RUTA EN MOTO POR MÁLAGA
Málaga y sus piedras: de Antequera a Ronda
256 Kms
5 horas 15 minutos
5 paradas
- 37.0240;-4.5483
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256 Kms
5 horas 15 minutos
5 paradas
Dicen que los planes están para romperlos y, en nuestro caso, es el azar quien decide por nosotros. El De bocatas y motos por la provincia de Málaga debía haber arrancado con un desayuno en el 'Café Bar A la fuerza', un lugar muy bien recomendado en la red, pero, al llegar a Antequera, nos lo encontramos cerrado.
"Otra vez será", pienso, y con el hambre llamando a la puerta, mis compañeros y yo decidimos aparcar por la zona y sentarnos a una de las mesas de la primera cafetería que nos llame la atención. ¡Y qué cafetería!
"El hambre es sabia" digo cuando colocan un suculento mollete de queso curado frente a mis narices.
"El azar es bueno" completa Paco con una sonrisa. Él es el más planificador de los ruteros y, cosa curiosa, quien más disfruta con los avatares del camino.
Xavi, en cambio, se limita a engullir su pan con sobrasada, la mejor señal de que, por el momento, todo marcha bien.
¿El bar? Otro de los clásicos de Antequera: 'La Herradura'.
La Alcazaba, la Colegiata de Santa María la Mayor, el Arco de los Gigantes, la iglesia de San Sebastián, la Puerta de Estepa… Son muchos los monumentos y puntos de interés que te aguardan en la ciudad barroca de Antequera y que te animamos a visitar si te acercas hasta allí con algo de tiempo. Pero ninguno de ellos va a ocupar hoy nuestro centro de atención. Nosotros venimos buscando algo que ha señalado esta localidad malagueña a nivel internacional hace muy poquito tiempo: el ahora llamado Sitio de los Dólmenes de Antequera, declarado Patrimonio Mundial de la UNESCO el 15 de julio de 2016, y compuesto por los dólmenes de Menga y Viera, el Tholos de El Romeral, la Peña de los Enamorados y el Torcal. Y como la piedra manda, la piedra se convertirá en el motor de esta ruta que nos llevará más allá de los límites de Antequera.
Después del desayuno salimos en busca de la primera parada y, mira tú por dónde, somos bien recibidos por la escultura de El Caminante, que da la bienvenida a todo aquel que desee adentrarse en esta ruta hacia la prehistoria.
Te aconsejamos que al llegar pases por el Centro de Recepción de Visitantes, a la entrada del recinto, donde te darán toda la información que quieras o puedas necesitar. Incluso tienes la opción de solicitar una visita guiada por el complejo (muy recomendable) si llamas unos días antes. Así te será más fácil distinguir entre un dolmen y un tholos o entre un ortostato y una cobija, y yo puedo la saltarme las explicaciones didácticas al estilo Barrio Sésamo.
La Peña de los Enamorados, un montículo de piedra cuyas formas recuerdan el perfil de un rostro durmiente y que debe su nombre a una triste historia de amor, la del joven Tello, un soldado cristiano preso en las mazmorras de la ciudad, y la hermosa Tazgona, hija de un rey moro. La leyenda cuenta que los enamorados huyeron juntos y que, acorralados y desamparados en la cima de la peña, decidieron precipitarse al vacío para que nadie pudiera separarlos jamás.
Nosotros que, tras las leyendas y la arquitectura megalítica ibérica, ya tenemos ganas de asfalto, vamos en busca de nuestras compañeras y nos dirigimos hacia el Torcal por la carretera A-7075. Es casi imposible no hacer altos en el camino para ampliar la colección de fotos. Algo muy típico en el mundo motero: "Aquí puedes ver mi moto en el dolmen de Menga", "Aquí puedes verla en la Conchinchina", "En esta foto mi moto está en…", etcétera, etcétera, etcétera. Sí, lo sé, los moteros somos muy pesados con eso de las fotos pero… ¿Y lo bonita que queda mi moto ahí asomada a uno de los balcones de la subida hacia el Torcal de Antequera?
Cuando visitas lugares como el Torcal tomas conciencia de que los mejores artistas que existen en el mundo que nos rodea son el implacable Tiempo y la poderosa Naturaleza. Dedicamos un buen rato a capturar instantáneas y a respirar el aroma fresco de la montaña antes de subirnos de nuevo a la moto.
Una vez visitados todos los puntos pertenecientes al Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera, descubrimos que queremos más y, como la piedra se ha convertido en la protagonista indiscutible de esta jornada, optamos por acercarnos a admirar el Caminito del Rey (embalse Tajo de la Encantada) y todo el mágico paraje que lo rodea. Ni siquiera nos hemos planteado sacar las entradas para recorrer el caminito porque la equipación de moto no es la más indicada para pegarse cerca de ocho kilómetros de caminata. Aún así, las vistas llenan los ojos y el entorno, con esa preciosa mezcla entre el gris de la montaña, el verde de la vegetación y el azul del agua nos invitan a buscar cerca el emplazamiento donde comernos los bocatas. ¿Quieres saber dónde? Justo antes de cruzar por el puente del Desfiladero de los Gaitanes, en un amplio sendero que encontrarás a mano derecha y que desemboca, escasos metros más allá, en una apacible arboleda.
Para llegar al embalse Tajo de la Encantada, como si del típico libro Construye tu propia aventura se tratara, te ofrecemos dos opciones. La primera, pasando por la A-343 (fiel al enlace que encontrarás con el itinerario al final de esta crónica), te conducirá hasta allí por carreteras nobles, con algún que otro desperfecto pero sin sobresaltos, en un trazado de curvas limpias y de paisajes agradables.La segunda opción, para aventureros, te llevará por la Cañada Real Sevilla-Málaga, pasando por La Joya, hasta llegar a Valle de Abdalajís, donde desembocarás en la carretera MA-4401 que te encauzará de forma directa hacia el Chorro. Esta última es una vía rota donde irás alternando fragmentos de asfalto con franjas en los que no queda ni rastro de él. ¡Tú decides!
En esta jornada hemos saltado de la arquitectura prehistórica a la época de guerra entre moros y cristianos; de una obra de arte diseñada por el capricho de la intemperie y del paso del tiempo a un camino real construido por manos blandas sobre la dura roca. Piedra sobre piedra, cada cual más hermosa.
Pero aún nos queda algo por hacer: queremos una foto en un lugar muy especial, donde la roca ha quedado acariciada a partes iguales por la huella del ser humano y la de la naturaleza. Nuestra última parada es Ronda.
¡Hay que ver qué bonita está Bicho, mi nueva compañera de rutas, a los pies del tajo de Ronda!