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Un rodaje en el que puedes dar vida a un célebre personaje literario, disfrutar de un entorno singular y comer en un restaurante en el que una encantadora señora llamada Efigenia te trata a cuerpo de rey (reina en este caso), deja un recuerdo imborrable.
Aura Garrido (Madrid, 1989) lo sabe bien y disfruta dando detalles de sus días como la cabo Chamorro, integrante junto al sargento Bevilacqua del dúo de guardias civiles más célebres de la literatura española. Creados por Lorenzo Silva, los agentes de la UCO encarnados por ella y Quim Gutiérrez se enfrentan en La niebla y la doncella (estreno en salas el 1 de septiembre) a un complejo caso en La Gomera, un lugar que ha causado un considerable impacto en la actriz.
Su andanzas como Amelia Folch en El Ministerio del Tiempo tampoco le van a la zaga a la experiencia canaria. En los descansos de rodaje de la serie creada por Javier Olivares, cuya tercera temporada seguirá emitiéndose a partir de septiembre, Garrido ha podido conocer de primera mano pueblos con mucha historia y tradición gastronómica.
No queda ahí la cosa: su gusto por la cocina vegetariana tiene sendas paradas cerca de la plaza de Cascorro madrileña. La cuestión más importante para la risueña y reflexiva actriz, ya sea en el cine, en los viajes o en la comida es "abandonarse al placer de vivir". Como lema vital no está nada mal.
Fue increíble. Hicimos parte del rodaje en Tenerife y parte en La Gomera. Yo no la conocía. Es una isla muy especial que no tiene nada que ver con ningún sitio en el que haya estado antes. Recomiendo muchísimo visitarla. Pero mucho, mucho, mucho.
Que es puro contraste. Hay zonas que son absoluto desierto, otras tropicales que parece que estés en Tailandia o Indonesia. También la montaña con esas curvas y carreteras en cuesta, con los riscos, los peñascos, las playas… Es un lugar verdaderamente fascinante e indescriptible.
Hay una a la que todavía no he podido volver pero siempre está ahí en mis planes como destino ideal. Es un sitio en el Pirineo de Lleida que se llama Buira, donde estuvimos rodando Vulcania. Ahí descubrí la 'Casa Masover', una granja con un hotelito rural y unas casitas preciosas. Tienen cultivos ecológicos, ganadería, una hípica en medio del monte... Es un sitio increíble en medio de la nada. Estuvimos alojados allí varios días y, aparte de que se come de maravilla (tienen un cocinero que es un primor), es un sitio muy bonito.
Tampoco voy a cenar siempre a restaurantes vegetarianos porque ahora en casi todos los sitios puedes encontrar opciones. En la calle Encomienda, cerca de la plaza de Cascorro, hay dos sitios que me encantan: uno es 'La Encomienda Vegana', el otro una crêperie muy pequeña que lleva una mujer francesa, 'La Minoterie'.
En La Gomera, durante el rodaje de La niebla y la doncella descubrí un restaurante increíble que se llama 'La Montaña'. Lo lleva la señora Efigenia, que vive en medio de la nada y tiene un restaurante en su casa. Cuando te vas coge fruta de un árbol, te la mete en una bolsa y te dice: “llévate unas nectarinas para desayunar mañana” (ríe con ganas). Ella es vegetariana porque toda su familia lo era. Para ella es lo normal, y cocina comida vegetariana tradicional canaria. Es un sitio maravilloso.
Rodamos muchísimo en exteriores, pero solemos ir con nuestro catering o vamos a comer a sitios concretos. No tenemos muchas oportunidades de escaparnos. Las veces que hemos salido de Madrid, como es el caso de esta temporada (que hemos hecho viajes más largos), son geniales. En Veruela (en el término municipal de Caltojar, Soria) se come muy bien, estábamos en esa zona y sí que durante ese fin de semana pudimos hacer turismo gastronómico a tope. También viajamos a Tarazona (Zaragoza), donde hay varios restaurantes de lo más recomendables.
Me gusta mucho el arte en general, el cine, el teatro y todo lo que tiene que ver con ello. Para mí es un trabajo en equipo. Hay algo que siempre pienso y es que muchas veces estamos como muy separados durante el rodaje. Y eso que en España el ambiente es más familiar que en otros lados. Es un trabajo en el que se va tan deprisa y hay tanto que hacer que cada uno está muy focalizado en lo suyo y, a veces, no hay tanta comunicación entre los departamentos. A mí eso no me gusta y cada vez lo entiendo menos. Intento aprender de cada uno, porque es interesante y porque, en cualquier trabajo que hagas, es importante saber qué es lo que hacen tus compañeros. Más que nada, para hacerlo mejor.
Sí, es difícil. Yo he tenido mucha suerte. Probablemente, lo más difícil es que te salga el primer trabajo. Después, ya tienes algo que mostrar, una carta de presentación. Es un camino de larga distancia y hay que luchar día a día pero ya estás en marcha. Que te salga esa primera oportunidad depende de muchas cosas, pero sobre todo del azar, aunque tienes que estar lo mejor preparado posible. Yo tuve suerte porque a mí me llegó muy joven y, a partir de ahí, pude seguir luchando para labrarme un camino cada vez más acorde con lo que quería hacer. ¡Soy una afortunada absoluta!