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Así que qué mejor que proponer un puñado de canciones con el mundo de las motos por montera para acompañar viaje y estancia en el municipio más motero de España: Cheste, donde, por tercera vez en su carrera, se coronó campeón de Moto GP Marc Márquez (Repspol Honda Team). Tú también puedes confeccionar tu propia playlist en nuestro Music on the Road.
Comenzamos con un clásico entre los clásicos, la adolescente enamorada del líder de la pandilla, un motero que termina de manera trágica cuando rompen su relación. Es 1964 y el sonido del motor impregna toda la canción.
"Cacho Carne" creó en 1977 una obra que huele a goma quemada por todos los surcos del vinilo, desde la portada a las historias que rinden homenaje a canciones como la de las Shangri-Las.
El sabor del rock clásico de la Creedence siempre deja gusto a libertad, la misma que se siente sobre dos ruedas, a toda velocidad y en buena compañía
Aunque solo fuera por el nombre de la banda, no podían faltar los de California, homenajeando directamente a la pandilla motera que acompañaba a Marlon Brando en "Salvaje".
Lynyrd Skynyrd harían famosa esta maravilla de Cale que prácticamente hace sentir el viento sobre nuestro rostro mientras vamos por la carretera. Más que un placer.
Un auténtico enamorado de los coches como el canadiense supo hacer que soñáramos con la melena rubia al viento de la protagonista mientras conduce su Harley.
Algo tan americano como la música de los Beach Boys no olvida sin embargo la diversión que pueden sentir sobre una pequeña Honda. Y puede ser todo un homenaje a Márquez.
No importa si el bueno de Browne no especifica si va sobre dos o cuatro ruedas. Su canto de amor a la carretera siempre ha sonado tan libre que merece recordarse.
Las guitarras de los escoceses que llenaron de distorsión los años 80 y 90 engrasan a la perfección la sensación que cantan de ser uno solo sobre una carretera vacía montado en su moto
Otros que al igual que B.R.M.C. tienen todo el derecho de aparecer en esta lista simplemente por su nombre, guiñando un ojo a las motos que llenaban el "Quadrophenia" de The Who y al revival mod de los 80.
Dos símbolos culturales y sociales unidos en una canción hipnótica. Por un lado, el rubor sexual de la Bardot. Por el otro, las históricas burras nacidas en Milwaukee. Una unión imbatible.
Sin abandonar ni Francia ni las dos ruedas, la Piaf canta con su vehemencia habitual al motorista que quería a su máquina por encima de todo.
Desde Palma de Mallorca y desde mediados de los 80, La Granja supuso una estimulante mixtura de power-pop, garaje-rock y pop-rock no exento de la chulería propia de su chico de la moto.
En plenos años 60, la motocicleta suponía todo un soplo de libertad en nuestro país, y nuestro grupo más internacional de entonces supo sacarle más partido que la versión de Los Pasos que les llevó a toda una batalla editorial.
Si hay representación de los 60 y los 80 nacionales, no íbamos a obviar la plena actualidad de este siglo, y los pamplonicas El Columpio Asesino representaban las inquietudes de toda una generación a base de ritmos turbadores.
Sin duda, los anteriores deben mucho a los neoyorquinos, así como todo grupo que haya mamado de la electrónica y el rock underground. Y el gran y recientemente desaparecido Alan Vega supo contarlo sobre una moto.
Quiebro hacia el rock clásico, el que bebe directamente de la esencia de The Band para trasladar el espíritu a plena carretera en busca del blues motero.
No solo el espíritu norteamericano ocupa la mítica de las dos ruedas. Desde 1992 y en plena ola Brit-pop, la banda galesa no deja escapar la ocasión de plasmar su activismo político sobre dos ruedas.
El Boss no evitó cantar al "Ghost Rider" de Suicide, a la libertad siempre unida al horizonte infinito de una carretera y al olor a gasolina. Que para eso es el Boss.
No podía ser de otra manera. Hay que terminar con otro clásico entre los clásicos de la libertad de la moto y la carretera. Unido indisolublemente a la película "Easy Rider", todos hemos soñado alguna vez con romper nuestras ataduras.