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Este escritor que ejerció de abogado y empezó a publicar novelas policiacas a mediados de los años 90, se pasa media vida en la carretera, tanto por ocio como por trabajo. Gracias a las firmas de libros como Lejos del corazón (Ediciones Destino), el último volumen de la serie protagonizada por los guardias civiles Rubén Bevilacqua y Virginia Chamorro, siempre acaba encontrando algo sugerente; "un lugar especial que te apetece volver a ver o la oportunidad de darte un paseo a las doce de la noche, cuando hay menos gente por la calle". Recorremos junto a Lorenzo Silva su particular mapa de carreteras de España, así como algunos hoteles y restaurantes dignos de las mejores páginas de sus libros.
A estas alturas hay pocas cosas capaces de sorprenderme, tengo bastante calada la diversidad del territorio de acción de mis personajes. Al principio me sorprendía más darme cuenta de cómo, en un mismo país, cabían paisajes tan distintos. Comparar Navarra con Fuerteventura, por ejemplo, ofrece dos visiones que parecen contrapuestas. No solo por el clima o el paisaje, sino por la idiosincrasia de sus habitantes.
No me llaman tanto la atención los paisajes o rincones de cada sitio, sino las cosas que pueden llegar a suceder. Llevo 15 años detrás del tema del Estrecho que finalmente he desarrollado en Lejos del corazón. Cuando estuve la última vez en Algeciras, el otoño pasado, vi cosas que me dejaron alucinado, como que tanta gente haya confiado en la actividad ilegal como forma de vida, porque se gana dinero rápido y fácil. El problema es que, tarde o temprano, la cosa acaba mal. Me sigue sorprendiendo cómo a veces los seres humanos nos complicamos la vida innecesariamente.
En cuanto a los restaurantes no soy de pirrarme por la calidad de la comida, me suele llamar más la atención el sitio donde se ubican. Hay un lugar al que me gusta mucho ir que se llama 'La Cúpula', en el pueblecito de Garraf, entre Sitges y Castelldefels. Es una terracita colgada sobre una playa. Además de disfrutar del paisaje, se come de maravilla, son especialistas tanto en arroces como en pescados. En Sitges le tengo mucho cariño a 'Cal Pinxo', donde suelo ir con mi mujer. También vamos a comer con cierta frecuencia a 'Laverónica', en la calle Moratín de Madrid, y al 'Fogón de Trifón', donde hacen comida madrileña muy buena. Siempre que viene algún guiri lo llevo ahí y se queda impresionado con los callos y los garbanzos.
Ahora vengo de Carboneras y allí siempre me alojo en 'El Dorado', un hotel modesto pero que está en la misma playa donde se rodaron algunas secuencias de Lawrence de Arabia. Creo que lo montó alguien del equipo de la película, que después de rodar allí se quedó prendado del lugar. Si te asomas al atardecer puedes ver una estampa muy similar a la que contemplaba Peter O'Toole a lomos de un camello en la película. Eso no tiene precio.
Con el coche me puedo perder casi por cualquier sitio. Como me he recorrido gran parte de las carreteras del país me las conozco bastante bien. Me gusta mucho la zona de Almería, el Cabo de Gata, o las carreteras secundarias de Galicia. También me encanta la provincia de Girona, una de las más bonitas que tenemos en España.
Una muy atractiva de recorrer es la que va de Llançá, en Girona, hasta Colliure, en Francia. Es una carreterilla que va pegada a la costa y pasa por el puesto fronterizo fantasmal de Port Bou. Me la he recorrido muchas veces, pero siempre descubro algún detalle nuevo.
Cosas muy variadas, lo mismo me puedo poner, qué se yo, a Bruckner que a Robe Iniesta. Depende del momento y del estado de ánimo. No me ciño a un solo estilo musical.
A veces, pero no tanto por la gastronomía como por la conveniencia logística. Viajo con niños pequeños y es necesario tener localizados lugares agradables donde poder hacer un alto en el camino. Aunque no recuerdo los nombres, cuando vamos por la A2 solemos parar en uno antes de llegar a Zaragoza. Hay otro que también es recurrente, poco antes de Ocaña, en la carretera de Andalucía. Todo depende de a qué hora salgamos.
Me gustan especialmente el Retiro y el Parque del Oeste, me siento muy vinculado a ellos. El Retiro porque es donde pasé buena parte de mi adolescencia y el Parque del Oeste porque es donde solía pasear de niño con mi abuelo.
La verdad es que no. Durante una época me acostumbré a escribir en el Metro de Madrid, que no es un lugar precisamente bonito. Puedo escribir prácticamente en cualquier sitio. Donde más me gusta hacerlo es en la casa que tengo en Illescas, en Toledo, porque tengo mucho silencio, mucha tranquilidad. La gente le tiene mucha manía al paisaje de la meseta y a mí en cambio me resulta muy inspirador, tiene una luz muy bonita.
Es un tópico que el tiempo pasa muy deprisa, pero es verdad. Cuando haces una cifra tan redonda como esta tienes que echar la vista atrás y hacer memoria y yo de lo que me acuerdo es de que hace dos décadas nadie daba un duro por ellos. Salvo la editora, que tuvo el valor de dar el paso de publicar la primera novela contra el criterio de su propia editorial.
Muchas veces me preguntan qué tiene Bevilacqua de mí y realmente tiene poco, aparte de la edad, pero hay algo que compartimos y es que los dos vivimos mucho la carretera. Nos hemos pateado a fondo el país entero. Esa experiencia la he aprovechado para las novelas, porque he tenido la suerte de recorrerme prácticamente todas las provincias españolas, tanto las capitales como pequeños y grandes pueblos. En cada sitio siempre pregunto, "¿aquí qué hay?" o "¿de qué se vive?".
Con eso al final voy descubriendo los lugares en los que baso mis libros. Luego, cuando estoy escribiendo una novela en particular, hago un trabajo de campo suplementario, y en algún caso con más intensidad. Por ejemplo, para Lejos del corazón me recorrí el Campo de Gibraltar, que tiene mucha tela que cortar. Tuve que ir varias veces y preguntar a varios lugareños, porque dependiendo de con quien hables te cuentan una película distinta.
Últimamente está muy olvidado y parece que todos hemos querido romper con él, pero hay que reconocerle a Camilo José Cela que El viaje a la Alcarria es un gran libro de viajes, sobre todo porque descubre un lugar que hasta ese momento había pasado bastante desapercibido. Otro libro muy impactante es Campos de Níjar, de Juan Goytisolo. Luego hay viajes muy curiosos de extranjeros. Hay uno muy interesante, Relato de viaje por España, escrito por la aristócrata francesa Madame D’Aulnoy en el siglo XVII. Es curioso, porque siempre hemos tenido un cierto complejo de inferioridad con respecto a los franceses y ellos cuando escriben de España suelen hacerlo con admiración.