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Ni todo lo que nos impresiona tiene que ser gigantesco ni la espiritualidad de una estancia depende solo de una decoración recargada. El santuario de la Virgen de la Cuevita nos produce, sin duda, esa sensación de misterio. Para ello no necesita más adorno que sus toscas paredes de piedra, excavadas en la seca piedra de una caverna, igual que el altar, el púlpito, el coro y el confesionario que la completan, todo ello para cobijar la efigie de la Santa María de la Cuevita de Artenara. Dicen que su origen se remonta varios siglos atrás, traída por unos frailes franciscanos deseosos de evangelizar esta tierra, con la virgen como estandarte, mandando desde lo alto de una improvisada casa de oración en la roca. La imagen que mereció tantos desvelos es una figura de apenas 80 centímetros de altura que muestra a la virgen coronada, con rayos y estrellas enmarcando su cabeza, y el niño Jesús sostenido en su brazo izquierdo. Pese a sus reducidas dimensiones, la vemos ocupando el lugar privilegiado del santuario, luciendo en su altar como un tesoro recién hallado por un arqueólogo, y entendemos que este rincón rocoso sea uno de los lugares más célebres y visitados del municipio.
28.018630, -15.642649
928666117
http://www.artenara.es/turismo