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El chef Toño Rodríguez ha armado un proyecto que va más allá del tipo de cocina divertida y sorprendente que solo buscar encandilar a través de la vista. Hay un buen equipo detrás, sobre todo en los fogones. Todos los cocineros ejercen en sala, donde terminan y explican los platos. En el menú gastronómico se nota que hay mucho más que diversión y ganas de sorprender. Hay un buen fondo de cocina desde los tres aperitivos en los que se describe el paisaje y la producción agroalimentaria de Aragón: trucha del Cinca, arroz de las Cinco Villas, cebolla de Fuentes, borraja, cerdo de Teruel... Se ofrecen más productos del entorno, como esturión, magníficamente trabajado. Tradición y vanguardia se mezclan en unas cuantas recetas sorprendentes, como llamativo es el guiso de cuello de ternasco envuelto en un croissant. Pero si hay un capítulo en el que Toño Rodríguez brilla es en el de los postres. Su propuesta Cítricos es un torrente de sensaciones. El menú es largo, pero muy llevadero.
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