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La sala, oscura hasta ese momento, se inunda de una luz tenue en el momento que entra el visitante. Poco a poco, las paredes se llenan de movimiento. Tortugas, medusas, tiburones, caballas, sargos, vivaces bandos de peces llenan con su vuelo acuático las pantallas que tapizan la sala, mientras el borboteo del agua y el aire submarino se hacen banda sonora. Movimiento, armonía y vida, oscuridad y nada transmutadas en océano.
Las pantallas laterales continúan su hipnótico discurso, mientras la frontal se puebla poco a poco de partículas que se convierten en nuevas criaturas marinas y la música se hace algo más agobiante. Entonces aparece la silueta de nuestra especie, criatura ajena y, por lo que se ve en el mundo real, enemiga de ese otro mundo igual de real, pero desconocido por sumergido. Es Ai Futaki, una japonesa inmersionista que, en compañía de otro buceador, interactúa con el medio marino y sus criaturas. Su singular ballet suspendido en la pared, la convierte en parte de aquel universo. Imagen llena de esperanza, tras el último vuelo de la pareja, el espectador sale conmovido mientras la sala vuelve a su estado primigenio.
'Somos agua', el último proyecto expositivo de la fotógrafa catalana Isabel Muñoz, ha sido presentado en las salas del Museo Lázaro Galdiano, donde permanecerá hasta el próximo 29 de agosto. La que promete ser una de las cimas de la edición de PHotoESPAÑA de este 2021 que intenta ser normal, es un trabajo que interacciona con el espectador, de manera que cada visitante va a tener una experiencia diferente, en función de su movimiento. Con este trabajo, la creadora, Premio Nacional de Fotografía y ganadora de dos World Press Photo, quiere llamar la atención sobre el preocupante estado de los océanos.
Andaba Isabel Muñoz implicada en su monumental proyecto dedicado a los agobiados mares de nuestro planeta, cuando de manera impensable le llegó el permiso largamente solicitado para poder trabajar en Japón. "Era algo que había pedido hace 25 años, pero tal vez por ser mujer, y joven, se fue dilatando, pero de repente se me abrió, en paralelo a mi trabajo con el agua, la posibilidad de ir a Japón", explica la autora en medio de su exposición.
Muñoz marchó al país del sol naciente en busca de sus orígenes, que no son otros que el agua, y su mitología. "Fui buscando a Materasu, la diosa de la luz; quería fotografiarla debajo del agua". Y conoció a Ai Futaki. Apneista con dos récord Guiness, embajadora de medio ambiente de Japón y la única embajadora del agua. Puede decirse que, aunque submarino, fue un flechazo instantáneo. "Ai es una persona que cuando tiene contacto con el agua, se convierte en un habitante más del medio marino. Es una forma mágica de interactuar, le da la mano a los cocodrilos, los peces la consideran una de ellos…". Y empezaron a trabajar.
De su colaboración nació otro capítulo de este proyecto que llevaron a cabo entre los icebergs que navegan por las aguas de Hokkaido. No fue sencillo. Aguantar seis grados bajo cero y el influjo de las corrientes marinas. "Yo no soy ni fotógrafa submarina, ni una buena buza, pero necesito tocar lo que voy a fotografiar, sino no podría hacerlo. Estar a esas temperaturas, atada para moverme lo menos posible, pendiente del tiempo de oxígeno, fue un enorme reto físico y técnico", recuerda la fotógrafa que ya ha cumplido 69 años.
"En paralelo, PHotoESPAÑA y Acciona nos propusieron hacer una pieza sobre el agua. Tuvimos la suerte de que, en plena pandemia, Ai Futaki pudiera venir a España y en el Oceanografic de Valencia nos permitieran trabajar en sus instalaciones", recuerda Muñoz. "Queríamos trabajar con las belugas, para hablar de las especies en peligro de extinción, pero al ver a Ai interaccionar bajo el agua con los peces, las medusas y los demás habitantes del agua, empezamos a trabajar en la idea de cómo era el mar al principio, hasta que nació esta obra que hoy presentamos", cuenta la fotógrafa.
La intención de la creadora es romper la barrera que siempre existe entre observador y la obra. "Para mí es muy importante que el ser humano esté dentro de esa imagen. Nosotros dentro de la obra, dentro del mar", ensoñación en la que cree con firmeza Isabel Muñoz. "Aún estamos a tiempo de preservar el agua como un derecho de los seres humanos, de la vida. Creo que todavía estamos a tiempo de poder dejar a mis nietos, a las generaciones futuras un mundo mejor".