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En el retrato que Ignacio Zuloaga realizó a Miguel de Unamuno en su estudio de París en 1925, el escritor aparecía con varias figuras de papiroflexia, y no es por algo casual, sino porque el filósofo, pensador y rector de la Universidad de Salamanca era un gran aficionado desde su niñez a este arte de plegar papel. “La pajarita es, a no dudarlo, la forma arquitectónica, digámoslo así, que el papel pide y exige, la forma que del papel surge naturalmente, la perfección de la figura de papel, el perfecto ser papiráceo”… concluyó en su libro Amor y Pedagogía. Además, Unamuno bautizó el arte de hacer la clásica ave como cocotología, un término inspirado en la palabra francesa cocotte cuyo significado no podía ser otro que el de… pajarita.
Si Unamuno puede considerarse como uno de los pioneros de la papiroflexia en España, Zaragoza podría ser el epicentro de este arte en Europa. Allí se encuentra la Escuela-Museo de Origami de Zaragoza (EMOZ), un espacio donde aprender y admirar las figuras de grandes papiroflexistas, incluido el gran exponente de la Generación del 98. “En el museo contamos con algunas de las figuras que él hizo y también, como curiosidad, algunos modelos que nos trajo su nieto. Cuando vino a visitar el museo nos plegó tres cerditos, que eran modelos originales de su abuelo. Está encantado con el museo y ya ha venido varias veces a visitarnos”, asegura Jorge Pardo, impulsor y director del EMOZ.
Hace 80 años, un grupo ecléctico de personas se reunía en los cafés de la capital maña para dar rienda suelta a su afición y, gracias esa dedicación, Zaragoza fue consiguiendo cada vez más adeptos hasta generar la Escuela-Museo y la Asociación Española de Papiroflexia (AEP), donde aficionados comparten conocimientos y experiencias. Además, aquellos pioneros se carteaban con aficionados de otros países, una costumbre que el EMOZ sigue manteniendo muy viva. “Hay otros museos de origami más pequeños en Japón, Corea, Rusia o Uruguay, pero nuestro museo es el más importante del mundo porque se centra en creadores”, argumenta Jorge.
“Desde que inauguramos ya han pasado más de 30 exposiciones y hemos tenido a los mejores papiroflextistas de todo el mundo. De la parte de oriente destaca Akira Yoshizawa, que fue la única vez que han salido sus modelos de Japón, y luego la muestra de Éric Joisel, el gran maestro occidental. La colección de modelos que tenemos aquí, en Zaragoza, es la más importante de todo el mundo, incluso tenemos más piezas que su familia en Francia”.
Las salas del EMOZ acogen un viaje detallado por la historia del origami asiático y su llegada a occidente, con el desarrollo del plegado con tintes recreativos y artísticos a partir del siglo XVII. Y, por supuesto, un recorrido por las distintas técnicas. “Nosotros lo hemos separado en siete técnicas desde el Origami Elemental, considerada la más tradicional, hasta el Origami Modular, caracterizado por juntar varios papeles… Otra técnica más evolucionada, más moderna, sería el Origami Orgánico, que es arrugando el papel. Esta técnica fue fundada en Francia por el grupo CRIMP, liderado por Vincent Floderer”.
Cada tres meses se cambian las figuras por la fragilidad de la materia prima. “Intentamos que las piezas no estén expuestas mucho tiempo”, explica el Director del EMOZ. “No sabemos cuánto tiempo van a durar si diez, cien o mil años… pero tratamos, sobre todo, que no reciban la luz directa del sol y que no tengan mucho cambio de temperatura y humedad”, algo que podría perjudicarles gravemente.
Aparte de las exposiciones, otra labor importante de la institución son las actividades divulgativas. “Tenemos talleres de iniciación a los que la gente se apunta, aunque ahora están cancelados por el covid y no sabemos cuándo los vamos a retomar. Lo que sí están funcionando son los talleres para grupos ya formados: de un colegio, de una asociación, un grupo de amigos… Confirman el número de personas y lo llevamos a cabo. También nos desplazamos a otras localidades para realizar los talleres”. Y no sólo montan exposiciones de papiroflexia en su sede, también en organismos de otras localidades interesadas.
“Acabamos de terminar hace muy poco una expo en el Museo Provincial de Pontevedra y ha sido un éxito rotundo -comenta Jorge, orgulloso-, están contentísimos con nuestra exhibición y esto nos suele pasar con frecuencia. Vamos a hacer una exposición fuera y solemos batir récords de asistencia”, asegura.
Para finalizar, Jorge Pardo añade algunos consejos para aquellos que quieran iniciarse en este entretenimiento. “Hay gente que le gusta mucho y se relaja plegando, y otros todo lo contrario. No les gusta nada, entonces se ponen nerviosos porque no les sale la figura. Los primeros días no se puede empezar doblando un dragón, por ejemplo, que es una figura complicada. Esto es como la música, hay que empezar con el do, re, mi, fa, sol, e ir evolucionando. Es importante la paciencia. Ir poco a poco y no querer correr antes de avanzar. Siendo constantes se pueden hacer cosas mucho más complejas”.
Practicar la papiroflexia es beneficioso para la salud. Mejora la habilidad manual, la memoria, la destreza, la paciencia, la visión espacial… y ahora, que estamos tan enganchados a las pantallas, sería una buena forma de desconexión. ‘Minimum’ es un local especializado que abrió hace doce años en el madrileño barrio de Chamberí de la mano de Manuel Carrasco, arquitecto de formación y papiroflextista de corazón, cuya pasión por este arte le surgió en su infancia, pero fue en 1992, al ver el pabellón de Japón en la Expo de Sevilla, cuando recibió el flechazo definitivo.
“Empecé por mi cuenta a investigar. Por entonces había pocos libros en España, pero bueno, los pocos que había los fui leyendo y aprendiendo, y cuando pensé en abrir la tienda sabía cuatro cositas. Desde entonces he aprendido mucho y es curioso, pero mi desarrollo ha ido paralelo a la evolución del origami orgánico, el que podría considerarse como origami moderno, cuyo despegue se ha dado en estos últimos años. Hace quince años no se veían estas cosas”, relata.
En su espacio se pueden comprar pequeñas figuras para regalar, papeles de gran variedad de texturas o libros para todos los niveles. En definitiva, todo lo que el aficionado puede necesitar. Y, por supuesto, organiza talleres en grupos reducidos (máximo cuatro personas) tanto para niños como adultos y en niveles que van desde la iniciación hasta el avanzado. “Tengo grupos fijos de mayores que disfrutan mucho, pero también de niños que quieren iniciarse. Luego me llaman para dar talleres esporádicos en centros culturales o así. Yo siempre digo que el [origami] es para niños de a partir de siete u ocho años. Cuando son más pequeños sólo les puedes contar dos o tres cositas…”.
“El origami es más técnico de lo que parece y tampoco es tan difícil, aunque hay gente que dice jo, es que esto para mi es muy difícil, pero lo único que se necesita es practica”, comenta entusiasmado. “La papiroflexia es un arte en el que se reproducen invenciones a partir de las instrucciones de otros papiroflexistas que han inventado esas figuras”, puntualiza Manuel. “Yo lo comparo mucho con la música. Es como el compositor y el intérprete. En la papiroflexia por un lado está el creador y, por otro, el que pliega”.
Aunque también hay mucha gente con la imaginación suficiente para crear nuevas figuras. Manuel es uno de ellos y, en ocasiones, se ha planteado recopilar sus piezas y publicarlas en un libro. “Tengo muchas figuras publicadas en otros libros, incluso en alguna publicación internacional importante también”.
Habrá que esperar hasta que tenga el tiempo suficiente para que haga un compendio de sus trabajos, pero, hasta entonces, bien se puede disfrutar de sus obras. “A la gente le llama mucho la atención cuando una figura es muy realista, como por ejemplo el escorpión, el mono o el gorila… pero luego también gustan las figuras geométricas cuando son muy elaboradas. Hay otro mundo, que es el origami 3D, que curiosamente es muy admirado por el público, pero que a mí personalmente me gusta menos porque parece de ganchillo. He vendido algunas figuras pero requieren mucho tiempo ya que su proporción no es cuadrada, sino rectangular”.
Las figuras de Manuel abren una puerta a lo que podía ser una de las funcionalidades más vistosas de la papiroflexia: el interiorismo. Además de las zoomorfas o geométricas, ha creado unas pantallas de lámpara capaces de convertirse en el foco de atención en cualquier estancia. “Yo he trabajado mucho para publicidad o decoración. Acabo de hacer, por ejemplo, unas estrellas grandes para una tienda… Luego el origami tiene muchas aplicaciones, hasta en investigaciones científicas se utiliza, ya que las proteínas, por ejemplo, se pliegan…Incluso ingenieros de la NASA han hecho paneles desplegables en un telescopio. Para la gente que no lo conoce y que cree que es doblar papelitos y aviones, decir que el origami es mucho más”.
Diego Ante quiso dar una vuelta a las figuras de papel que creaba por afición y lo que se propuso hacer, con gran éxito, es llevar a la mínima expresión todas aquellas figuras que creaba doblando papel. “Cuando aprendí papiroflexia empecé con el reto de hacer las figuras lo más pequeñas posible. Después hubo un paso bastante lógico o coherente. Una vez que tienes una miniatura de papel ¿Qué hago con ella? Primero intento tratarla porque me gustaría conservarla porque, al ser más pequeñito, siempre es más fácil perderla o estropearla. Una vez que las conseguí tratar, convertirlas en un pendiente tampoco fue muy extraño. Vino todo de la mano”.
Así, en 2010, su empresa ‘Joyas de Papel’ empieza su andadura… “Al principio es una afición que va creciendo gracias a las compras de tus amigos, después te animas a acudir a una pequeña feria, vas viendo si funciona... En 2013 se incorporó mi hermana y, a partir de ahí, la marca empezó a crecer, porque yo soy ingeniero industrial y mi hermana es licenciada en Bellas Artes y cada uno tiene una visión de la marca y de las piezas muy distinta, que combinada, funciona muy bien. A mi se me da muy bien todo el tema de la papiroflexia, las estructuras, y mi hermana es muy buena en diseño, en combinaciones de papeles…”.
Lo que más tiempo les llevó fue encontrar el procedimiento adecuado para que minipajaritas, minibarquitos o minigatitos quedaran lo suficientemente protegidos para convertirse en pendientes o collares. “Trabajamos muchísimo con el método de prueba y error porque cada papel que empleamos es distinto. No es lo mismo usar un papel japonés que un papel escrito a mano o tintado por nosotros, o un papel metalizado… cambia el cómo se dobla, la resistencia que tiene, y cómo lo puedes tratar, porque hay procesos que, a lo mejor, te valen para un papel, pero puede que no te valgan para otro. De hecho, hay muchas colecciones que han salido gracias a que dimos con la forma de tratar el papel. Cada vez que descubrimos un papel nuevo nos imaginamos por dónde podemos atacarlo, pero papel nuevo que descubrimos, papel que nos exige adaptarnos a una forma nueva de trabajar. Por desgracia no hemos conseguido que el proceso nos valga para todos”.
Mientras que Diego se siente muy orgulloso de la colección de plata, realizada a base de láminas de plata dobladas como si fuera papel, Begoña Ante tiene predilección por la titulada Museums. “Están basadas en cuadros clásicos y entronca mucho con lo que es ella. Por otro lado, en esa colección conseguimos mezclar metal y papel por primera vez, que para nosotros fue también otro hito importante dentro de nuestra historia”.
Aunque, casi siempre, de la que más se sienten satisfechos es de la última que han sacado a la venta, algo que sucede dos veces al año -en febrero y en septiembre-. “Normalmente nuestro proceso de creación empieza porque Begoña y yo escogemos un tema que nos llama la atención. Puede ser la naturaleza, los cuadros clásicos, un pliegue de un papel, como es la colección Aurea, basada en el pliegue básico de la papiroflexia llamado valle-montaña, que consiste en plegar el papel para un lado y para el otro, haciendo como escalones. Museums fue al revés, quisimos hacer una colección de cuadros clásicos y, partiendo de esa idea, empezamos a buscar los cuadros para ver cuáles de ellos nos evocaban cosas… La inspiración que tenemos viene de muy diversas fuentes”.
Aunque la gente no se lo crea, “hay algunos de los papeles que son más caros que la plata -puntualiza Diego-, porque el papel japonés, por ejemplo, lo traemos de un proveedor muy exclusivo en Japón”. A ello hay que sumarle otro valor añadido: la artesanía. “A día de hoy, la artesanía cada vez está teniendo un valor mayor porque cada una de las piezas está realizada a mano, es única y exclusiva, a su manera”. A ‘Joyas de Papel’ es fácil encontrarlos en algunas de las ferias especializadas más importantes de España, como la Feria de Artesanía de Madrid o en Ofeitoaman y Mostrart, en Galicia. Aunque, si no pueden esperar para ver y comprar sus joyas, pueden visitar su tienda online.