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Se encuentra fuera de la 'Puebla Vieja', frente al puente de la Maza. Construido por los monjes frasciscanos en el siglo XV con las limosnas que recibían, este convento, hoy en ruinas, es un lugar romántico y místico, no solo por la historia que esconden sus piedras, sino también por el maravilloso entorno natural en el que se asienta.
Fue en este convento donde Carlos I y su séquito se alojaron en su primera visita a España (1517), según cuentan las crónicas de Larent Vital, acompañante del soberano. "Se cree que su habitación estuvo sobre el quinto arco del claustro", explica Vicente Cortabitarte, miembro del departamento de Cultura y Turismo del Ayuntamiento de San Vicente, mientra señala con el dedo el lugar exacto.
La visita del futuro emperador de España, que entonces sólo tenía 17 años, fue un gran hito histórico en San Vicente de la Barquera y el próximo 29 de septiembre la villa celebrará los 500 años de su desembarco, una llegada inesperada ocasionada por una tormenta, que hizo que Carlos I se quedara un total de 14 días. "En su honor se celebró una corrida de toros en la playa, a modo portugués, con la bajamar", añade Vicente.
Rodeado de encinas y robles centenarios, naranjos, limoneros e incluso un alcanfor traído directamente de Australia, la naturaleza ha colonizado poco a poco las antiguas estancias de los monjes. "Aquí, en lo que ahora es una enorme prado, es donde los religiosos tenían las aulas donde impartían clases de gramática, moral y filosofía", señala Vicente. "Y aquí estarían la cocina con el pozo, la zona del huerto, y el enorme claustro con vistas al mar", añade mientras caminamos entre las ruinas barrocas. La capilla de Santo Toribio es otro rincón especial: para acceder a ella hay que cruzar un pequeño arco de medio punto y subir por unas escaleras tapizadas de musgo que le dan un mayor encanto al camino. Era aquí donde los monjes se dedicaban al retiro y la oración. Cuesta imaginárselo, muy poco queda de todo ello.
Su declive comenzó con la Desamortización de Mendizábal de 1836. Abandonado y en estado de ruina, sus piedras fueron utilizadas para la construcción de la iglesia de La Acebosa, un pueblo cercano, y del hotel Luzón. "En los años 60 se barajó incluso la posibilidad de rehabilitarlo como Parador", cuenta Vicente, aunque finalmente fue la familia propietaria de Continental Autos la que se encargó del conjunto religioso para iniciar su rehabilitación y evitar así el desplome de nuevos muros y bóvedas. A pesar de ser propiedad privada, es posible visitar con cita previa el convento llamando a la Oficina de Turismo de San Vicente de la Barquera.
San Vicente de la Barquera