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El 31 de diciembre es un día, mejor dicho, una noche, larga, larga y propicia para bailar lo que nos echen. Una noche para aquellos que nos entregamos en el fragor de la fiesta, cuando estamos ante miles de ojos pero no nos importa, y nos comportamos como si estuviéramos solos. Dejándonos llevar al son de canciones viejas o más nuevas, pero que todos, o casi todos, tenemos interiorizadas para la fiesta y el sudor. Que la comida de Año Nuevo ya no se lleva, hombre.
A ver, ¿quién sabía que Boney M. era un grupo alemán? Pues sí, fue creado por el productor germano Frank Farian en busca del éxito en pleno auge de la música disco y con músicos antillanos dando la cara, siendo la más conocida seguramente la de Bobby Farrell, el cantante masculino. Así que, aunque cualquier canción de ellos podría ser un excelente comienzo, que dejen claro que estamos en Navidad. Aún.
Aquí siempre fue conocida como "Un paso adelante", y su éxito trascendió los ambientes mod y pop en los que el revival ska de los 80 tuvo su origen. Madness eran británicos y los que antes dieron el salto a las listas comerciales, dotando de una imparable fuerza festiva al instrumental originario del músico jamaicano Prince Buster.
Aunque si hablamos de fuerza festiva, quién va a negar la de Los Manolos, y más para una noche en la que, ayudados o no por el alcohol, los abrazos tienden a la exaltación de la amistad. La canción fue compuesta para los juegos olímpicos de Barcelona 92, pero más allá de la versión de José Carreras y Sarah Brightman, pocos olvidarán el jolgorio rumbero de estos barceloneses para despedir aquellos fastos. Pues bienvenidos a estos.
El bueno de Rafael Martos Sánchez es habitual en los recopilatorios de villancicos de este país, pero también en los que tienen un simple contenido lírico. Su característico y particular histrionismo invita al desfase, y muchas de sus canciones contienen letras que realzan la grandilocuencia de cada momento, como esta versión de un original del italiano Salvatore Adamo. Y quién no espera que la Nochevieja sea eso, su gran noche.
Pues eso, que pasadas las uvas y comenzadas las primeras libaciones y primeros bailes, más de uno deja de dudar de su pegada física y atractivo. Si ya lo preguntó el rubiales de oro allá por 1978, lanzándose en plancha a la música disco (y con algún "préstamo" del brasileño Jorge Ben) desde el rock de origen bluesero que siempre había practicado. El tiempo le dio la razón, en lo de sexy y en los aires de éxito que tenía la canción.
Los Radio Futura que la mayoría de la gente conoció fueron muy diferentes a lo que apuntaron en su mítico primer disco, todavía con Herminio Molero y Javier Pérez Grueso en la banda. Pero aquel Música moderna incluía esta Enamorado de la moda juvenil, entre otros aciertos, que el paso del tiempo y su imparable ritmo han convertido en un clásico de cualquier fiesta que se precie.
De toda la horda de cantantes melódicos italianos que hicieron las delicias patrias durante los 70 y parte de los 80, tal vez sea Umberto Tozzi el que más supo trascender fuera de los ambientes más de clubs de fans. Y este Gloria, publicado en 1979, alcanzó un éxito masivo e internacional, que dura hasta hoy. Y si no lo crees, pues eso, vete a una fiesta de fin de año, para cierta edad, claro.
Pero no solo de melodía iba a vivir el bailongo. También un poquito de rock viene bien. Y si hablamos de celebraciones en que se vaya a alcanzar cierto grado de sudor y alcohol (la de Fin de Año viene niquelada para ello), esta pieza que Jim Steinman compuso para "Cacho Carne" en su disco Bat out of hell, tiene la capacidad de convertir a cada uno de esos bailongos en todo un cantante rock. El dueto con Ellen Foley ayuda, y mucho.
Chuck Berry debería aparecer en cualquier fiesta o lista por su propio valor. Pero aceptemos que no todo el mundo tiene los oídos abiertos al rock and roll ni a sus clásicos. Pero el cine ayuda, y mucho. Cuando Tarantino puso a bailar a Uma Thurman y John Travolta a su ritmo en Pulp Fiction, aparte de recrear un baile que se baila desde entonces en cualquier fiesta, abrió muchas orejas a la grandeza de esta canción y del propio Berry.
Una canción de fiesta tiene que tener un ritmo, un alma, un aire, que sea capaz de arrastrar directamente a la gente al centro de la pista. Pocas lo consiguen, pero vaya si lo hace este Ca plane pour moi del belga Plastic Bertrand, músico, presentador de televisión y orgulloso representante de los one-hit wonder que alcanzó su fama allá por 1978. Muchos creerán no conocerla hasta escucharla, seguro.
Cualquier cantante o canción de los 60 españoles, tan ye-yes, parecería bienvenida a la música fiestera de Nochevieja. Pero el caso de Karina ejerce una especie de influencia hipnótica que obliga a su presencia sí o sí. Ese aire nostálgico e inocente hace que la concurrencia abra de par en par su propio baúl de los recuerdos.
Y ya que estamos con bailables españoles a caballo entre los años 60 y 70 del siglo pasado (¡uy, qué mal suena dicho de esta manera!), cómo olvidar a Fórmula V con Paco Pastor al frente, posteriormente convertido en uno de los capos de la industria del videojuego en España. Sí, Eva María es el paradigma de la canción del verano, pero qué más da si conseguimos que suene en lo más álgido del calor de la fiesta de Fin de Año.
Poca duda hay de que el británico Jeff Lynne es un auténtico orfebre pop, pero tampoco de que en muchas ocasiones, su ELO resulta almibarada en demasía. Aún y así, su disco Discovery fue un éxito incuestionable en medio mundo, incluida España. Además, el dulce de canciones como este Don’t bring me down bien puede anticipar el chocolate con churros que espera siempre al final.
Una buena entrada de año rejuvenece al más viejo. Vamos, casi como volver a nacer, a pesar de que la resaca del día siguiente se empeñe en hacernos creer lo contrario. Eso de renacer bien lo sabe el cantante francés Patrick Hernandez, que lo hace en cada fiesta en que suena su éxito de 1979. Consiguió dar vida a una de esas canciones que se pegaban a la suela de cuantos bailaban sobre una pista, y que pocos hubieran esperado que lo siguiera haciendo 40 años después.
Ay, la bendita publicidad. Esa que consigue que melodías escondidas en nuestra memoria más recóndita vuelvan a salir como torrente desaforado. Así que estos días muchos hemos recordado a este dúo italiano de principios de los 80, ahora que vuelve a sonar algo parecido a su canción en televisión. Y ahora que, tantos años después, muchos podemos seguir haciendo nuestro el título de marras.
Otros que no pueden faltar en fiesta que se precie, y que continúan en activo y con miles de seguidores por medio mundo. Lo cierto es que del dúo británico podríamos escoger de entre un buen puñado de clásicos fiesteros, de aquellos que consiguen hermanar a bailongos de toda clase y condición, pero nos hemos decantado por este Go west porque fue una exitosa versión de otro grupo que, aunque indirectamente, también merecía estar en esta pista: Village People.
A ver, que levante la mano quien, habiendo tenido edad para salir entonces, no bailó esta canción en la Nochevieja del cambio de siglo, aquel glorioso paso de 1999 a 2000. Y es que Bega lo petó completamente con esta versión abierta, muy abierta, del Mambo Nº. 5, originario del cubano Pérez Prado. ¡¡¡Sí, maambo!!!
Pues ya que estamos con estos ritmos latinos y fiesteros, ahora que todo eso ha sido sustituido por el trap y el reggaeton, seguro que más de uno bailó como si no hubiera un mañana en aquellos años 90 con este Tiburón. Se trata de un muy buen ejemplo de esa mezcla entre merengue y house que decían adorar los neoyorquinos de origen dominicano Proyecto Uno.
Años después, los dos componentes de este dúo, Alex de la Nuez y Christina Rosenvinge, han mantenido carreras más o menos exitosas pero muy bien valoradas en cada uno de sus círculos. En su momento, cuando debutaron discográficamente en 1988, seguro que no pensaron que este Chas!, a pesar del éxito que cosechó entonces, mantendría su presencia en multitud de fiestas. Mucho menos que cada sonada suya se convirtiera en uno de los puntos culmen de la noche.
Y terminamos, y no lo hacemos con la consabida lenta, que tal vez no es la noche de Fin de Año el mejor momento para ello. Así que lo hacemos con otro incunable, una canción por la que no pasan los años ni las generaciones, que es tan representativa de la esencia de este país como su intérprete. ¡Pues eso, a bailar, aunque no te quieras enterar!