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Como si se tratara de nuestra particular epopeya, enero nos puede parecer un mes lleno de sinsabores. A la tradicional melancolía posvacacional se unen las telarañas que han ido asentándose en nuestros bolsillos tras los dispendios navideños. Pero, como siempre, rebuscando en el cancionero podemos entretener esta especial travesía por montañas, colinas, cuestas y demás pendientes. Tal vez nos ha quedado una playlist densa y tensa, como el mes. Pero siempre llena de sabor. Y en este caso, sudor. Bienvenidos…
Los padres de la electrónica alemana siempre han hecho gala de su europeísmo, y aunque ya habían homenajeado a la ronda gala años antes, en 2003 le dedicaron todo un disco. Cumbres míticas, paredes que nos resultan casi imposibles de superar, sirven de metáfora para describir nuestro mes más duro.
El guitarrista y mente compositiva de Oasis acaba de publicar hace unas semanas un nuevo trabajo con su actual banda, y nos demuestra que su invitación al baile con ritmo de glam y pop es más que suficiente para superar obstáculos, por muy sagrados que pudieran parecernos.
Eso sí, no queremos ser nosotros quienes nos veamos en medio del fuego cruzado que se traen los hermanos entre sí. Así que damos voz también al cantante y co-mente compositiva de Oasis, que acaba de debutar en solitario y también se enfrenta a muros de cristal. ¡Haya paz, hermanos!
Pero tendremos que reconocer que si de muros hablamos, y más de los que parecen recios, las alturas que alcanzaron ladrillo a ladrillo Pink Floyd son prácticamente inalcanzables. Claro que para muchos todo aquello era un ladrillo en sí mismo, pero a ver quién no ha escuchado ese coro angelical e inquietante.
Ni Martí Perarnau ni el resto de compañeros en Mucho tienen pelos en la lengua a la hora de describir la actual escena musical. Ellos, que ya anticiparon el apocalipsis en su disco de 2013, saben que bien vale establecer un campo base a la hora de enfrentar una montaña, por muy desproporcionada que sea.
Pendientes más que frías son las que parece invitar a recorrer nuestro maldito enero, ya que, al fin y al cabo, no dejamos de lado la temporada de esquí y nieve. Y frialdades puede también ofrecer el gran Jeff Tweedy, siempre encontrando el camino entre la caricia y el acero.
Pero que no cunda el desánimo. No hay montaña suficientemente alta como para hacernos desistir. Un clásico entre los clásicos, dos voces eternas entregando el consejo que todo escalador (de corazones, de montañas, de vidas, de cuestas de enero…) necesita.
Los tonos épicos de los ingleses Foals funcionan de maravilla en los festivales, así que no es de extrañar que haya codazos por tenerles sobre sus tablas. De la misma manera, puedes probarlos para superar las cuestas del mes, aunque estas estén tras la misma puerta de tu casa.
Unos clásicos de los 70, que siempre lucieron fuerza y energía a lomos de su hard-rock. Y cuyo nombre les hace estar por derecho propio en tan empinada lista como esta. Tanto de la banda como de su primer disco, 'Climbing!'. Recibamos pues a la canción que lo abre, uno de sus grandes éxitos.
La banda de Fito Cabrales incluyó en su sexto disco, 'Correos', del año 2000, diversas colaboraciones, entre ellas alguna composición de Edorta Arostegi, voz del grupo vasco The Flying Rebollos. Y entre todos, caminan cuesta arriba por esta historia llena de alcohol crudo.
Siempre han sido capaces Sam France y Jonathan Rado de sacar adelante su particular visión de la música entre el rock clásico y la modernidad, tiznados ambos de excelentes gotas de negritud musical, que se encuentra cuando a veces ni se la espera, como en esta bíblica montaña azul.
En más de una ocasión los trabajos de Thomas Yorke y compañía han supuesto un manotazo sobre la mesa de la música popular de los siglos XX y XXI. Que se lo digan si no a su 'OK Computer' de 1997. Densidad inquietante y agobiante la que trasciende en esta escalada incluida en el mismo.
Venga, de acuerdo, apretaremos pero no ahogaremos. Por ello dejamos densidades aparte y respiramos aires funky, alegría bailable y gusto por saltar los muros que nos acorralan. Todo de la mano de un lozano Michael Jackson, aún negro de piel, de rasgos, de música, de espíritu… Faltaban aún tres años para su gran pelotazo con Thriller, pero aquí estaba toda su grandeza.
Y ya que nos hemos atrevido a descargar tensiones, damos paso a una de esas voces que arrasan en el pop de la década actual. El pelirrojo Ed Sheeran vive desde hace tiempo un momento de plenitud comercial, y no parece tener muros y sí castillos sobre su colina.
Esto es harina de otro costal. Y vaya costal. El dúo californiano formado por Will Halsey y Ash Reiter endulzan su montaña para pasear, subir, escalar y terminar agotados y felices al ritmo de su pop-folk teñido de psicodelia. Una exquisita delicia para ir encarando la llegada a la cumbre.
Y desde arriba, una vez hecha cumbre, poder admirar valles y ríos profundos, y la excelencia de una de esas parejas hacedora de canciones tan inolvidables como tormentosa y violenta fue su relación.
No tendrá queja el bueno de Kevin Morby de su carrera en solitario más allá de la banda de Brooklyn Woods. Sus discos reciben el abrazo de los aficionados y la crítica más exigente, y su pop, con espléndidos guiños sesenteros, le deja ver el horizonte bien despejado desde su cumbre.
Quien nunca para de subir es Mark Oliver Everett. Y ojalá no lo haga nunca hasta llegar a su luna, porque quien nos dio el maravilloso libro Cosas que los nietos deberían saber sobre su desasosegante vida, siempre ha sido capaz de transmitir emoción pura en sus canciones.
Vamos llegando al final de este tortuoso camino, y a medida que la cuesta de enero va quedando atrás nos embarga un cierto sentimiento de tristeza. El sudor del esfuerzo tiene estas incongruencias. Como las que cantan dos de las voces más confirmadas del pop-rock nacional.
Y nos quedará el contarlo, el saber que un año más pondremos la directa hacia la próxima parada con el esfuerzo completado. Y gozaremos contándolo, como lo hacen el bajista inglés Dave Holland y el guitarrista flamenco Pepe Habichuela fusionando jazz, flamenco, tango, rumbas, bulerías o cuanta música con sentimiento se les ponga por delante.