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San Isidro viajero: escapadas a menos de una hora de Madrid

22/07/2024 –

Actualizado: 29/03/2022

Si ya te has dado una vuelta por las Vistillas para saborear las rosquillas del Santo, Guía Repsol te propone diez de las mejores excursiones que podemos hacer desde Madrid en poco más o menos una hora en coche. Afortunadamente, no hace falta realizar largos viajes para salir de la gran ciudad. A escasos kilómetros encontramos paisajes y pueblos sorprendentes. Desde murallas medievales kilométricas hasta plazas centenarias, pasando por monumentales palacios o campos donde pastan hipopótamos y jirafas.

Un Safari a 52 km

A escasos cinco minutos en coche desde Aldea del Fresno, está el único Safari Madrid, un parque zoológico donde los animales están en semi-libertad y en el que podemos ver desde jirafas hasta elefantes sin salir de nuestro propio coche. Podemos aprovechar el safari para conocer Aldea del Fresno, una pequeña población de unos 2.500 habitantes bañada por los ríos Alberche y Perales. Este enclave privilegiado ofrece un entorno natural extraordinario, ideal para practicar senderismo o pasar un día de picnic en familia. En el propio municipio podemos visitar la torre de la iglesia de San Pedro Apóstol, del siglo XVIII, y la Granja El Santo, situada a las afueras del núcleo urbano, un conjunto de edificaciones que se construyeron con fines agropecuarios y en el que destaca la ermita de San Saturio, del siglo XIV.

Una ciudad romana bien conservada (119 km.)

Una de las ciudades romanas mejor conservadas del Mediterráneo se encuentra en Segóbriga (Cuenca). Este parque arqueológico, desconocido para muchos vecinos de la capital, es un tesoro histórico ya que no solo encontramos restos romanos sino también del antiguo castro celtíbero que aquí hubo. Dos de los monumentos más destacados son el Teatro y el Anfiteatro, se construyeron en el año 78 d. C. y ambos cuentan con un graderío muy bien conservado. También podemos ver, entre otros, parte de la antigua muralla, que llegó a tener 1.300 metros de longitud, las termas, construidas a mitad del siglo I a.C., o la acrópolis, situada en la cumbre del cerro sobre el que se asienta Segóbriga.

Palacio Real de Aranjuez (47 km.)

¿Has pasado mil veces de camino a la playa cerca de esta localidad y aún no has parado a conocerla? No lo dejes más. Es una lástima que vivas tan cerca de un lugar declarado por la UNESCO como Paisaje Cultural de la Humanidad y no te hayas acercado. Aprovecha este día de fiesta para descubrir el tándem perfecto formado por la mezcla de naturaleza y arquitectura en Aranjuez. En esta villa, nombrada Real Sitio por Felipe II, no puedes perderte su archiconocido Palacio Real, así como otros edificios emblemáticos, como la Casa del Labrador o el Museo de Falúas Reales. Más allá de su arquitectura, merece la pena contemplar su riqueza natural, dando un paseo por alguno de sus jardines o junto al curso del río Tajo, contemplando árboles centenarios. Probablemente, seas de buen comer, así que, nada como hacer parada en Casa José para reponer fuerzas. Tiene dos Soles Repsol y es el templo donde se rinde culto a las huertas de Aranjuez. Los hermanos del Cerro han prestigiado su restaurante a base de producto y creatividad. Prueba la Lasaña de tubérculos con brotes tiernos y jugo de lechuga; mero confitado a 70º con albahaca y emulsión de calabaza; y de postre, las castañas en crema sobre láminas de cacao y sorbete de chocolate.

Chinchón (46 km.)

Cuando oyes Chinchón te viene a la cabeza un buen anís y una imagen de su emblemática Plaza Mayor (de hecho es de las más representativas de España). Pero, jamás has pisado por allí. Sólo 46 km separan tu imagen de la realidad. Si no vas estos días puedes hacerlo un fin de semana en el que se haga alguna actividad especial en su icónica Plaza Mayor, como el mercado medieval. Otros lugares destacados del municipio son el monasterio de los Agustinos, actualmente convertido en Parador de Turismo o el teatro Lope de Vega, cuyo nombre se debe a que el dramaturgo escribió en Chinchón una de sus obras, El Blasón de los Chaves de Villalba.

Granja de San Idelfonso (97 km.)

No es un plan sino tres planes en uno: puedes pasear por el “Versalles español”, dar de comer a caballos en plena naturaleza y terminar con festín de judiones. Además, puedes hacer un alto en el camino en Valsaín, a 4 kilómetros de distancia, enclavado en el valle del mismo nombre, te proponemos un agradable paseo por la senda de las Pesquerías Reales, que sigue el curso del río Eresma, disfrutando de la naturaleza y de lugares como una pradera donde pastan libremente caballos y vacas. Ya en San Ildefonso, visita su palacio con sus impresionantes interior y exterior, unos jardines de tal belleza que le han servido para ganarse el apelativo del pequeño Versalles. En ellos destacan especialmente sus fuentes, una veintena, están inspiradas en la mitología clásica y pintadas en color bronce, cuando están en funcionamiento (solo en algunos días del año) son espectaculares.

San Lorenzo de El Escorial (55 km.)

Siempre has querido saber qué se siente siendo el Rey. En El Escorial puedes sentarte en la roca (con escalones y asiento incluido) que mandó construir Felipe II para contemplar cómo iban las obras del monasterio. No era para menos, ya que tardaron 22 años en construirlo. El monasterio, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, es imponente. Todo aquí es monumental: desde los más de 33.000 metros cuadrados que ocupa, hasta sus torres, de 55 metros de altura, sus 88 fuentes, 86 escaleras, 13 oratorios y más de 1.500 obras pictóricas, entre otros muchos tesoros de su interior. Paseando por sus jardines puedes contemplar la grandiosidad de la obra pero también del paisaje, ya que está ubicado a los pies de la sierra de Guadarrama. Después de la visita nada mejor que disfrutar de los productos locales de una manera creativa en el restaurante Montia que cuenta con un Sol Repsol. Su filosofía: tratar el producto de forma artesana.

Buitrago de Lozoya (78 km.)

Es una de las villas medievales mejor conservadas de España, de hecho, su recinto fortificado, bañado por el río Lozoya, fue candidato por la Comunidad de Madrid a El Mejor Rincón 2015. Su mayor tesoro: cerca de 800 metros de muralla con nueve metros de altura y en perfecto estado de conservación, una delicia para todo amante de la arquitectura defensiva. La muralla, además, está habilitada para poder dar un paseo por ella, contemplando las espectaculares vistas de la villa y su entorno natural a los pies del puerto de Somosierra. La visita nos reserva otras sorpresas como el castillo de los Mendoza, donde vivió Juana la Beltraneja, o un Museo Picasso, con obras auténticas que el pintor malagueño regaló a su barbero, natural de Buitrago. Es habitual que durante los fines de semana se realicen visitas teatralizadas por el recinto fortificado, una forma amena y original de conocer la historia del lugar.

Patones (68 km.)

La excursión a Patones es tan recomendable que en ocasiones incluso hay demasiados turistas como para visitarlo con la tranquilidad que uno espera en un destino rural, en contrapartida, cuenta con una variada oferta de restauración y alojamiento. Se trata de uno de las mejores paradas que podemos hacer en la ruta de la Arquitectura Negra, que recorre los pueblos de Guadalajara y la Comunidad de Madrid caracterizados por utilizar la pizarra en los tejados y muros de sus construcciones. El municipio se divide en dos núcleos urbanos, Patones de Arriba y Patones de Abajo, siendo el primero de ellos el que más interés arquitectónico tiene. Muchas de las casas o puntos de interés del municipio cuentan con plafones explicativos que facilitan mucho la visita en la que tenemos parada obligada, entre otros, en la fuente Nueva y el lavadero, de principios del siglo XX. Como curiosidad, se dice de Patones que ha sido el único pueblo con su propio rey, ya que según la documentación histórica, allá por el siglo XVII el lugar estaba regentado por el Rey de los Patones, quien se cree que era una figura de autoridad similar a un alcalde o juez de paz.

Nuevo Baztán (48 km.)

Una ciudad fundada a principios del siglo XVIII fruto de la iniciativa personal de un empresario, Juan de Goyeneche, procedente del valle navarro de Baztán. Su sueño era levantar un innovador complejo industrial, tan próspero que su ejemplo pudiera expandirse por toda España. Aunque no logró cumplir su sueño, en el camino forjó los cimientos de Nuevo Bazán, con obras levantadas de la mano del arquitecto José Benito de Churriguera, que se ha convertido hoy en día en un pequeño tesoro arquitectónico y urbanístico. Su proyecto se estructuró en torno a dos elementos clave, la iglesia de San Francisco Javier y el Palacio de Goyeneche, candidato al Mejor Rincón 2014, alrededor de los cuales se distribuyen los edificios de fábricas y, más tarde, también de viviendas, siempre siguiendo un trazado recto y regular. En el paseo por este trazado hay que hacer parada obligatoria en sus muchas plazas y frente a un inmenso olmo en la travesía de José de Churrigera. En la década de los años 60 y 70 el pueblo empezó a crecer generándose nuevos núcleos urbanos alrededor del casco antiguo, se trata de cuatro nuevos barrios: El Mirador, Las Villas, Monteacevedo y la urbanización Eurovillas.

Pedraza (125 km.)

Se tarda hora y media en llegar a Pedraza desde Madrid pero, sin duda alguna, el camino merece la pena. Es uno de esos pequeños pueblos de calles serpenteantes y casas empedradas donde parece que el tiempo se ha detenido en la Edad Media, de hecho, ha sido declarada Conjunto Monumental por su belleza. El mejor plan para conocer este pueblo es pasear sin prisa por su casco histórico, haciendo paradas en lugares únicos como su Plaza Mayor, una de las más bonitas de Castilla y León. También merecen una parada el castillo-museo Ignacio de Zuluaga, donde el pintor tuvo un estudio, así como la cárcel de la Villa, un edificio del siglo XIII donde podemos ver una auténtica mazmorra. Pedraza es también un buen lugar para ver las estrellas y escuchar el silencio, algo casi imposible en la capital. La gastronomía es otro de sus puntos fuertes, es muy recomendable probar aquí un buen cordero asado. Cada mes de julio, además, el pueblo entero se ilumina con candiles durante dos días en sus famosos Conciertos de las Velas.