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Aunque hoy en día es impensable un verano sin el Pirineos Sur en Huesca, quienes organizaron la primera edición de este festival debieron tener poco menos que un arranque de locura. ¿Quién podía imaginar el éxito de un certamen internacional en un pueblo de poco más de 1.500 habitantes, a más de 1.000 metros de altitud? Es evidente que tanto esquiadores como senderistas o amantes del turismo rural no tienen problema alguno en recorrer miles de kilómetros para disfrutar de la naturaleza, pero… ¿lo harían también los amantes de la música? Las cifras han demostrado que sí porque en los últimos años la media de asistentes al Festival Internacional de las Culturas ha rondado las 50.000 personas. Al llegar hasta él no sólo superamos las fronteras naturales que suponen los picos del Pirineo sino también las fronteras morales que todavía hoy siguen separando a las diferentes culturas y etnias del mundo.
El éxito de público ha hecho que el festival amplíe y mejore cada año su programación. A los conciertos de destacados artistas llegados de todo el mundo, se suma también una amplia oferta de actividades dedicadas a la multiculturalidad. Exposiciones, talleres y proyecciones audiovisuales sirven para dar a conocer no solo otros países sino lo más importante, la cultura que se crea y se vive en ellos. Así, por ejemplo, podemos ver un documental sobre Palestina y acto seguido asistir a un taller de percusión africana. Uno de los grandes atractivos del festival es que tanto Sallent de Gállego como Lanuza, el otro municipio sede del Pirineos Sur, se convierten en una auténtica fiesta durante los días del festival, por lo que con sólo pasear por sus calles somos partícipes de la celebración: títeres, funambulistas, magos y músicos nos rodean allá donde vayamos. Y una de las propuestas más esperadas cada año, los Mercados del Mundo: un sinfín de puestos de venta de gastronomía, artesanía y otros productos llegados de cualquier lugar del mundo.
Los artistas que participan en este festival no deben darle muchas vueltas a su puesta en escena ya que cuentan con el mejor atrezo imaginable: el valle de Tena. El escenario principal para las actuaciones musicales está en el municipio de Lanuza y es simplemente espectacular. Se trata de una plataforma flotante en el propio embalse de Lanuza, rodeado completamente de naturaleza, que deja perplejos a los espectadores. Las actividades de día se organizan principalmente en Sallent de Gállego, donde la danza, el circo y los pasacalles no descansan nunca.
Si tienes ganas de recorrer mundo sin salir de España, consulta la programación de este año y prepara la mochila, el Pirineo te espera.
Además de hacer una ruta obligatoria por los encantadores pueblos del valle, todos ellos de casas de tejados de pizarra, podemos hacer un par de excursiones divertidas. Una de ellas están en Panticosa, donde podemos subir en telecabina para conseguir unas impresionantes vistas del Pirineo; la otra está en Piedrafita de Jaca, en el Parque Faunístico Lacuniacha, donde podemos ver desde osos hasta bisontes en estado de semi libertad.
Además de probar la gastronomía internacional que nos ofrece el festival, debemos dejar también hueco para la cocina tradicional oscense. A pocos kilómetros de Sallent de Gállego encontramos propuestas muy interesantes como la del restaurante Casa Pelentos, donde preparan un exquisito ternasco aragonés, o El Privilegio de Tena, donde cuentan además con una excelente bodega. A los pies de la estación de Formigal, el restaurante Vidocq es un acierto seguro.