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Pocas cosas le pueden hacer más ilusión a un niño que descubrir un nuevo espacio para jugar, experimentar y crear. A eso responde el recién inaugurado 'Espacio Abierto' de La Quinta de los Molinos, "centro de creación y aprendizaje para público infantil y adolescente". Allí acudimos para descubrir junto a su directora, Beatriz de Torre, en qué basa su propuesta y por qué tiene entusiasmados a los habitantes del barrio.
Ella lo deja claro desde el principio: "No queremos ser un 'aparcaniños', la idea es que ellos sean los protagonistas, pero que exista la posibilidad de descubrir y participar junto a ellos en gran parte de la programación de talleres y actividades que proponemos".
Para entender bien de qué se trata hay que remontarse al origen del proyecto. La Quinta de los Molinos, una antigua finca de recreo reconvertida en parque municipal y conocida sobre todo por la floración de los cerezos en febrero y marzo, tenía un palacete cerrado a cal y canto desde hace casi tres décadas. "Llevamos alrededor de dos años con esta iniciativa, entre que la parimos, empezamos a darle forma y ponerla en marcha", explica de Torre. "Cuando Manuela Carmena vio el sitio lo tuvo claro: 'Aquí hay que hacer algo para niños' concluyó".
"Un lugar donde puedan venir, estar y pasar el rato. Estando en mitad de este precioso parque teníamos que hacer algo a la altura. Por eso hicimos este café-jardín a medio camino entre el interior y el exterior. Queríamos jugar a traer el parque adentro y sacar la actividad afuera. Jugar con todo, con los espacios, los conceptos…".
Y aquí estamos, en una agradable cafetería que conforma el núcleo del 'Espacio Abierto', desde la que se accede a las distintas estancias que componen el centro. Para ser un lugar dedicado a la infancia, se respira una calma y un silencio sorprendentes. Y es que la mayoría de ellos está demasiado ocupado haciendo de las suyas en la Urbanoteca, dedicada al juego libre para niños entre 0 y 12 años.
Una zona con colchonetas y juegos para bebés, un espacio diáfano con estructuras móviles y una pequeña grada desde la que ver contenidos audiovisuales conforman un verdadero paraíso de libertad para los más pequeños. "La Urbanoteca es un guiño al arquitecto César Cort, que diseñó, construyó y vivió en La Quinta. Además de un homenaje a través del mural que ocupa toda la pared, queremos que una de las líneas de acción de la casa sea la ciudad, la ciudadanía, el urbanismo, la urbanidad… Nuestra idea es que los niños empiecen a jugar con todos esos conceptos". Y vaya si juegan, construyendo casas y estructuras con paneles modulares como si no hubiera un mañana.
Volvemos a cruzar el café-jardín para llegar a #playQuinta, una agradable habitación pensada para chicos y chicas de 13 a 18 años, con vistas al parque y varias mesas, zonas de descanso y una gran hamaca roja. Aquí los protagonistas son los libros, elegidos con mimo por la dramaturga y pedagoga Itziar Pascual, y una cuidada selección de juegos de mesa. "Vienen pandillas de chavales y se pasan aquí la tarde. Ponen su música, juegan muchísimo a los juegos de mesa o les ves cómo cogen un libro y se buscan un rincón tranquilo para leer".
Tras subir unas escaleras, llegamos a la primera planta, pensada para los talleres y espectáculos. "Aquí tenemos el auditorio y tres aulas. La idea es acoger y trabajar sobre cualquier expresión artística y que sea la creación el hilo conductor de todo lo que queremos transmitir. Son aulas multidisciplinares, las tenemos vacías y en función del taller que hay se les proporciona lo que necesiten". En este caso, una de las aulas está llena de animales de plástico, herramientas del Taller de Sombras para que los asistentes aprendan a dibujar. Desde los amplios ventanales se ve a un grupo de unas quince personas, mayores y niños de todas las edades buscando sombras de árboles y plantas que plasmar en el papel.
En el auditorio está todo preparado para el musical del día siguiente, con una escenografía que han trabajado los propios participantes del campamento musical, además de instrumentos que también han tenido que fabricar ellos mismos. "Aquí hacemos danza, música, teatro, cine… La idea es que tanto los artistas como el público compartan el escenario". Romper la cuarta pared para hacer partícipes a los niños (¡y a los padres!) es la mejor manera de captar su atención y que se sientan parte del espectáculo.
Tras bajar de nuevo las escaleras, la directora artística desvela otro de los puntales del 'Espacio Abierto', la Quinta Cocina. Se trata de una escuela de hostelería para jóvenes en situaciones de vulnerabilidad y exclusión social. Bajo el lema "aprender haciendo", esta iniciativa instruye a alumnos de entre 16 y 23 años para que tengan una completa formación laboral. "Tienen sus turnos de cocina, de barra, de clases teóricas y de habilidades sociales. Son chavales en situaciones muy complejas, así que no solo se trata de abrirles ese camino profesional, sino de aportarles mucho más. Es muy curioso ver cómo se va despertando en ellos el sentido de pertenencia a este lugar".
Para Beatriz de Torre, el balance de estos diez días no puede ser más positivo. "La respuesta está siendo abrumadora. Lo más curioso es cómo lo va recibiendo la gente, es genial ver cómo entran en el juego. La idea es que todo esté abierto, que todo sea accesible, que todos seamos parte de esto y cada uno pueda proponer o sugerir lo que le apetezca. Nos decían 'os va a desaparecer el material, porque no hay nada que les impida robarlo'. No nos falta ni un solo libro, ni un juguete".
"La gente viene a jugar con los niños y antes de irse recoge todo y lo deja como estaba". Parece que el propio espacio y los anfitriones, trabajadores del centro encargados de dar información a los visitantes y dinamizar cada una de las salas, inspiran esa urbanidad tan querida por César Cort. Él, a buen seguro, estaría orgulloso de ver cómo su casa se ha convertido en la de todos.