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Las primeras pulseras de festival comestibles, con sabor a albariño de Pepe Solla, fueron un éxito. Hasta Amaia se puso una al bajar del escenario. En la prueba de voltear la tortilla haciéndola subir hasta lo más alto posible siempre había cola, lo mismo que frente a la batería montada a base de cacerolas y sartenes, que todo el mundo quería tocar.
"Mira que sois originales, qué idea tan buena. Una pulsera de festival comestible es lo natural dado el peso que la gastronomía tiene aquí", decía Yolanda León ('Cocinandos', 2 Soles Guía Repsol) mientras se ponía la pulsera en la muñeca y le daba a probar a su marido y socio, Juanjo Pérez.
Y es que los cocineros fueron los primeros en probar la pulsera ideada por Guía Repsol y Pepe Solla y materializada por el obrador madrileño 'Cientotreinta grados'. Aunque entre los artistas también hubo curiosidad por ponerse y catar esta chuche con sabor a albariño, el vino de Rías Baixas en la que se ubica Caldas de Reis, sede del festival. A Andoni Luis Aduriz le gustó tanto la idea que prometió darle una vuelta en 'Mugaritz' (3 Soles Guía Repsol), a ver qué se les ocurría.
Ente los artistas, Amaia se la puso nada más bajar del escenario atraída por su tonalidad naranja y su brillante textura, mientras sus fans aún le pedían otra canción. Tenían ganas de más.
Iván Ferreiro, que jamás se pierde PortAmérica, fue otro de los predispuestos a probar cosas nuevas como distintivo comestible. Se trataba de una experiencia piloto, una prueba para trabajar durante el año y buscar nuevos sabores y texturas.
A @amaiaromero también le encanta nuestra pulsera comestible para el #ShowRockingGuiaRepsol 🙌🏻 @portAmerica #GuiaRepsol pic.twitter.com/Z1RqKV0lIc
Entre los festivaleros, a los que se entregaba la pulsera en la barra del ShowRocking Guía Repsol tras pedir las tapas, la acogida fue espectacular. De la muñeca pasaba al paladar en segundos. Algunos directamente se la comían como si fuese el postre. Todos querían repetir y llevarse un ejemplar de recuerdo.
Lanzar la tortilla a más de un metro de altura, que dé la vuelta y caiga sin romperse sobre la sartén es algo que, a simple vista, puede parecer fácil. Pero no, no resulta tan sencillo. Muchos fueron los valientes que se acercaron hasta el carrito de Guía Repsol para poner a prueba sus destrezas en la cocina con este divertido reto. Ataviado con delantal, el primer concursante coge la sartén por el mango. Pesa más de lo que parece y son necesarias las dos manos para sujetarla bien. Llega el lanzamiento y la fuerza de la gravedad se convierte en tu peor enemiga.
La rapidez y la precisión son claves para que la tortilla caiga de la mejor manera posible sobre la sartén. Si se deforma, el siguiente intento será aún más difícil. Con cada tirada, las risas se convierten en carcajadas. Es complicado concentrarse y la tortilla toma direcciones indeseadas, volando incluso por encima de alguna cabeza del público que espera su turno.
Pero quien la sigue, la consigue. Al final, la tortilla termina donde debería. Reto superado. De recompensa: camisetas, cargadores portátiles para móvil y algún que otro gadget con el logo más Soleado de la gastronomía. Un consejo: no intenten lanzar la tortilla en casa con esta intensidad.
Para todos aquellos festivaleros que querían emular al gran Woody, batería de los 'Madness', o acompañar con unos particulares compases los éxitos de Rozalén y Calamaro mientras actuaban en el escenario, en la pradera del parque de Carballeira disponían de una batería muy peculiar. Platillos, bombo y caja fueron sustituidos por cacerolas, sartenes y paellas, que eran golpeadas por espumaderas en lugar de baquetas.
Algunos seguían bien el ritmo rockero, incluso venían entrenados de casa. A otros, en cambio, seguro que se les daba mejor el manejo de las cazuelas entre los fogones. Eso sí, todos disfrutaron de su minuto de fama musical, sobre todo los más pequeños, protagonistas de un festival muy familiar. ¿Quién sabe, a lo mejor con la batería de Guía Repsol ha nacido una estrella?