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Al escultor Diego Guerrero le encanta trabajar con la madera. Lo hace en un sencillo taller a la entrada de Parauta, minúsculo municipio en el Valle del Genal. Sus creaciones se pueden ver, desde el año 2022, en un sendero que, a lo largo de dos kilómetros, transita junto a un precioso bosque de castaños. Es un trabajo inspirado en fábulas, personajes de cuentos y leyendas, base principal del denominado Bosque Mágico, inaugurado en 2022 y que, desde entonces, ha revolucionado la localidad. La llegada de visitantes cada fin de semana o festivo “es increíble”, como reconoce el propio Guerrero, que jamás esperó que sus esculturas recibiesen miles de visitas cada fin de semana.
El paseo, apto para toda la familia, incluye pequeñas figuras de gnomos, pero también viejos troncos esculpidos para que ahora tengan rostro. Existe, además, una pequeña casa encantada, duendes, brujas y hasta un caballo alado. Son algo menos de cuatro kilómetros —dos de ida y dos de vuelta— por una pista bien conservada y sin demasiados desniveles, que invitan incluso a recorrerla con carritos para los más pequeños. Entre las callejuelas del pueblo también hay sorpresas, murales y sillas en las fachadas, dicen que para que los duendes puedan descansar tras sus noches de juerga. 'El Anafe' y 'El Farol' son dos buenos restaurantes donde reponer fuerzas tras la caminata.
Habría que contarlos, uno a uno, para saber si esta fuente —ubicada en el término municipal de Villanueva del Trabuco— tiene, de verdad, un centenar de caños. No hay mejor entretenimiento que acercarse hasta allí para comprobarlo. Este nacimiento, declarado Monumento Natural de Andalucía, se encuentra en la sierra de San Jorge. Su caudal es el que da vida al río Guadalhorce, que tras recorrer buena parte de la provincia de Málaga, desemboca en la capital 154 kilómetros más abajo.
Seis kilómetros más al sur, el área recreativa conocida como Pindongos ofrece mesas y barbacoas para pasar el día, además de un parque de arborismo con tres circuitos de aventura adaptados a cada edad. Si hay miedo a las alturas o se prefiere ir por libre, no hay problema. La zona cuenta con suficiente espacio abierto para jugar y pasear, puesto que la ruta hacia el mirador de Hondonero pasa por aquí. No hace falta hacerla entera para disfrutar de un paisaje sorprendentemente húmedo y de las bonitas formas que toma la piedra caliza. Spoiler: Si los cuentas, verás que hay 101 caños.
El entorno de Casarabonela, en pleno Parque Nacional Sierra de las Nieves, está repleto de rutas por el campo. La mayoría —como la subida al puerto Blanquilla— son demasiado complejas para los senderistas más pequeños de la casa. Hay una, sin embargo, que requiere solo un paseo y desemboca en un lugar fantástico para pasar el día. Es la que asciende hasta el Llano Cristóbal, a menos de un kilómetro del casco urbano. Es una subida ligera, entre naturaleza, apta para andarines infantiles.
Allí hay una bonita casa refugio, una fuente de aguas cristalinas y un área recreativa donde pasar la jornada con un buen bocata. Ofrece, además, estupendas vistas sobre la comarca. El camino de vuelta se puede hacer por el mismo camino o completar la caminata circular por una pista de tierra que desciende, tranquilamente, hasta el pueblo. Una oportunidad también para pasear por sus estrechas calles o visitar el viejo castillo árabe.
Hace ya más de una década que Júzcar pintó todas sus casas —e incluso edificios como la iglesia— de color azul para promocionar el estreno de la película Los Pitufos 3D. Hoy ya no tiene la licencia para llamarse pueblo pitufo, pero sigue siéndolo en espíritu. Su sobrenombre oficial es La aldea azul y aún existen pequeños personajillos escondidos aquí y allá, mientras que otros protagonizan murales en las fachadas. Hay también atracciones, como una tirolina, para transitar el pueblo desde las alturas. Existen igualmente rutas senderistas y otras actividades que el guía local Alfredo Oballe relata con simpatía desde el punto de información turística. Está a la entrada del pueblo y es fácil de reconocer: tiene forma de seta.
Una de las rutas más sencillas es la llamada Los Molinos y recorre varios de ellos en los alrededores del municipio. Algo más larga —unos cinco kilómetros por trayecto— también es llamativa la que llega hasta el viejo poblado de Moclón, hoy abandonado. Igual no es la mejor caminata si los niños son muy pequeños, pero a partir de los diez años y con ganas de andar, la superan seguro. Para retomar fuerzas, Iván Sastre, conocido como Chef de las Castañas, ofrece sugerentes propuestas en ‘La Bodega del Bandolero’, con un Solete Repsol. Su ingrediente principal es, claro, la castaña. “Se pueden hacer muchas cosas: desde potajes a dulces o pan”, relata Sastre. En el menú destaca el precioso Bosque de Cobre, un postre tan sabroso como espectacular.
Es una de las excursiones más clásicas de la provincia de Málaga. Y lo es porque recorrer un espacio excepcional en Antequera que, por mucho que se visite, siempre ofrece sorpresas. El Torcal de Antequera es un gran laberinto de roca caliza esculpido durante millones de años por el viento y el agua. Hoy cuenta con dos rutas bien señalizadas. A un lado, la verde, que realiza un pequeño recorrido circular de apenas 1,50 kilómetros y sirve de aperitivo para conocer los fantásticos paisajes de la zona. Al otro, la amarilla, con el doble de longitud pero también asequible para los más pequeños de la familia. En el paseo podrán disfrutar buscando fósiles, atravesando pequeñas cuevas o topándose con ágiles ejemplares de cabra montés.
Muy cerca, Villanueva de la Concepción tiene varios lugares para almorzar a base de productos de la zona. 'El Mesón Torfa' es uno de ellos, con platos como gazpachuelo o sopa de picadillo y tapitas que incluyen hasta conchas finas. Un poco más allá, la aldea Venta Pastelero tiene un restaurante del mismo nombre con revueltos, buenas carnes —de una brocheta al chivo en salsa— y platos de cuchareo.
El pinsapo es uno de los abetos más curiosos que existen. Y también uno de los más raros de observar: salvo alguna excepción, en todo el mundo solo se encuentra en zonas de Málaga y Cádiz. La Sierra de las Nieves es uno de sus escondites. Y varios ejemplares se pueden ver en el Área Recreativa de la Fuensanta, a las afueras de El Burgo. Es una zona perfecta para echar el día en familia al sol del invierno.
Este es un espacio al que es fácil acceder en vehículo por una cuidada pista de tierra que transcurre paralelo al Arroyo de la Fuensanta. Sin embargo, también existe un sendero que parte desde el casco urbano. Tiene cinco kilómetros y atraviesa zonas de olivos, además de pinares de repoblación. Es toda una aventura para los niños más atrevidos, aunque quizá es demasiado largo para los más pequeños, que quizá puedan esperar con el resto de la familia en el área recreativa.
El pinus canariensis es una especie de pino que es endémica de las Islas Canarias. En Málaga, sin embargo, también se puede ver. Entre los años 30 y 50 del siglo pasado muchos ejemplares fueron utilizados en la repoblación del ahora llamado Pinar Almendrales, ubicado en las estribaciones del Parque Natural de los Montes de Málaga, muy cerca del barrio de El Limonar. Con 150 hectáreas de superficie, este denso bosque cuenta con una red de senderos y pistas forestales con multitud de opciones para una caminata familiar.
La opción más sencilla es un recorrido circular que parte un poco más arriba del club hípico y se adentra durante cinco kilómetros por el pinar, que mezcla especímenes canarios con otros de pinos carrascos, más habituales de la zona. Apenas se acumulan 200 metros de desnivel, así que todas las cuestas son aquí suaves, tanto de ascenso como de descenso. Por el camino, además, existen ruinas de viejos lagares, árboles como algarrobos y una fauna que a veces se deja ver, sobre todo en forma de ardillas que corretean de aquí para allá. La terraza de 'La Taberna de Mike Palmer' (Recomendado Guía Repsol) es un excelente lugar para disfrutar después de un buen almuerzo.
La llamada Senda Litoral recorre 184 kilómetros junto al mar por 14 municipios de la Costa del Sol. Aún no está finalizada en su totalidad, pero sí ofrece numerosos tramos que permiten caminar cerca del Mediterráneo en cualquier época del año. Una de las más atractivas, por su accesibilidad, posibilidades y alternativas gastronómicas es la que transcurre desde Torre de Benagalbón hasta Benajarafe. Es absolutamente llana y, en su mayoría, pasea junto a los anchos arenales que conforman estas playas al este de la ciudad de Málaga.
El recorrido tiene siete kilómetros, pero no hace falta hacerlo entero. Además, se puede realizar fácilmente a pie o en bicicleta por niños de todas las edades. En él hay zonas con parques infantiles, porterías y superficies perfectas para instalar una red de voleibol para echar un rato familiar. También existen chiringuitos en Málaga a pie de mar donde hacer parada cuando entre el hambre. 'Alma Playa' (Solete Guía Repsol), 'Marina Playa', 'Liceo Playa', 'Amalia' o 'Al Rolo' son algunos de ellos. Pescaíto frito o espetos son algunas de sus propuestas más clásicas.