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“Aquí es habitual que en los bares se organicen -más bien surgen espontáneamente- foliadas. Son encuentros a los que la gente va con su instrumento y se toca principalmente música tradicional. En ellas ni hay repertorio cerrado ni un grupo protagonista en el escenario… Es una reunión en la que todo el mundo interviene”, comenta Julia Marín Ramírez, una de las pocas artesanas que se dedican al arte de fabricar instrumentos tradicionales de percusión en Santiago de Compostela.
¿En qué se diferencia la pandereta galaica de la de otros lares? Pues esencialmente en la forma de tocarla. “En Galicia movemos el instrumento y en el resto de la península lo que se mueve es la mano”, asegura Miguel Rivas desde su taller de Pontevedra. La multitudinaria afición de tocar la pandereta -se dice riscar en el rico idioma gallego-, necesita artesanos que creen instrumentos que apetezcan ser tocados. Instrumentos hechos a mano en los que se han utilizado materias primas de proximidad y en las que el artesano ha dedicado pasión y aplicado técnicas ancestrales.
Olviden los prejuicios. Piensen que la pandereta no es un exotismo autóctono, sino que este instrumento puede dar mucho juego no solo en fechas navideñas, sino también en festivales y fiestas. Ya son muchos los percusionistas amateurs que deciden acudir a estos eventos con su propia pandereta. Poco se necesita para convertirse en el alma de la fiesta: un instrumento de calidad y práctica y tesón para tocar al compás. Además, en internet hay tutoriales para todos los niveles.
Como suele suceder en muchos lutieres, sus inicios comienzan tocando. “Mi trayectoria empieza cuando estaba en un grupo de gaitas y, además, siempre me gustó trabajar con las manos, por lo que sentía la curiosidad de cómo estaban hechos los instrumentos. Así que empecé haciendo pequeñas reparaciones y, lo que surgió como una afición, al final se convirtió en mi profesión”. Pero cuidado, que no ha dejado los escenarios. Actualmente Xosé toca en Brincadeira, una asociación de música y baile tradicional con 70 años de existencia, y también está en un trío. “En Bailad Malditos!”, que así se llama la banda, “hacemos música de baile tradicional pura y dura, de gaita, tambor y bombo. Ahora mismo son en los que participo… ¡Pero he estado en más!”.
Xosé atesora en su taller compostelano todo tipo de herramientas y panderetas, bombos o tambores para reparar o a medio terminar. Para realizar sus panderetas, Xosé utiliza maderas de pino, cerezo y nogal. “Para mí el momento más crucial es el doblado de la madera, porque tienes que estar atento a muchos factores como la temperatura a la que pongas el molde, la velocidad con la que quieras doblarlo, la dirección de las vetas… Algunas de ellas son más rebeldes y tienes que tener el oído preparado por si notas algún sonido que te alarme”.
En la madera se colocan las ferreñas, esas piezas metálicas que resuenan de forma característica. “El número de las ferreñas puede ser diferente en una pandereta o en otra. La pandereta es un instrumento muy configurable y esa es una parte que se hace a gusto del cliente. El modelo básico vendría a ser el de nueve pares de ferreñas alternas. Eso es un poco lo que se estila, pero luego se pueden hacer de siete, de ocho o de cuatro alternas o no”. Además, Xosé realiza en la base del bastidor de madera una oquedad de unos cinco centímetros con una intención clara. “Yo la llamo rebaixe (rebaje) y, más que para agarrar bien la pandereta, es para que, dependiendo del tamaño de la mano de quien la toca, sea más o menos cómoda. En algunas ocasiones, cuando la persona tiene un problema en la mano o la pandereta es para un niño, miramos, medimos y adaptamos”.
Otro de los elementos protagonistas de este popular instrumento es el parche, para el que se suele utilizar piel de cabra y oveja. “La de cabra es más dura, más resistente y da un sonido con más volumen, mientras que la oveja es más suave, más blandita y más maleable”. Al estar fabricadas a mano, cada una de sus panderetas son únicas y por ello la perfección no existe, aunque sí puede buscarse. “Yo creo que para conseguir una buena pandereta lo importante es que le de al cliente, a quién la toca, lo que busca: el sonido que él busca, la comodidad que él busca, el peso que busca… son factores que varían de unas personas a otras”.
Los precios de sus panderetas oscilan entre los 45 y 50 euros, pero si se quiere alguna personalización el precio, obviamente, sube algo más. Y, atención, porque la pandereta cuanto más se use, mejor suena. “A los clientes normalmente no les gusta el sonido de las panderetas nuevas porque están muy tensas y suenan a pandereta recién hecha. Tiene que pasar un tiempo de uso para que se vaya consolidando como instrumento”.
‘XOSÉ TUNHAS PERCUSIÓN’ - O Portanxil, 15. Trasmonte (Ames), A Coruña. Tel. 638 31 13 22.
Está claro que, para construir un instrumento, debes saber tocarlo, y el caso de Miguel es parecido al de Xosé. “Yo estaba vinculado a la música tradicional desde pequeñito tocando en el grupo de gaitas donde vivo. Siempre me resultaba curioso saber cómo estaban doblados los tambores, cómo se curvaba la madera, un material que, además, me apasiona. Cuando acabé la ESO, lo que hice fue estudiar carpintería, ya con idea de dedicarme a esto. Tuve suerte porque en el ciclo de estudios que hice había un profesor que también le gustaba la música tradicional y tenía curiosidad por doblar las maderas, y al final fuimos probando cosillas y me fui enganchando más y más”. En la Escuela de Artes y Oficios de Vigo aprendió a construir gaitas, pero para los instrumentos de percusión siguió el método de prueba y error. De sus manos salen tambores, bombos, gaitas, pandeiros, tarañolas y, por supuesto, panderetas.
“¿Qué caracteriza a mis panderetas? Principalmente cuido mucho los acabados. Me paro mucho en que la madera esté bien seca, para que no haya problemas a largo plazo, y después en las pieles del parche, porque siempre pongo pieles de calidad”. Para el proceso de trabajo con la madera, el vigués suele tomarse su tiempo. “Le doy muchas manos de lija, después sí que le doy una capa de tapaporos o dos, dependiendo de la madera, y después las aplicó un barniz que sé que me va a aguantar”. Además, sus panderetas pueden ir decoradas. El lutier tiñe la madera con colores y también las enriquece con grabados, pero siempre adaptándose a las necesidades y deseos de los clientes. “Si el músico quiere la pandereta más o menos ligera, más pesada, menos pesada, al final lo que hago es adaptarme a lo que me piden”.
Lo que no suele personalizar son las pieles, simplemente las tensa según su técnica personal. “A la hora de llevar a cabo este proceso, por el tiempo y la experiencia que tienes, vas más o menos siguiendo el mismo procedimiento. Más o menos tengo pillado el punto de tensión de la piel, pero eso lo vas cogiendo con el tiempo”, comenta el artesano. En el caso de que le pidan el parche customizado, echa mano de parches sintéticos, como el llamado Dorotea, desarrollado por Tomás Ageitos. Este parche consigue un sonido idéntico al parche natural, pero sin sufrir variaciones por cambios de humedad o temperatura -a diferencia del elaborado en cuero-, además, su pelaje sintético ofrece una sensación y apariencia casi idénticas a los parches de origen natural y, en cuanto a posibilidades ornamentales, permiten imprimir cualquier dibujo o acabado que se desee.
El diseño de las panderetas es tan perfecto que poco hay que hacer para mejorarlo. “En la pandereta se puede cambiar la distribución de los pares de las ferriñas y poco más. Ni siquiera en el tamaño, casi siempre suelen ser del mismo diámetro”, una medida que ronda los 20 o 25 centímetros. A pesar de todo, a Miguel le gusta investigar. “Me gusta mucho probar otros tipos de madera, jugar con los tensados o utilizar otro tipo de cuero”.
Miguel ha notado un cierto efecto Tanxugueiras en la sociedad porque, aparte de fabricar y reparar instrumentos, también imparte clases de percusión tradicional. “Después de lo de Eurovisión, sí que veo que la gente se ha metido más en clases. Al final es algo que siempre estuvo ahí, pero ahora la gente se anima más. Y gente de todas las edades. Este año entraron bastantes alumnos desde los 6 hasta los 70 años”. Eso en lo referente a tocar, pero ¿qué ocurre con el tema de aprender a fabricar instrumentos tradicionales gallegos? Como muchos otros artesanos, Miguel empezó a fabricar panderetas de forma autodidacta y, al final, “esto no deja de ser un oficio, que si no se mantiene se acabaría perdiendo”. Por ahora el oficio no tiene pinta de que se pierda en el olvido, ya que existen escuelas en Orense, Lugo y Vigo.
‘MIGUEL RIVAS’ - Rúa Beillesa, 16. Vigo, Pontevedra. Tel. 608 62 21 23.
Las mujeres que se dedican a la fabricación de instrumentos tradicionales gallegos pueden contarse con los dedos de una mano y Julia Marín Ramírez es uno de esos dedos. Su trayectoria es similar a la de sus colegas, salvo que ella llegó de tierras murcianas. “Soy de Cartagena y estudié Bellas Artes en Valencia. Cuando rematé la facultad, vine a Santiago a hacer un máster de arqueología y se me fue de las manos. Vine aquí por un año y llevo más de siete”.
Es gaiteira desde pequeña, por lo que su contacto con la música tradicional gallega viene de lejos, aunque empezó a tocar la pandereta cuando llegó a la capital gallega. “Aquí la música es una seña de identidad muy grande. En Cartagena, por ejemplo, desde hace una década se está intentando recuperar la formación musical tradicional. Es un trabajo duro, pero va poco a poco”. Incluso ella sigue vinculada a la música que se hace en Cartagena, ya que forma parte del grupo de gaitas y percusión Celticue. Incluso nos muestra una instrumento típico de su tierra: la caña rajada, que tiene un sonido muy contundente.
En Compostela, la artesana no está en ningún grupo estable y cerrado. “Hay como una red de compañeras a las que sabemos que se puede acudir cuando nos llaman para tocar en un bautizo o en un cumpleaños”. Julia comenzó a fabricar panderetas por pura necesidad. “Cuando empecé a tocar la pandereta no tenía instrumento propio. Me dije bueno, puedo comprar una pandereta, pero mejor voy a ver si me la puedo hacer. Me salió bien, o relativamente bien, y luego seguí haciendo alguna más y así empezó todo”.
La artesanía siempre ha estado presente en su vida. “Siempre he estado enredando con cosas y, como al principio no tenía pensado que fuese una salida laboral, pues empecé poco a poco, sin invertir mucho dinero en materiales, herramientas y maquinaria, principalmente porque no sabía dónde iba a ir”. Actualmente se dedica a hacer instrumentos de percusión -principalmente por encargo- y, por ahora, su taller es pequeño, con lo que no puede competir a nivel de producción con otros talleres con más solera. “Mi clave es intervenir todo lo posible en el proceso”, así que Julia se encarga de todo, desde doblar la madera hasta dar forma a las ferreñas.
La caja (o bastidor) de sus panderetas -que ella decora con pirograbado bajo demanda- están hechas en madera de haya, “porque es la más fácil de curvar y yo lo hago a mano y por eso necesito que la fibra sea recta, que sea uniforme, para que, cuando haga la tensión las vetas, no se separen”. A veces experimenta con resultados más o menos óptimos. “Una vez que consigues ciertos resultados, la idea es ir poniéndote retos. Y si te encuentras problemas, ir solucionándolos. Ahí es donde está un poco la creatividad”. En cuanto a los parches, la artesana prefiere el de oveja. “También los hay de cabra, e incluso de ternera, pero este último es mucho más duro”. Ante la idea de usar materiales sintéticos, Julia tiene sus dudas. “Por ahora esos parches son muy caros y, entonces, tendría que poner mis panderetas a un precio más elevado. Yo pretendo que siga siendo un instrumento accesible y popular. Las mías, las más comunes con nueve pares de ferreñas, las vendo a unos 60 euros”.
Una de las peculiaridades de sus trabajos es que sus ferreñas suelen ser más pequeñas de lo habitual. “La pandereta puede llegar a sonar de forma muy estridente y si hay una pandereta no pasa nada, pero si hay siete, puede tapar a otros instrumentos. Si es una pandereta para acompañar gaitas no importa que las ferreñas sean muy grandes, porque el sonido de la gaita es muy potente, pero si es para cantar lo tienes que hacer por encima de no sé cuántas panderetas, incluida la tuya, y al final es un desgaste. Entonces yo prefiero hacerla más pequeña porque, además, se disminuye el peso. Lo que hace la gente cuando va a alguna foliada es trabar algunas de las ferreñas para que no suenen todas”.
Para ir a esas fiestas (foliadas) y llevar la pandereta con estilo, Julia confecciona bolsas en patchwork de diferentes tejidos, un accesorio que también se puede usar como bolso. Además, suele acudir a los mercadillos, feiras y festivales para vender sus productos. “Este año estuve en Carboeiro y en Pardiñas, ambos son dos encuentros de música tradicional muy potente y también acudí a las ferias de artesanía de Agolada y Muxía”. Y si han pensado introducirse en el apasionante mundo de la pandereta, Julia les recomienda que la primera que se compren pese poco.
‘ARTESANÍA JMR' - Corredoira dos Muiños, 21. Santiago de Compostela, A Coruña. Tel. 696 18 71 78.