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Cueva de El Soplao

Rionansa, Cantabria

Bendito hallazgo el de esos mineros que a principios del siglo XX quisieron abrir una cavidad en la roca y sacaron a la luz esta cueva de El Soplao. Lo que hallaron allí fue un ‘palacio natural’ donde el agua filtrada a través del mineral fue depositándose en mil y una formas caprichosas a largo de sus amplias cavidades. Un entorno tan sorprendente fue, sin embargo, usado como zona de trabajo y transporte de minerales, dejando allí de recuerdo unos restos –hornos, lavaderos, castilletes…– que hoy son puro patrimonio arqueológico minero, y añaden una capa extra de cultura al entorno.

Será a raíz de su exploración a fondo en los 70 cuando El Soplao revela su valor espeleológico, y también su enorme extensión, calculado en más de 20 kilómetros. El potencial turístico de este laberinto de cavidades, estaba servido. Hoy hay incluso rutas organizadas a través de unas galerías tan amplias y variadas que más parecen las estancias de un palacio. Salas lujosamente decoradas por la naturaleza, con el mineral adoptando la forma de columnas, banderas, prismas y cristales, caprichos poligonales… La abundancia de formaciones excéntricas es precisamente la seña de identidad de El Soplao. Y como no hay palacio sin tesoro, el hallazgo reciente de un yacimiento de ámbar azul-púrpura, con especies desconocidas de insectos fosilizados en él, ha venido a añadir una joya mimada a este museo geológico donde todo se conjura para el regocijo de nuestros sentidos.

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