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Mercado de San Miguel

Madrid, Madrid

En medio de un intenso paseo turístico por el Madrid de los Austrias, los colores brillantes de la fruta nos llaman como un neón en la oscuridad. El rojo intenso de las cerezas, el naranja aterciopelado de los melocotones, el verde brillante de las uvas. Toda es de temporada, está en su mejor punto, no hay más que verla u olerla. Producto de la tierra o de lugares lejanos, ideal para llevarla a casa o ya preparada para tomarla en el momento, o para beberla en zumos recién exprimidos; piña, naranja, maracuyá. Estamos aún salivando y tratando de decidir cuando miramos al interior de este armazón centenario de hierro y cristal y comprobamos que el espectáculo no ha hecho más que empezar.

Además del conocimiento experto de los tenderos, siempre dispuestos a aconsejarnos lo mejor, el Mercado de San Miguel tomó como ejemplo a La Boquería en Barcelona, y tiene todo listo para probarlo antes de llevárnoslo a casa. O quizás, como es ya tradicional, olvidarnos de transportar nada y simplemente llevárnoslo puesto, comérnoslo in situ sin esperar más. De lo castizo a lo gourmet, los olores guían nuestros pasos, diferentes entre sí pero todos deliciosos. Encontramos cafés del mundo o los dulces y panes seleccionados del Horno San Onofre, pero también, a unos pasos de distancia, brillante salmón noruego, exquisito caviar ruso o genuinos bocadillos de calamares. Más allá, las mejores tapas del mítico Lhardy, que podemos regar por el amplio catálogo de cervezas de importación que ofrece otro de los puestos. Que no falten los quesos nacionales e internacionales, que no pare el suministro del insuperable jamón 5J. Una completa carta de vinos acompaña las mejores elaboraciones con el mejor producto, ya sea carne, pescado o verduras en los puestos de show cooking. Después de un rato disfrutando del mercado ya no sabemos si bebemos para regar la comida o comemos para acompañar la bebida. En cualquier caso, salud y que aproveche.

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