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Ángela Ibáñez es una polifacética artista que nació sorda. Está licenciada en Derecho y lleva toda su vida ignorando esa corriente que nos golpea de frente cuando somos diferentes. Lo que importa, comenta, es centrarte en lo que puedes hacer. Su vehículo para el cambio ha sido, desde siempre, contar historias. "Fui directora y guionista de mi primer cortometraje, Despertar, que fue seleccionado en el Festival Clin (Reim, Francia)", relata con orgullo. "Eso me permitió conocer a los integrantes de la compañía Teatro Manu, compuesto por personas sordas y oyentes. Algo me cambió por dentro después de aquella experiencia", recuerda. "Quería llegar más lejos, parecerme a ellos". Así fue como terminó protagonizandoCáscaras vacías, la obra mejor adaptada hasta la fecha. La expresión que le pone título era el modo en que los nazis se referían a las personas con alguna discapacidad.
Ella es una de las últimas en abandonar su localidad en el Teatro María Guerrero. Hoy ha venido como espectadora a ver 'In Memoriam', una obra que cuenta con sesiones subtituladas y audiodescritas. "Dentro de la comunidad sorda nos encontramos con una dificultad añadida, que es la heterogeneidad. Cada persona sorda es distinta pero todos, absolutamente todos, reivindicamos nuestra hambre de cultura", sentencia. A la salida, no pierde la oportunidad de hacer una propuesta a Esmeralda Azkarate-Gaztelu, directora de contenidos de Teatro Accesible: "Sería interesante que hubiese plazas reservadas para personas con discapacidad. Así se evitaría que alguien que lo necesite escoja, sin darse cuenta, un asiento en el que las cortinas o el decorado tapen parte del subtitulado".
Ambas se conocen desde hace tiempo, del trasiego de unas salas a otras. "Los teatreros terminamos por vernos con frecuencia y nos hacemos recomendaciones para próximas escapadas", aclara. Alrededor de la dramaturgia se ha desarrollado un turismo diferente. "En verano hay citas ineludibles como el Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro, que este año cumple ya 40 años", pone como ejemplo Azkarate-Gaztelu.
Este 25 de Marzo, Madrid se sacude el sueño para sumergirse en la décima edición de la Noche de los Teatros, una iniciativa que rinde tributo a las artes escénicas con motivo del Día Mundial del Teatro. No hay mejor marco para recordar la Estrategia integral española de cultura para todos, por la que el Gobierno se compromete a que sean accesibles al menos el 10% de las representaciones de los teatros nacionales dependientes del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y la Música (Inaem) y aquellas que reciban subvención del Ministerio de Cultura.
"Hasta ahora, este colectivo se había visto relegado a una oferta infantil en edad adulta y era muy difícil que les atrajese. A eso hay que sumar el ruido en la platea, que les obligaba a sentarse en primera fila", denuncia esta traductora teatral y audiodescriptora. "Nosotros trabajamos para que eso cambie. A nadie debería extrañarle que su compañero de butaca lleve unos auriculares", añade. En España hay casi dos millones de personas con discapacidad auditiva y visual, así como ocho millones de personas mayores de 65 años que tienen dificultades para disfrutar de la cultura.
Una representación teatral accesible garantiza que el ocio deje de estar asociado al estrés por falta de igualdad de oportunidades. "Lo ideal sería que la accesibilidad estuviese presente desde la concepción de una obra pero, entre tanto, la técnica sirve de atajo para encontrar soluciones", explica Diego Carrero, socio fundador de APTENT. Be Accessible!.
Un proyecto de investigación en el Centro Español del Subtitulado y la Audiodescripción propició que este ingeniero de telecomunicaciones y su compañero, Javier Jiménez, soñaran con vencer las barreras de la comunicación. "Nos dimos cuenta de que las alternativas que se utilizaban eran muy rudimentarias y que poca gente sabía como acceder a ellas", rememora. "Una señora nos contó que celebró con champán la llegada del teatro subtitulado porque, hasta entonces, se aprendía de memoria las obras para poder seguirlas con lectura de labios", ejemplifica.
Durante estos cinco años han trabajado en 30 ciudades, 66 teatros, 19 festivales, 255 obras y 604 funciones. Casi nada. "Nos hemos encontrado con retos de todo tipo", recuerda Esmeralda Azkarate-Gaztelu. "En una ocasión El Brujo se puso a conversar con la pantalla de subtitulado y desde el otro lado le contestamos, claro". Los técnicos miden los silencios y tratan de reaccionar, en la medida de lo posible, a la velocidad y la improvisación de los actores; teniendo en cuenta, además, el ritmo de lectura.
Toda esta labor se concentra en la palma de la mano. "Los móviles son un gran aliado. Ahora, con un programa que funciona con un sistema parecido a la identificación de canciones que utiliza Shazam, se pueden sincronizar los subtítulos o la audiodescripción con el sonido que haya en escena", indica Carrero.
Las palabras no lo son todo. En el teatro de La Zarzuela nos invitan a agudizar otros sentidos a lo largo de una visita a sus instalaciones en las que el clásico 'esto no se toca' ha quedado desterrado. Los asistentes exploran el espacio escénico donde luego se representará la obra y, acompañados por las explicaciones de un equipo de profesionales, recorren con sus manos la escenografía, el vestuario y elementos de utilería, incluso tienen la oportunidad de hablar con algunos intérpretes de la producción para luego reconocer su voz. "Yo nunca he visto una góndola y, mira, ya la he tocado", comenta encantada Fuensanta Mejías, una de las participantes. "En la audiodescripción escuchas como se mueve el barco y, después de haber estado aquí, todo se vuelve más real, casi lo dibujas en tu mente", resume.
Las visitas táctiles son cada vez más demandadas. En el último pase con la Compañía Nacional de Teatro Clásico, más de 60 personas se animaron a tomar la escena. "Siempre se ha dicho que cuando se pierde un sentido, el resto despierta", comenta Beatriz Lerones, directora de comunicación de Aptent. "Estos tours favorecen la integración, ya que tratan de compensar la discapacidad con otras capacidades".
Sin embargo, para esta periodista la joya de la corona es el proyecto de adaptación cognitiva. "Desde el año pasado estamos buscando caminos para facilitar el acceso al teatro a personas con discapacidad intelectual. Hemos encontrado dos maneras de hacerlo. Por una parte, elaboramos un folleto de lectura fácil en el que les explicamos la sinopsis de la obra y quiénes son los personajes en un lenguaje sencillo. Los móviles, de nuevo, nos permiten dar un paso más allá y ofrecemos un servicio parecido a la audiodescripción en el que podemos introducir pequeños matices para ayudarles a comprender lo que está pasando. Por ejemplo, esta vía nos sirve para recordarles que dos de los protagonistas son hermanos o que se han enfadado por algo que sucedió en el acto anterior", detalla. En definitiva, el teatro accesible es sólo un paso más hacia la integración y la creación de experiencias de ocio compartido.