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Según su perfil de Twitter, David Verdaguer (Girona, 1983) es un "cómico y actor mediocre". Atendiendo a su carrera, nada más lejos de la realidad. Tras despuntar en series y programas de televisión de TV3 y con una sólida trayectoria teatral a sus espaldas, este bromista nato se ha hecho un hueco cada vez más importante en el panorama patrio. Su presencia en películas como 10.000 kilómetros, Verano 1993 (candidata española a los Oscar de este año) y series como Nit i día y La embajada lo han consolidado entre nuestros actores más prometedores. En su último trabajo, Tierra firme, Verdaguer comparte protagonismo con dos grandes actrices de Juego de Tronos, Natalia Tena y Oona Chaplin, y con la madre de esta última, Geraldine Chaplin, todo un mito del cine español.
Ya te digo yo que no, soy muy comodón. Eso del Interrail… ¿pero qué somos? ¿animales? Admiro mucho a la gente aventurera como Natalia, que vive en un barco allí en Londres. Yo un ratito sí, pero… soy de ciudad, donde esté una casa, un hotel, un buen restaurante o una rotonda, me siento en el hogar.
Me flipa el 'Tickets', de Barcelona, y el 'Triciclo' en Madrid, muy, muy recomendables. O el 'Gurqui', también en Barcelona, y sus espaguetis con aceite de trufa y huevo. Mi problema es que me gasto buena parte del dinero que gano en este tipo de restaurantes, porque me gusta mucho comer bien. Quizá demasiado.
No, hay uno aquí en Barcelona que se llama 'Furaco', una casa de comidas asturiana en la que te traen una olla con fideos y almejas riquísima. Hay otro en la Barceloneta que se llama 'Can Ros', hacen unas paellas de pies de cerdo de no creerse lo ricas que están… Me gusta todo tipo de comida. Me encanta descubrir esos bares donde no entrarías nunca y de golpe te encuentras un buen menú por diez euros en el que todo sabe como cocinaba tu abuela.
Aquí no te sé decir nombres, porque con los hoteles es una cosa más práctica, te ponen en el que te toca y listo. Si la peli tiene más presupuesto tienes un hotel mejor, si tiene menos presupuesto, pues uno peor. De hecho cuando voy a estar mucho tiempo fuera prefiero cuando alquilan un piso, y ahí tengo mi cocina, mi baño y hago mi vida. La impersonalidad de los hoteles también me gusta bastante, que hay gente a la que le pone nerviosa. Pero a mí eso de la decoración aséptica y que te hagan la cama me gusta, qué quieres que te diga. Mira, ahora me acabo de acordar del 'Catalonia' de Las Cortes, en Madrid. Ese está muy bien.
Hay un par de bares muy bonitos que me encantan en el Barrio Gótico. Son 'El Ascensor', un local de copas de toda la vida, y otro que está muy cerca que se llama 'Ginger', un bar de barrio con buena música de jazz en el que sirven gin tonics sin tonterías. A mí la ginebra que me gusta es la Giro, muy seca, de esa con la que limpian la barra (risas).
Una vez un compañero mío quería Red Bull, sí o sí. Así que hicimos el triple del camino de vuelta hasta llegar a Barcelona para conseguir una gasolinera que tuviera Red Bull y no otras marcas. Todos queríamos llegar a casa y dormir de una vez, pero él se empeñó en eso. Al final dimos una vuelta del carajo para conseguir el maldito Red Bull.
A mí viajar me gusta, pero no la parte de planificar, me agobio mucho. Una vez estoy allí me levanto temprano y voy donde haga falta y lo disfruto, pero yo no hubiese ido a Hong Kong si no hubiese rodado No culpes al karma de lo que te pasa por gilipollas. Ni a esos pueblecitos preciosos de Girona donde rodamos Verano 1993, Las Presas y Las Planas de Hostoles. Tampoco habría conocido el Londres menos turístico sin Tierra firme.
Que los detengan, por favor. Cuando encuentras un buen catering, que es algo muy importante, flipas, porque el equipo está más feliz. Llega la hora de comer y la gente lo comenta, "¿qué nos habrán hecho hoy?". Es estupendo. Pero cuando te encuentras un mal catering, es horrible. Los que saben mucho de esto son los eléctricos, el equipo de iluminación. Porque cuando el catering es una basura, ellos se lo montan por su cuenta. Ponen dinero entre todos y se compran su marisco o su buena carne y se lo hacen ellos mismos, porque quieren estar felices y la comida es muy importante para trabajar bien.
Claro. Natalia y yo somos casi como hermanos, ya nos conocíamos desde 10.000 km. Con Oona ha ido todo rodado, y con Geraldine yo estaba muy nervioso, imagínate. Pero ella también lo estaba, y ese empate siempre tranquiliza. Todo esto mezclado con un buen guión y con la dirección de Carlos Marqués-Marcet, que no deja a los actores en ningún momento... ha sido estupendo trabajar así.