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Ermita de San Blas

Broto, Huesca

¿Cuántos secretos puede guardar una ermita? Si han pasado 1.000 años es posible que más de uno, y también es probable que nunca los lleguemos a conocer del todo. Pero, a veces, la curiosidad de los vecinos y de los amantes del patrimonio consigue que aflore la verdadera naturaleza de un monumento. Así ha ocurrido con la ermita de San Blas, situada cerca de la urbanización Nuevo Broto, a las afueras del casco urbano; un templo que, tras un buen lavado de cara asesorado por expertos, ha rejuvenecido sin perder su sello prerrománico. Sigue siendo un santuario de curiosa planta de cruz latina a la que le falta uno de sus brazos.  No obstante, a pesar de todas esas cirugías con las que se logrado recuperar, entre otras cosas, su altar original y algunos de los frescos  de sus paredes, en el santuario sigue reinando la austeridad espiritual que se respiraba en el Aragón del siglo XI, el de las Cruzadas, el de la expansión de las ordenes monacales, el que resistía al otro Aragón islamizado.  

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