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Corría 1932 cuando el primer Concurso de Castells se celebró en la plaza de toros de Tarragona. Presidía el jurado Pau Casals, ya entonces un músico de prestigio, lo que supuso todo un reconocimiento cultural y social a lo que hasta entonces era una tradición sostenida por las clases populares. Entre 8.000 y 10.000 aficionados asistieron a aquel evento, en el que hubo mucha leña, en el argot castellero: las frágiles torres humanas se venían abajo porque intentaban alzarse a toda costa, aunque empezaran trastabillando.
En esta edición, que tendrá lugar el 6 y 7 de octubre en Tarragona, se espera superar el récord de la anterior, cuando 25.000 personas estuvieron presentes. Como novedad de este año, el XXVII Concurso de Castells ha hecho una apuesta clara por la seguridad, con cambios de normativa incluidos. Se penalizarán los hundimientos y se dará más valor a los castillos descargados, aquellos que se desmontan ordenadamente en vez de derrumbarse. Para hacerse una idea de la expectación que genera el certamen, las entradas para la jornada principal solo tardaron en agotarse una hora y 44 minutos cuando se pusieron a la venta el 31 de julio. Tendrá lugar el próximo domingo en la Tarraco Arena Plaza, cuando actuarán los 12 mejores grupos y la espectacularidad está garantizada.
Como un mosaico humano gigante, la arena de la antigua plaza de toros se teñirá con los colores de las camisas de las diferentes collas castelleras, su gran distintivo: el rojo de la colla Joves Xiquets de Valls, que abrirá la jornada a las 10:00 horas, el verde de los últimos ganadores, los castellers de Vilafranca, el lila de la colla Jove Xiquets de Tarragona o el azul marino de los castellers de la Vila de Gràcia, entre otros. Por lo demás, los castellers comparten atuendo: pantalón blanco de un tejido resistente a los tirones y una faja negra, enrollada a la altura de los riñones, que cumple la doble función de proteger la zona lumbar y hacer de elemento de apoyo para subir y bajar al castillo.
Unos 150 medios y más de 300 periodistas, también extranjeros, se han acreditado, explica el director del Concurso de Castells, Xavier González. Este año, aficionados y castellers podrán compartir también sus imágenes, de una gran plasticidad, en Instagram con la etiqueta de #SensacióConcurs. A juicio de González, el hecho de que los castells fuesen declarados Patrimonio Cultural Inmaterial por la Unesco en 2010 contribuyó a despertar el interés internacional, aunque no es el único factor a tener en cuenta. "Las collas han hecho un esfuerzo importantísimo, muchas de ellas haciendo castillos fuera de nuestra casa, y el Concurso de Castells es un momento único para enseñar este mundo de forma más comprensible, espectacular y visual: seguramente ha ayudado a posicionarlo como un elemento interesante de la cultura de Cataluña", defiende.
A partir de 2012 el este concurso estrenó su formato actual, de carácter bienal, y profesionalizó su gestión dando prioridad a la proyección mediática y a la retransmisión audiovisual. Un año antes el documental Enxaneta –estrenado en países como Estados Unidos, Canadá o Francia– explicó al mundo qué cualidades se esconden tras estas torres humanas, que tienen como lema "fuerza, equilibrio, valor y sentido común". Se necesita coraje y concentración, sobre todo, para asumir el riesgo que entraña la práctica: enxaneta es quien corona el castell, niños por su ligereza. A estos menores, a los que se les obliga a llevar casco desde 2012, no les tiemblan las piernas a la hora de escalar la altura de hasta diez adultos superpuestos.
La última edición del Concurso de Castells, en 2016, la ganaron por undécima vez los castellers de Vilafranca. Fue una actuación épica, a la altura de sus 70 años de historia. Los Verdes levantaron dos castillos de diez pisos, un 3 de 10 amb folre i manilles –con tres personas por nivel, reforzado por dos estructuras de personas que los apuntalan en la parte baja– y un 4 de 10 amb folre i manilles (cuatro personas por nivel) y consiguieron descargarlos. Era la primera vez que la Tarraco Arena Plaza presenciaba cómo se descargaba un castillo de diez pisos, una gesta que se proponen repetir este año.
También cargaron una torre de 8 sense folre, una estructura con ocho pisos y dos personas en cada uno de ellos que se considera de máxima dificultad ya que no cuenta con la habitual piña de refuerzo en los niveles inferiores. En una final de infarto que duró más de seis horas, la colla Jove Xiquets de Tarragona y la colla Vella dels Xiquets de Valls ocuparon respectivamente el segundo y tercer puesto del pódium. En total, se vieron 25 de castillos de 9 pisos o superiores, 12 de ellos de gama extra. El listón quedó muy alto para este año.
Antes de la final, el próximo sábado, ya se podrá abrir boca con una primera jornada a cargo de 19 formaciones que, aunque generan menos atención mediática que las del domingo, consiguieron grandes registros en el Ránking Estrella Concurso. Por sorteo, los primeros en actuar a las 16:30 horas serán la colla Nens del Vendrell, seguidos de los Xiquets de Reus y los castellers de Sant Pere i Sant Pau. Viéndolos en acción en los ensayos, prometen estrenar nuevas construcciones.
Previamente, en la plaza de la Font, se celebrará por segunda vez la Diada Internacional. Gracias a ella, el certamen se ha abierto a collas o agrupaciones de fuera de Cataluña que han entrenado duro para la cita y viajan a Tarragona desde sus países de origen. Repetirán la experiencia los Xiquets de Copenhague, los castellers de Londres, los de Andorra y los de París.
También se estrenarán sobre la arena agrupaciones de otros lugares de España como la colla castellera de Madrid y la valenciana Muixeranga d'Algemesí. Al finalizar su puesta en escena, todas las collas participarán en una recepción oficial en el Ayuntamiento de Tarragona y una comida en la que podrán intercambiar impresiones. Serán invitadas, por supuesto, al Tarraco Arena Plaza de Tarragona para que asistan a la primera jornada del certamen.
El segundo escenario del concurso, aunque primero en el calendario, fue la plaza del Castillo de Torredembarra. Allí se celebró el domingo 30 de septiembre el conocido como "concursito", donde agrupaciones más humildes –la mayoría de lugares con menos tradición castellera que el Campo de Tarragona y el Penedés– tuvieron ocasión de ponerse a prueba. Vencieron los castellers de Figueres gracias a un 2 de 7, un castillo de siete pisos con dos personas por nivel: era el primero que conseguían descargar de su historia.
Al acabar, todos corrieron a besar a la enxaneta, una niña llamada Arlet que se subió valientemente hasta la cima. En segunda posición quedaron los castellers de Castelldefels, que cargaron el mismo castillo pero se desmoronó antes de desmontarlo y por tanto puntuaron menos (1.345 puntos, frente a 1.425 puntos de los ganadores). Tras los amarillos, los castellers de l'Alt Maresme –conocidos como los fresones por el color rojo de sus camisas– quedaron terceros en su debut en el certamen. Aunque en esta edición no se vio ningún castillo de ocho pisos, hubo que lamentar menos caídas que nunca: solo 4 de 43 castillos se vinieron abajo.
Torredembarra fue solo el aperitivo de lo que aguarda en Tarragona el próximo fin de semana: las 42 mejores collas castelleras de Cataluña exhibirán sus habilidades a lo largo de estos tres días. Una ocasión ideal para aficionados o viajeros que quieran disfrutar contemplando una práctica que sigue cortando el aliento en pleno siglo XXI.