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Hay un libro, Dueñas del show (Joy Press, Ed. Alpha Decay, 2018), perfecto para cualquier momento, pero especialmente para estos tiempos raros, que narra cómo empezó todo en la industria audiovisual norteamericana para el mundo de las mujeres creadoras, actrices y guionistas. Fruto del empecinamiento de muchas de esas mujeres talentosas, de su sabiduría, de su paciencia, el panorama de ficción es cada vez mejor, con más brío femenino, más natural y menos masculino. Se acabaron las historias con una sola voz, donde las mujeres solo tenían sentido si eran las hijas, las madres, las novias, o las hermanas del protagonista.
Este año, desde el pasado ocho de marzo a este nuevo que llega, las plataformas y la tele se han llenado de potentísimos relatos donde ellas, las mujeres, tienen una clarísima voz propia. No están solo en pantalla, también están detrás, escribiendo, produciendo y dirigiendo. Son mujeres que desafían sus límites, que ya están metidas de lleno en la producción, en la creación. Y su mirada se nota. Un dato interesante: las series entre cuyos creadores hay al menos una mujer contratan a muchas más guionistas y actrices para papeles protagonistas. Otro dato: en 1963, en la tele americana, (la nuestra no existía) rara vez se veían mujeres emancipadas. Años después, cuando ellas empezaron a crear, pasaba esto en los despachos de los ejecutivos: si había hombres y mujeres en el equipo que había ido a vender su serie, los directivos solo se dirigían a él.
Pero pasó el tiempo y un día las ficciones se llenaron de mujeres distintas. "Podían ser corruptas, despiadadas, insensatas e incluso seres humanos heroicos por sí mismos. Eran implacables desde el punto de vista narrativo, no tenían clemencia con los que podrían ser los personajes favoritos de la audiencia, ofreciendo pocas catarsis o resoluciones sencillas", tal y como cuenta el libro Hombres fuera de serie (Brett Martín, Ed. Ariel, 2014).
Y aquí estamos. He reunido un top 5 de las series que ahora mismo no deberíais perderos. Series que nos interpelan como mujeres, que nos tratan como lo que somos, personas complejas y no siempre buenas. Series divertidas o románticas, series con protagonistas de rompe y rasga, perfectas para ver con tus hijos y dialogar con ellos a través de lo que cuenta la pantalla… Tienen una cosa en común: en todas ellas, las mujeres con más de 40 años ya no son comparsas, adornos, ahora son las protagonistas.
Es una de esas series británicas de la BBC buenas de verdad. Donde no hay fallos de guión, donde los escenarios son perfectos y los actores de altura. Series con fondo, que cuentan historias que ya sabemos pero que parecen nuevas. Este mes se ha estrenado la segunda temporada y mientras escribo esto he sabido la mejor de las noticias: la BBC hará tercera entrega. Empiezan a rodar este mismo año.
De mujeres que "deben lanzar mordiscos en un mar de tiburones". Cuatro mujeres, la madre abogada y sus tres hijas, dos de ellas abogadas también, son las protagonistas totales de este drama judicial que nos cuenta sus vidas, las del trabajo y las de fuera, la de casa y las de las relaciones sentimentales. Son mujeres con miserias, con debilidades, que trabajan como abogadas matrimonialistas, que tienen vidas complejas, que dudan, que se hartan. Madre atípica, que quiere a sus hijas a su manera; hijas que la odian y que la aman a partes iguales. Mujeres con ganas de vivir y de empezar, y también de que el mundo las deje en paz. Protagonistas con dobleces. Mujeres de verdad, personajes auténticos, metidas a contar tramas verosímiles y adictivas.
Dos temporadas. Con seis episodios cada una, de una hora de duración cada uno. Total, 12 horas de tramas amorosas, profesionales, materno-filiales. Doce horas de aristas, conflictos personales, cosas mundanas, relaciones fraternales… La tercera temporada arrancará diez meses después del final del último episodio. No puedo hacer spoilers, claro, así que me limitaré a decir eso: que habrá salto temporal. Está creada por una mujer, la guionista británica Aby Morgan (que escribió Sufragistas (2015), entre otras películas). Fue un éxito desde el primer episodio, que vieron 7 millones de espectadores en la BBC.
Porque todas tenemos algo de cada una de las protagonistas. A veces el hartazgo. A veces lo sentimental. Las zozobras, la risa, la fraternidad. Lloramos tan a menudo como ellas, aunque en el trabajo nos hagamos las duras. Y también buscamos cosas: nuestro sitio en el mundo, por ejemplo. Razones para seguir en pareja o para no seguir. Hay que verla porque es entretenida, distinta, compleja. Y porque es muy interesante ver los entresijos de un bufete de abogados matrimonialistas, con sus alucinantes acuerdos prenupciales, sus navajazos a la hora de conseguir un buen divorcio, sus salvajadas…
Una serie española, de la plataforma Movistar+. Protagonizada total y absolutamente por Candela Peña, que es sin duda la reina del año. La segunda temporada, recién estrenada, te dan ganas de dejarlo todo y marcharte a esa isla y que te pase algo y te juzgue la protagonista. Y también de estudiar derecho, de imponerte ante los que siempre ejercen el poder con altanería y reparar las injusticias que provocan.
A la jueza Candela Montes la destinan a El Hierro, como una especie de castigo, porque no es una mujer que se acople, que se pliegue. Sus maneras de trabajar poco convencionales resultan incómodas. Arrastra con ella hasta la isla una compleja situación personal (es madre soltera de un niño con una fuerte discapacidad) y allí tendrá que bregar con una tierra complicada como El Hierro y unos casos más complicados aún. Pero tejerá relaciones personales que le harán apreciar cada vez más su destino.
Dos temporadas, la última estrenada el día 19 de febrero. De ocho episodios la primera y seis la segunda. La serie la han creado y dirigido dos hermanos talentosos, los gallegos Pepe y Jorge Coira.
Porque Candela Peña está sublime. Porque El Hierro, la isla, es una personaje importantísimo y porque los dos, El Hierro y Candela, consiguen que no puedas apartarte. A su lado languidece lo demás. Quieres ver a Candela todo el rato contenerse, decidir, dudar, explotar, gritar, desesperarse, angustiarse y caminar cimbreante por El Hierro con esos tacones. Es una serie oscura y bien fabricada. Y te quieres ir de inmediato a visitar la isla. La ficción como escaparate turístico funciona aquí más que nunca. Si la Tenerife Film Commission tenía esa intención cuando gestionó un rodaje en ese lugar, que sepa que dio en el clavo. La isla aparece fabulosamente fotografiada. Y todo tiene sentido porque sucede allí, con ese paisaje rotundo de fondo.
Sin complejos, maravillosamente banal. Puro divertimento. Qué bonito es todo, qué guapos, qué luz, qué vestidos, qué escenarios, qué dilemas tontos, qué amor romántico, qué fantasía todo. Parece una novela de Jane Austen, pero con sexo y humor. Yo creo que, si esta escritora viviera ahora, escribiría algo así.
Es una serie de época, un buen e insólito drama histórico estadounidense basado en un superventas: los libros facilones de Julia Quinn. Jóvenes debutantes, alta sociedad londinense entre 1811 y 1820 (periodo regencia, se llama), monarquía, matrimonios pactados, amoríos. Y una reina, y varios miembros de la alta sociedad, negros. Un desfase estupendo para pasar una tarde estupenda también, tumbada en el sofá, viendo como vuela el tiempo.
Una temporada, ocho episodios. Vista la acogida inicial, tras su estreno en diciembre del 2020, Netflix se apresuró en anunciar que habría más. La historia de amor puede seguir, y si no, se pueden tramar otras. Producida por la gran Shonda Rhimes que adapta con libre albedrío la obra de Quinn, en cuya novela se basa la serie. Es la primera serie que esta showrunner crea para Netflix. Y estoy segura de que no será la última. El exitazo ha sido tremendo.
Porque salen personajes negros (o "de color", como aún se dice en el marco de lo políticamente correcto) sin que venga a cuento, sin que tenga que responder a una causa. Son negros porque sí, como los blancos. En la novela no hay, pero incluso a la escritora le ha gustado este cambio. Porque incluso los giros de guión que resultan difíciles de creer, te los pasas sin remilgos, por lo bien hecha que está y por el buen rato que te hace pasar. Me gusta de la serie que habla también de tipas que se enfurecen y que pelean para vencer las normas arbitrarias o absurdas, o para cambiar el camino que alguien, generalmente un hombre, escribió para ellas.
Su creadora, decía, es Shonda Rhimes, la misma que ideó Anatomía de Grey, la que "feminizó los géneros médico, político y legal y rehabilitó el muy desprestigiado concepto de serie de chicas" (Joy Press, en Dueñas del show). Esta serie es un antídoto contra el mal rollo, contra el momento exacto en el que estamos y neutraliza un poco (que tampoco está mal) el efecto de las series que nos anuncian el apocalipsis o que se meten de lleno en las oscuridades del alma humana… Y sí, los dos protagonistas masculinos son soberbios, puras beldades.
Hace casi 40 años, el escritor Walter Tevis escribió una de esas novelas de formación, esas obras que cuentan la vida de los protagonistas desde la niñez hasta la vida adulta. Además, la dotó de suspense, hizo que la protagonista fuera una cría desamparada y superdotada llamada Beth Harmon, que descubre en el ajedrez su pasión vital. Cuatro décadas después, dos avezados guionistas, Scott Frank [que escribió los guiones de El intérprete (2005), o Shameless (2011)] y Allan Scott (autor de la adaptación musical de Las aventuras de Priscilla, la reina del desierto), cogieron Gambito de dama y la convirtieron en una serie adictiva con una protagonista de relumbrón.
Cuenta la historia de una niña huérfana, Beth Harmon, que descubre por casualidad, en el orfanato en el que vive, su destreza con el ajedrez. Su vida, a partir de ese momento, repleta de peripecias de todo tipo, girará en torno a ese deporte. Una mujer en un mundo tomado literalmente por hombres mayores y soberbios la mayoría, que no tuvieron más remedio que rendirse ante las altas capacidades de esta cría aparentemente frágil. La historia abarca su vida entera, sus decepciones, sus quebrantos y sus logros deslumbrantes.
Una temporada cerrada de 7 episodios, de duración variable (entre 45 y 65 minutos). El día de su estreno, el 28 de octubre de 2020, se convirtió en la serie más vista del día en Netflix y ocupó el top 10 en 92 países distintos, según los datos que da la plataforma. Caso de que hubiera segunda temporada, sería ya una versión libre, sin libro en el que sustentarse porque la historia original de la novela está contada ya en estos siete capítulos redondísimos. La serie se basa en una novela, Gambito de dama, de Walter Trevis (1983). Pero ojo, aquí la protagonista es poco agraciada. La ficción la convierte en una joven bellísima, en una de esas exigencias del audiovisual que ya cada vez tiene menos sentido.
Porque, aunque no te interese el ajedrez, acabarás entendiendo las pasiones que desata cuando las desata. Porque su protagonista Anya Taylor-Joy es magnética, linda, corajuda, lista, decidida, que toma las riendas de su carrera y la antepone a todo, sin que en las tramas de la serie se la juzgue por ello. Porque quieres en tu armario todo el vestuario que se muestra (con razón el Museo Británico le dedicó una exposición virtual, en tiempos de confinamiento, con la colección de trajes que luce la protagonista).
Porque cuenta bien, según los expertos en la materia, la precisión del ajedrez, lo apasionante que puede ser, lo adictivo, el mundo complejísimo que contiene. Y porque es la historia de una niña que con todos los elementos en contra logra despuntar, brillar y ser la número uno. Una niña que está cargada de ambición y a la que nadie, ni la ficción ni el espectador, la castiga por ello. Hace lo que quiere hacer, cruza puentes peligrosos y sale airosa.
Tres protagonistas, tres actrices estrella de Hollywood, deciden involucrarse en la producción de una serie que las cuente a ellas. Es una bofetada contra las masculinidades y las relaciones tóxicas, contra el maltrato físico, contra la culpa de las mujeres cuando se les señala como malas madres. La actriz Reese Witherspoon, cansada de no recibir papeles para ella, por edad, por criterio, por apetencias de ficción, decidió ponerse al frente de la producción e involucrar a su amiga Nicole Kidman. Son, pues, productoras ejecutivas.
Reese Witherspoon, Nicole Kidman y Laura Dern son las tres madres con alto poder adquisitivo sobre las que gira toda la trama. El suspense le da una vuelta de tuerca (hay un asesinato extraño cuya resolución es el eje de la trama) a este drama que ahonda en los conflictos personales de todas las protagonistas. Ahora les toca a ellos, a los hombres, estar a la sombra en la ficción. Son acompañantes pero las que llevan la voz cantante, el peso, son ellas.
¿Temporadas? ¿Episodios? ¿Creación?
Dos temporadas. Y si hay que elegir, quedaos con la primera, que es perfecta. La segunda es un poco seguir por seguir. Aunque yo la disfruté mucho, sobre todo porque sale Meryl Streep. Son 14 episodios de unos 50 minutos cada uno (oscilan minutos arriba minutos abajo), que es la duración perfecta para todo. La historia está basada en la novela del mismo nombre, escrita por la autora Liane Moriarty en 2016. Luego llegó el guionista David E. Kelley (que escribió y creó la gran serie Boston Legal, por ejemplo) y la adaptó. Y el resultado es un diez.
Porque las actrices tienen un buenísimo guión que defender. Porque son las dueñas del show en todos los sentidos, porque se solidarizan, se unen, tienen intereses comunes y van a por ellos. Porque incluso en la ira se entienden perfectamente. Porque el final de la primera temporada es balsámico para todas las mujeres maltratadas de la historia. Porque sus casas son fabulosas y cuentan muchas cosas de las tragedias íntimas. Porque no son felices ni infelices, porque superan duelos, crían a sus hijos cometiendo fallos, se enamoran y se desenamoran. Llevan tacones, ropa bonita, estilismos perfectos, y a la vez están pendientes también de otros asuntos de enjundia. La vida en realidad.
Y para acabar, algunas recomendaciones más que podéis revisitar o descubrir de pronto en la plataforma HBO, que tiene un catálogo bien interesante sobre este asunto.
'Patria': serie de Aitor Gabilondo, en la que las dos actrices vascas protagonistas lo cuentan todo en un abrazo seco. En la gala de los premios Feroz del cine y la televisión le dieron a Elena Irureta, que es una maravilla, el premio a mejor actriz de serie.
'Killing Eve': ¿Cuándo se había visto que un thriller estuviera protagonizado por una asesina y por la policía que la persigue sin tregua? Pues de eso va esta serie insólita y frenética donde quieres que gane cualquiera de estas dos mujeres.
'Sexo en Nueva York': como la serie regresa en breve (sin Samantha, eso sí, que se lleva mal con la protagonista), este es un buen momento para ver a la pandilla caminar con estiletos por la quinta avenida, como si tal cosa, con vestidos fabulosos.
'Euphoria': porque Zendaya, su protagonista, la chica del momento, nos acerca a un mundo adolescente y posadolescente que no queremos conocer las que tenemos hijas de esa edad, pero que existe. Es una serie abrupta, dura, muy potente audiovisualmente.
'Mrs. America': el feminismo americano, en su la famosa segunda ola de los 60-70, contado por todas las líderes del momento. Con historias de verdad, o basadas en hechos de verdad, con una protagonista, Cate Blanchett, en el papel de mujer conservadora que batalla desde la política, en contra de los avances que quiere consolidar el colectivo feminista.