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Una aclaración para empezar: no ser de Toledo no es razón para no disfrutar de esta festividad en honor al 'Cuerpo de Cristo', que está ligada al calendario litúrgico (por lo que no tiene fecha fija en el calendario) y que se celebra 60 días después del Domingo de Resurrección (o lo que es lo mismo, un jueves de entre finales de mayo y mediados de junio). Aquí encontrarás 10 claves para vivir el Corpus como un toledano más y alguna otra añadida que merece la pena hacer en el primer Corpus, aunque lo tachen a uno de turista.
Unas tres semanas antes del Corpus las calles centrales del Casco Histórico de Toledo comienzan a cubrirse de toldos. ¿Para proteger a los peatones del sol ahora que se acerca el verano? Ni de cerca. Este es un error típico de turista que es mejor no comentar en voz alta o, al menos, en presencia de un TTV.
El Corpus es, en esencia, una fiesta en la que se rinde homenaje al sacramento de la Eucarístía, es decir, a la transformación del pan y el vino en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo. Por tanto, estos toldos no son tales, sino una suerte de palio de unos dos kilómetros de largo para proteger al Cuerpo sagrado.
Ojo, la tradición manda que los toldos se mojen. Ya puede estar la península inmersa en la sequía más pertinaz, que unos días antes del Corpus llueve –y con ganas– para que los toldos se llenen de agua. Por eso se recomienda mirar hacia arriba de vez en cuando, no vaya a ser que una 'balsa' se descargue justo encima suyo. No sería la primera vez…
Toledo estos días huele a Corpus. Con buen tino, en los últimos años se han apartado del recorrido procesional las flores de plástico, esperemos que para no volver jamás. Unos cuatro kilómetros de guirnaldas adornan el centro, con el carmesí –color de Toledo- como leit motiv. A las que se unen más de 3.000 macetas repartidas por todo el Casco. Según la asociación de floristas de la provincia, el Corpus de Toledo es la decoración floral más grande de Europa.
Pero no es el olor a flores lo que caracteriza al Corpus, sino el del tomillo. La noche antes de la procesión las calles del recorrido se cubren de esta planta aromática, típica de la zona. Y se nota.
Junto a las flores, los balcones y las fachadas del recorrido también se visten de gala. Vistosas banderas, panoplias con espadas y escudos, faroles y toda suerte de material decorativo embellecen las calles ya de por sí impactantes y únicas del Casco y son garantía de un bonito paseo. Se calcula que se instalan en torno a 2.000 adornos.
Algo típico son los llamados 'reposteros', banderolas con el escudo de la ciudad o motivos religiosos elaboradas con esmero en los talleres de empleo durante meses.
Durante la llamada Semana Grande, los toledanos del Casco abren las puertas de sus casas y por unos días hacen público su tesoro más privado: sus patios. El Ayuntamiento y los puntos de información turística ofrecen recorridos con los patios abiertos para la ocasión. Merece la pena echarles un ojo, hay auténticas joyas.
El jueves, día de la procesión del Corpus, sale de la Catedral la pieza clave de su tesoro: la Custodia, donde se protege el Corpus Christi. Realizada por Enrique de Arfe, es una de las cumbres de la orfebrería española de todos los tiempos. Sus cifras hablan por sí mismas: en sus apenas dos metros de altura se acumulan 18 kilos de oro y 183 kilos de plata, y está compuesta por 5.600 piezas, 12.500 tornillos y unas 260 estatuillas… Ahí es nada.
No, en el Corpus no solo desfilan los niños que acaban de hacer la comunión. No, al menos, en Toledo. En torno de medio centenar de grupos, tanto laicos como religiosos, y cofradías participan en la procesión.
Hay de todo: piquetas de la Guarda Civil a caballo, órdenes militares-religiosas como la de los caballeros de Malta, los infanzones de Illescas o los de Isabel La Católica, gremios como el de los hortelanos (el único que pervive en Toledo desde su origen en la Edad Media), caballeros mozárabes (descendientes de los cristianos que vivieron en territorio musulmán y que cuentan con capilla propia en la catedral), una cofradía de investigadores, compuesta por doctores y licenciados de todo el mundo, pajecillos que guardan la Custodia… Para no perderse, el visitante puede echar mano al suplemento que cada año edita el diario local La Tribuna, donde se explica quién es quién en el Corpus.
Lo primero que le dicen con cierta guasa a alguien de fuera cuando llega a vivir a la ciudad es que Toledo es la ciudad de las tres 'c': curas, cuestas y cadetes. Y la fiesta grande no iba a ser menos. El Ejército, representado por la Academia de Infantería sita a la otra orilla del Tajo, también tiene su hueco en el Corpus. Además de desfilar, la banda de la Academia es la encargada de poner la banda sonora a la procesión.
Desde siempre, los TTV (recordamos: Toledanos de Toda la Vida) han sacado unos días antes del Corpus las sillas a la calle para 'guardarse' el sitio y no perderse ni un detalle de la procesión, para sorpresa del turista que no llegaba nunca a entender el porqué de tanta silla encadenada a la reja, cada una de su padre y de su madre. El Ayuntamiento ha querido poner cierto orden a esta tradición en los últimos años y ha encargado a una concesionaria que se ocupe del tema, para igualar un poco este caos sillil. Ahora quien quiera una silla para ver el Corpus la tiene que comprar unas semanas antes en el Ayuntamiento. El año pasado se ofertaron 2.500 sillas a diez euros cada una y, por primera vez, se sacó una remesa de venta online. Que conste que los TTV no están muy contentos con esta medida.
En la última década se ha recuperado la tradición de la tarasca, una suerte de monstruo mitológico que la tarde antes del Corpus procesiona por las calles del Casco para regocijo de los más pequeños, acompañado de una cohorte de gigantes y cabezudos. Según el antropólogo Caro Baroja esta tarasca representa la victoria de la fe frente a la herejía. Y también la víspera hay un ensayo general del Corpus. Ese día el recorrido se hace a la inversa, de Zocodover a la plaza del Ayuntamiento.
La festividad del Corpus se prolonga durante una semana en Toledo y la víspera es un buen momento para salir de copas por el centro de la ciudad. Además, en estos días se organizan toda suerte de espectáculos, desde conciertos a corridas de toros. Ya va en el gusto de cada uno elegir qué hacer.
El TTV huye del Casco una vez que termina la procesión porque, básicamente, no cabe un alfiler en el centro. Pero a pesar de la aglomeración merece la pena tomarse algo en los bares del Casco, que han hecho un esfuerzo por renovar su imagen y sus cartas. Aviso importante: huir de los locales con comerciales repartiendo folletos a la puerta, sablazo a turista y no muy buena calidad asegurados.
Entre la nueva ola de bares del Casco destaca el 'Nuevo Almacén' (Calle Nueva,7), que se ha convertido en los últimos años en un referente desde la hora del desayuno hasta la cena, o el 'Mercado de San Agustín', ubicado en la plaza del mismo nombre. 'La Abadía' (Calle Núñez de Arce, 3) es ya un clásico toledano. Aprovechando los bajos de una edificio del siglo XVI, está cervecería es un buen lugar para probar el venado típico de la zona a precios muy asequibles. Y para los más clásicos está el 'Ludeña' (Plaza de la Magdalena, 10) y sus carcamusas.