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Dice la RAE que una furgoneta es un "vehículo automóvil cubierto, más pequeño que el camión, destinado al transporte de mercancías". Juraría que para Pedro, que se asoma desde las tripas de su Volskwagen Transporter T3 rehecha por completo con sus propias manos, es mucho más. Muchísimo. Porque tener una furgo ya no es terreno exclusivo de hippies y surferos oxigenados. Es dedicarle horas, a veces hasta la madrugada, muchos mimos y una nada desdeñable inversión. Es alquilar un taller con colegas para convertirse en una panda de ingenieros, electricistas y mecánicos. Es, cuando por fin cogen carretera, un modo diferente de entender el viaje.
Porque viajar en furgo, concluimos, engancha. A pesar de que en la mayor parte de los casos los inicios de una pasión furgonetera están relacionados con uno o varios estudiantes con ganas de viajar barato sin pagar alojamiento, los números hablan por si solos. Tanto si compras la más básica o la más moderna, completa o vacía, tanto si la mandas arreglar o lo haces tú mismo, en cualquiera de los casos, la inversión no va a bajar de 20.000 euros. Y hay modelos, los más optimizados, que pueden costar hasta 60.000. Como sabiamente plantea Leo, (31 años y licenciado en ADE), ¿cuántas noches de hotel son necesarias para amortizar 60.000 euros? "Hoy en día te puede costar menos irte a un Airbnb... Yo lo hago porque es completamente diferente. En estas zonas a las que vamos, estar a pie de playa, tú solo, sin que nadie te moleste... ¿Dónde hay eso? ¿Cuánto cuesta?".
Leo se inició en el mundo de la furgoneta de la mano de su primo mayor y, a los 21 años, se lanzó a por su Volkswagen T5. "En vez de un coche, me compré una furgo. Yo andaba en bici y para poder llevarla a ella y a mi perro era una forma accesible de viajar mientras estudiaba. Y luego la fui preparando con muebles, nevera... la fui camperizando". Y de usarla, descubrió que la furgoneta le daba acceso para disfrutar de planes abiertos y de entornos naturales con todo lo que ello implica: la paz de estar uno solo, poder hacer deporte al aire libre o una comida en el campo con amigos. Diez años después, con una sonrisa y un par de jefazos que comparten su pasión, destaca que "no tienes horarios y te permite no planificar. Cada vez tenemos menos tiempo para todo. Mi furgo me permite pasar por el super y arrancar. Y mañana ya veremos".
Jaime, ingeniero industrial de 34 años, comparte este amor por la naturaleza y la libertad. Y, añade, "hacerle cosas mola". Ese hacerle cosas es montarla entera, desde el primer cable hasta el último armario, proyecto enviado y aprobado por el Ministerio de Industria y exigentes exámenes en la ITV mediante.
"En la Universidad, cuando tenía 21 años, mi amigo Marcos se compró una pero no sabía de mecánica. Yo sí. La arreglamos entera, en la calle. Tardamos un año y, cuando acabamos, nos fuimos a Almería". Jaime empezó la suya en 2013 y la acabó dos años después, pero solo porque entre medias trabajó de expatriado fuera de Europa. Hoy en día hay cinco furgos en su pandilla, seis si contamos la que el padre de su amigo Marcos acabó comprándose."
"La mía, una Volkswagen T3, estaba vacía y me costó 5.000 euros. No sé lo que he invertido ni quiero saberlo. Igual unos 15.000. Y no paras: hoy por ejemplo le compré unas arandelas, que es nada; otro día unos amortiguadores..." Hablamos con él en su taller, una nave de 170 metros cuadrados alquilada en Entrevías, Madrid, donde conviven cinco furgonetas, una moto, cuatro ingenieros y un psicólogo. Rodeados de estanterías oxidadas, cables, cajas de herramientas, un viejo y explosivo calendario y ordenadores apoyados en contenedores de basura, este es su pequeño paraíso donde pasan tardes, fines de semana e incluso madrugadas. Suena música de fondo y puedo cotillear por dentro de las criaturas objeto de tanta devoción, comprobando que, efectivamente, tienen de todo. Nevera, alacenas, camas, cocina, algunas hasta baño, todo milimétricamente dispuesto en un espacio que convierte a los magos de Ikea en meros aficionados del orden.
A pesar de que hoy en día la mayor parte de las marcas cuentan con algún modelo, la furgo de siempre, la Volkswagen, continúa siendo de las más demandas junto con la Fiat Ducato. La clave: son muy cuadradas y eso facilita el imprescindible encaje de bolillos. Tanto a Jaime como a su colega y compañero de taller Pedro, ingeniero químico de 36 años, les gusta irse a sitios lejanos, cuanto más perdidos mejor. Por eso prefieren modelos con motores sencillos, como el de la T3, porque pueden arreglarse en cualquier pequeño taller de un pueblo más pequeño todavía. La furgo de Jaime, además, casa a la perfección con otra de sus pasiones: colarse en sitios abandonados, no importa lo lejos que estén. Como una base de submarinos o un hospital subterráneo en la isla de Vis, en el Adriático.
"Vis es la isla más alejada de la costa y solo tiene dos ciudades. Con la furgo, visitamos muchos lugares abandonados, como una base de submarinos. En el interior de la isla había un hospital subterráneo. Cogimos la furgo y estuvimos dos días buscándolo. Lo encontramos en el medio del bosque y dormimos ahí, en la nada. Fue alucinante", nos cuenta. "Con la furgo puedes meterte por caminos perdidos, tienes tiempo, tienes comida, gasolina. No necesitas nada más".
Todos ellos coinciden: no se trata de pasarlo mal. Puedes parar en algún camping o aparcar en una ciudad. Se trata de ir donde quieres, cuando quieres, sin la presión del tiempo. Hacer rutas por donde no hay pueblos sin preocuparte por dónde dormirás. Suena bien, desde luego. Otra forma de entender –y disfrutar– el viaje.
Leo: Galicia un paraíso en furgo
La tierra le tira a Leo, que destaca con orgullo la buena fama de esta comunidad autónoma entre los amantes de las furgos. "En el foro www.furgow.org, el foro más importante de los furgoneteros, se usa el concepto furgoperfecto para clasificar los destinos. Galicia es uno de los sitios donde la gente alucina".
A Costa da Morte. De Malpica a Finisterre, es una zona muy salvaje llena de carreteras alternativas, destaca. "Puedes dormir en cualquier sitio, en un entorno único, frente al mar... y no está masificado. Por ejemplo, hay una ruta desde el pueblo de Camariñas pasando por el faro de Cabo Vilán. Bordeas toda la costa por una carretera de tierra con playas salvajes. El otro día fui (un fin de semana soleado de verano) y no me crucé con nadie, solo un par de paisanos y pescadores en moto con las cañas colgando".
La playa de Ponte do Porco. Además de ir en furgo, puedes hacer piragüismo en la ría. La playa de Pantín (Ferrol), o la de Nemiña (Muxía). También la playa de Esteiro, en la Estaca de Bares -frontera entre Lugo y A Coruña-. "Tienes río, carballeira y playa, duchas, zona para hacer churrasco".
Andalucía en general está bien, opina, destacando Tarifa y la zona de Caños de Meca.
Jaime: Escapadas por Castilla y León
A pesar de su gusto por traspasar fronteras –el viaje por los Balcanes y el de Marruecos, donde bajaron con tres furgos de Madrid hasta Fez, para subir por el Atlas, son sus favoritos– también tiene puntos de referencia a escala nacional. Destaca lo preparado que está el norte de España –puede que por su mayor tradición surfera-, aunque en sus escapadas cortas de puentes y fines de semana tira para Castilla y León.
Tenerife/La Gomera. "En La Gomera, con furgo, te quedas a dormir en cualquier lado. Había mucha gente viviendo en cuevas. Nos gustó".
Burgos. "Hay muchos pueblos, hay campo, la gente es muy agradable. De hecho, mi último viaje fue a Retuerta".
Los Arribes del Duero, un Parque Natural entre Salamanca y Zamora que sigue el curso del río Duero. "La naturaleza ahí es muy bonita".
Vizcaya. "Hay mucha furgo, por las playas, y está bien preparado también".
Pedro: Naturaleza y Playas del Sur
Otro apasionado de bajar hasta Marruecos o recorrerse Europa en furgo –"Yugoslavia me encantó"–, cuando se mueve por España apuesta por las rutas de 4x4 y por bajarse por la costa gaditana y de Portugal.
Parque Natural de Fuentes Carrionas (Palencia). Le gusta perderse por este parque, situado casi a los pies de los Picos de Europa.
Cabo de Gata (Almería). Suelen bajar a esta costa tan espectacular aunque, al ser espacio protegido, hay ciertas restricciones con las furgos.
En Cádiz, entre Tarifa y Barbate, "hay mucho rollo furgo". En la costa de Portugal también.