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Da igual que no te conozca de nada, Daniel Monzón (Palma de Mallorca, 1968) te saluda con una amplia sonrisa y un efusivo abrazo. En la lujosa terraza con piscina de un hotel de la Gran Vía madrileña, un escenario no tan lejano al del crucero en el que se embarcan sus personajes en Yucatán, Monzón nos descubre sus rincones y restaurantes favoritos como si hablara de sus películas y cineastas de cabecera: con genuino entusiasmo.
"Yo con Luis me he divertido tantísimo…", afirma sobre su estrecha relación con Luis Tosar, con quien ha establecido un vínculo a través del juego: se retan el uno al otro a probar nuevos géneros y crear personajes a la altura de su talento interpretativo. "Siempre le decía: 'tienes que hacer una comedia canalla'. Hasta que de pronto caí en la cuenta: 'pero si soy director de cine, voy a hacer esa comedia'. Y eso es Yucatán", una ensaladilla rusa de géneros, una 'burbuja de entretenimiento' como la que ofrecen los transatlánticos.
Rodé íntegramente La caja Kovak en Mallorca. Para mí es un plató maravilloso, es mi isla natal y creo que tiene de todo: la sierra de Tramuntana, que es mágica, maravillosa, y luego paisajes marítimos de todo tipo: serenos, agrestes, más salvajes… También hay zonas urbanas muy modernas y muy degradadas, monumentos maravillosos como la catedral o el Castillo de Bellver, el barrio antiguo... También puedes rodar una película histórica allí. Si los de Juego de Tronos se enteran de que existe el Castillo de Bellver ya te digo que se van para allá. También hay diferencias sociales muy marcadas. Tienes zonas tipo Son Banya, de chabolas y caminos de tierra, y otras de la alta sociedad, palacios y villas de lujo. Es un escenario único en el que rodar una película.
Pues lo que digo de Mallorca lo traslado al país entero, creo que aquí puedes rodar cualquier tipo de película, de cualquier género y cualquier época histórica. Puedes rodar una de ciencia ficción en parajes marcianos como los de Canarias o las Bárdenas Reales. España es uno de los mejores platós del mundo y hay mucho cine americano que se ha dado cuenta de eso. Aquí han venido a rodar enamorados de nuestros paisajes David Lean, Ridley Scott, Steven Spielberg… Para ponerte un ejemplo con otra de mis películas, rodamos Celda 211 en una cárcel de Zamora. Luego salíamos por las tardes a dar un paseo y descubrimos una maravillosa aglomeración de iglesias románicas.
Una complicación tremenda, rodar a 3.600 metros de altura, con el equipo medio grogui por la falta de aire y con unas rachas de viento que impedían volar el dron para rodar el cráter del volcán a riesgo de hacer añicos la cámara... Pero lo logramos. Una toma insólita. Un auténtico reto y, a la vez, unos días inolvidables en una localización majestuosa, primigenia, extraordinaria...
En el rodaje de El Niño tuve la suerte de frecuentar 'El Campero' en Barbate (2 Soles Repsol), un restaurante único basado en todo tipo de platos de atún de Almadraba. En Menorca hay uno en la cima de una colina desde la que se divisa la Cala Mesquida, el 'Cap Roig'. Cada vez que paso por allí me pido una caldereta de langosta, un placer para todos los sentidos. De este rodaje de Yucatán recuerdo con mucho gusto un restaurante en la ciudad de Recife, en Brasil, llamado 'Dom Pedro', donde pudimos probar la comida tradicional brasileña. En Madrid le tengo especial cariño al 'Alatriste', porque he cenado en él varias veces con Luis Tosar y allí hemos alumbrado algunas de nuestras más emocionantes aventuras.
La del faro de Formentor en Pollença. Sencillamente mítica. Es como asistir al crepúsculo en el último confín de la Tierra. Ahí rodé una secuencia de La caja Kovak.
La del 'Josealfredo', en Madrid.
A Jorge Guerricaechevarría, mi inseparable guionista y compañero de aventuras. Cada película significa para nosotros bucear en un nuevo universo.
Mi mujer me ha regalado por mi cumpleaños un fin de semana en el 'Mas de la Serra', en Teruel. Un hotelito con muchísimo encanto.
De todo tipo, aunque tengo cierta preferencia por las bandas sonoras. Las de Alexandre Desplat son las que más escucho últimamente.
Un segundo juego de gafas.
Lejos, y si es para perderme, sin rumbo.
La que recorre la Tramuntana mallorquina
En la autovía de Madrid a Valencia, si me detengo a la altura de Cuenca compro latas de morteruelo. Indispensable.
En la autovía A-1, el 'Área Boceguillas' resulta un oasis, con repostería propia y un cordero para chuparse los dedos uno a uno.
Ni más ni menos. Una película es un viaje para quien la hace y debería serlo también para el espectador. Yucatán lo es en toda regla. Una boat movie que viaja por el Atlántico y de paso por un montón de géneros, de la comedia al drama con escalas en el musical, el cine de aventuras, el thriller o la comedia romántica. ¡Bienvenidos a bordo!