípidos monoinsaturados, vitaminas como la tiamina y minerales como hierro, zinc y fósforo. Además, para mejorar el valor nutricional del lacón podemos acompañarlo con grelos, verdura que amplía los beneficios de este plato en la dieta. Todos los detalles de la producción y características del lacón pueden verse aquí.
Para disfrutar del plato en todas las variedades no hay que dejar de probar el lacón con grelos, casi emblema de Galicia. Pero también podemos comerlo asado, servido en lonchas y con patatas, o croquetas de lacón. En Meira, cada dos domingos, hay una feria en la que se pueden encontrar desde camisetas hasta productos de la huerta lucense.
El que para muchos es el mejor castro celta de Galicia, Viladonga, está en la ruta del lacón. Situado entre Lugo y Meira, al llegar podemos aparcar ante un museo que hay que visitar para entender cómo se vivió la época de esplendor entre los siglos II y V d. C.
En Meira se airea el trigo y se honra a Santa María el 15 de agosto. En Vilalba destaca la Feira do Capón, a finales de agosto; y en Lugo se dan cita miles de personas por San Froilán, el 5 de octubre. Las citas en Mondoñedo son en San Lucas (cinco días antes de la segunda semana de octubre) y en mayo, cuando tiene lugar la Feria de Ganado das Quendas, con más de 300 años de antigüedad.
El hotel Pazo de Orbán e Sangro se levanta en Lugo sobre un palacio barroco del siglo XVIII. Cientos de rincones tranquilos para leer y silencio garantizado, en un edificio emblemático que se encuentra ubicado a 150 metros de la catedral, junto a la muralla romana. Situado en una zona residencial a pocos minutos del centro histórico de Lugo, el hotel Santiago & Club Termal luce moderno su edificio de cristal y aluminio. Junto con la habitación, podemos disfrutar de la piscina cubierta, jardines, gimnasio, sauna y solarium.