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Iglesia Parroquial de Santa María la Real

Deba, Gipuzkoa/Guipúzcoa

Majestuosa extiende su manto ante Deba. Es una reina que no gobierna, solo se dedica a admirar el espíritu de su localidad desde el corazón del casco histórico. Desde allí les observa, en las preciosas terrazas, correteando por la plaza, o esperando a sus amigos en ese punto de encuentro. A veces ni siquiera reparan en ella, síntoma de que la mayoría de los que viven en Deba la ven todos los días cuando cruzan el centro. Sin embargo, incluso aquellos que no entiendan nada de reyes estarán de acuerdo en su nobleza. Preside la villa exhibiéndose como una joya gótica que ha visto desde el siglo XV como todos los que llegaban hasta ella por primera vez, clavaban la mirada en su espectacular porche de colores. Allí, tatuadas en la piedra, las pinturas y esculturas susurran historias sobre arte, mientras reproducen escenas de la vida de la Virgen María. Es su especial bienvenida a su entrada principal que ya busca deslumbrar al visitante. Una vez se cruza este ‘umbral real’ es imposible no desviar la mirada del claustro, el más antiguo del territorio, y que remonta, al que lo pisa, directamente a la Edad Media. Dentro de la nave salón, las altas bóvedas abruman, la decoración es catedralicia, incluso con sorpresas, como un exvoto marino que cuelga de la techumbre. La paz eclesiástica se retira en pos de la belleza, superando las expectativas de cualquiera que haya imaginado alguna vez una iglesia vestida de palacio. Es un canto al arte, a los siglos y al eterno gótico que se seguirá subiendo por sus muros. Quién sabe si alguna vez quiso ser reina o simplemente quería dar culto, desde uno de los más bellos tronos góticos de Vizcaya en los que se pueda asentar la fe.

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