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Lo viejo y lo nuevo. Es la fotografía que se nos muestra al contemplar la ermita de Santa María de Bellvitge. Su estructura románica contrasta fuertemente con la enorme torre acristalada que se alza a su espalda y los bloques de edificios que parecen engullirla. Santa María da nombre al barrio donde se ubica y es la seña de identidad del mismo.
La ermita románica original, del siglo XIII, ha sido una y otra vez reconstruida por las sucesivas crecidas del río Llobregat y diferentes conflictos bélicos, por lo que conserva muy escasos vestigios de su estructura primigenia, aunque todas las reconstrucciones han sabido conservar su aire románico. El edificio actual corresponde al siglo XVIII y consta de una sola nave rectangular y un pequeño campanario, de forma piramidal en tonos verdosos. La portada conserva las arquivoltas y el tímpano primitivos, de 1201.