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Los problemas digestivos suelen ser la primera causa de susto. Es importante cuidar lo que te llevas a la boca. Sobre todo, en vacaciones, dejarse tentar por alimentos refinados repercute en el organismo. El exceso de grasas obliga a trabajar más al aparato digestivo, haciendo que las digestiones sean más pesadas.
La naturópata María José Berlanga García explica que "para digerir las grasas, el aparato digestivo tiene que segregar más ácidos, por lo que a veces nos puede producir reflujo y una acidez que causa molestias. Para evitarlo, es mejor elegir alimentos poco grasos". ¡Horror! Acidez y estreñimiento.
Si el vientre hinchado como un globo, el mal humor o el dolor de estómago te impiden relajarte y aprovechar la playa, ¡ojo! porque "durante las vacaciones es muy habitual sufrir estas irregularidades en el tránsito intestinal por el cambio de hábitos. Levantarse más tarde, no hacer ejercicio y comer más de la cuenta, sin horarios regulares, consumir menos frutas y verduras, no estar en casa... son algunos de los motivos por los que nuestro intestino empieza a funcionar de manera irregular", apunta Berlanga García. Si a esto se le añade que la principal actividad física es tumbarse al sol y leer, dormir o visitar el chiringuito, al intestino le costará más digerir y eliminar los deshechos.
Te resultará muy fácil seguir estos consejos naturales para ser un poco más amable con nuestro cuerpo, incorporando a tu dieta diaria:
· Frutas como piña y papaya, ricas en enzimas digestivas que deshacen las proteínas y favorecen la digestión.
· Alimentos fermentados como tempeh, miso, yogur... en los que predominan bacterias probióticas beneficiosas para nuestra digestión y flora intestinal.
· Infusión de regaliz que ayuda a relajar el músculo abdominal y neutraliza el exceso de ácido gástrico.
· Alimentos ricos en fibra como higos, ciruelas secas, cereales integrales, legumbres y beber una mayor cantidad de agua que contribuirá a que el intestino se regule.
Cuando llega el verano suben las temperaturas y vamos más ligeros de ropa, lo que repercute en la piel, a la que hay que saber cómo cuidar para evitar males mayores. Las principales reacciones suelen ser eccemas y picaduras.
Tal y como comenta la naturópata Berlanga, estos problemas "surgen como consecuencia de que la piel está más expuesta al sol al realizar más actividades al aire libre (practicar ejercicio, ir a la playa o piscina, realizar las comidas fuera de casa...), con el consiguiente peligro de las quemaduras y picaduras de insectos". También existe una mayor predisposición a que ciertos alimentos provoquen reacciones en la piel.
Para remediarlos se puede recurrir al aloe vera o a la cebolla. Aplicar el gel que se encuentra en el interior de la hoja de la planta ayudará a la recuperación celular de la piel afectada, gracias a la cantidad de agua y nutrientes que contiene. Otra alternativa es colocar una rodaja de cebolla sobre la zona durante 8 horas. El azufre y quercetina que contiene ayuda a calmar el dolor así como a desinfectar y regenerar la piel.
El calor no solo llama a que las playas y los campings se abarroten de gente, también atrae a otros molestos compañeros que no son precisamente nuestros vecinos, sino los insectos. Berlanga insiste en que llevemos siempre con nosotros aceite esencial de árbol de té. Una pequeña gota sobre la picadura aliviará el picor gracias a sus propiedades desinfectantes y cicatrizantes.
Para los aventureros, los que practican deportes y los que viajan con niños es recomendable meter en la mochila caléndula, el arroz y aceite de árnica. No hay nada como la caléndula tanto en aceite como en crema a la hora de calmar eccemas y rozaduras. También reducirá una inflamación un cataplasma de arroz hecho a base de 40 g de arroz integral molido y 60 ml de leche, aplicado sobre la piel durante 8 horas. Y si para rematar se te ha jorobado el día con una caída, golpe o torcedura explorando a lo Indiana Jones, el aceite de árnica ayudará a bajar la inflamación así como a relajar las piernas y a favorecer la circulación.
Al final del día, llega la hora del descanso después de tanta actividad. Aún así, hay varios motivos que pueden afectar el sueño durante las vacaciones. El cambio de temperatura, no llevar una alimentación más sana o la falta de horarios regulares y las siestas interminables pueden causar dificultad para dormir como un lirón por la noche.
Tranquilo, la tila y la pasiflora te echarán una mano. Son plantas que ayudan a reducir la inquietud, el nerviosismo e inducen al sueño tomadas en infusión. También se pueden aplicar unas gotitas de aceite esencial de lavanda en la base del cráneo, sienes y detrás de las orejas. Y ahora ya a dormir a pierna suelta. ¿Qué aventuras te esperan mañana? De momento, a soñar con ellas.