Iglesia de Santa María de Mesa o Asunción

Utrera, Sevilla

Frente a nosotros, una enorme mole de piedra da forma a un edificio impresionante que se desparrama a lo ancho y a lo alto de toda la gran superficie que ocupa; un edificio consagrado al culto religioso, desde el s. XV, que se levanta sobre otro anterior; una iglesia con hechuras de catedral que se amplia y magnifica en sucesivas modificaciones, añadiendo más ornamentalidad, más estructuras a la estructura, más puertas a las paredes, más torres a la torre, más a más… Hasta completarse como la iglesia gótica renacentista que es Santa María de Mesa.
Al estar construida sobre una pequeña elevación de terreno, de ahí su nombre de Mesa, resalta aún más. Es una edificación hecha para conmover y engrandecer el poder de la fe. Donde primero se prende nuestra mirada es de la impresionante torre que abre la puerta de entrada y se levanta hasta cinco pisos hacia arriba; los dos últimos, de factura barroca, se construyeron tras el terremoto de Lisboa del XVIII.
Atravesamos la monumental entrada de la Puerta del Perdón, atribuida a Martín de Gainza, aparejador en las obras de la catedral de Sevilla, y el vértigo se apodera de nosotros. No alcanzamos a recorrer la multitud de adornos en piedra que circundan la ancha arcada, de arriba abajo y de abajo a arriba. Se nos entrecruzan en la mirada y respiramos profundamente para continuar mirando. Dos grandes angelotes tocan la trompeta, uno a cada lado de la imagen de la Virgen con las manos en actitud de rezo y rodeada de querubines. A sus pies, con grandes letras, “Maria Cocebida Sin Pecado Original” y, debajo de ella, más angelitos y animales mitológicos. Debajo, sobre hornacinas, las enormes representaciones de San Pedro y San Pablo jalonan la puerta de entrada. Queremos atravesarla y entendemos con respeto profundo todo lo que describe entorno a la Asunción de la Virgen pero estamos abrumados con tanta profusión ornamental. Como en el Medievo, el edificio provoca el mismo efecto.