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Malales Martínez Canut lleva toda su vida volcada en proyectos de interiorismo para hoteles y restaurantes. Han sido muchos años ideando y ambientando los hoteles de otros, al mismo tiempo que dejaba crecer la ilusión de hacer realidad uno propio, siguiendo únicamente sus criterios personales y sus expectativas más íntimas. Algo que por fin materializó en el año 2021 dentro del 'Palacio de Helguera'.
Hasta entonces, gran parte de su trayectoria profesional se había desarrollado a orillas del Mediterráneo, donde nació. Pero un buen día descubrió la cornisa cantábrica. “Era una intriga para mí y me resultó muy atractivo el tipo de arquitectura de esas casonas típicas de sillería y piedra, las casas de indianos y los palacios que salpican Cantabria. Me enamoré de sus valles, su naturaleza, sus playas…”.
Aquí se topó con el 'Palacio de Helguera' construido en el siglo XVIII, cerca del caserío cántabro de Las Presillas e integrado en el municipio de Puente Viesgo. El lugar y el edificio le fascinaron. “Cuando lo encontré, supe que ese era mi momento”. El objetivo era transformar un edificio dieciochesco en hotel de lujo para el turista contemporáneo. Un empeño osado, casi temerario abriendo en año pandémico. Sin embargo, va pasando el tiempo y el alojamiento con sus brillantes cinco estrellas se ha consolidado como uno de los espacios más distinguidos de toda la comunidad autónoma.
¡Distinguido y distinto! Lo que hace diferente al 'Palacio de Helguera' es que propone un viaje al pasado, a la época en que se construyó. Pero no solo por las vetustas piedras, las arcadas que dan la bienvenida al visitante o los escudos heráldicos que plasman el rango aristocrático del lugar. El hotel se convierte en una máquina del tiempo gracias a su esmerada y refinada decoración, verdadera especialidad de su propietaria.
La propia Malales nos relata como “muy intuitivamente me arriesgué a devolverle el esplendor y opté por una decoración con aire rococó, estilo que se inició en el XVIII con la era de la Ilustración en Francia, y que está basado en la naturaleza. Es un estilo alegre y colorido, con estampados de pájaros y flores, entelados, tejidos de lino y seda con grandes cortinones en terciopelos, rocallas y oros, arañas de cristal y todo aquello que evoca el exuberante paisaje de los valles pasiegos”.
El hotel cuenta con 11 habitaciones cada una de ellas inspirada en un personaje histórico diferente y por lo tanto con una decoración personalizada para la ocasión. Algunas evocan a figuras claves en la historia del edificio como el Conde de Santa Ana de la Torres, promotor del palacio ya que lo concibió como su lugar de retiro tras años de servicio en el Virreinato del Perú. Si bien, nunca pudo ocuparlo, porque al ser la mano derecha del virrey jamás le dejaron cruzar al otro lado del Atlántico y la muerte le llegó en la ciudad de Lima.
En los dinteles de las puertas también aparecen otros nombres que plasman el estrecho vínculo entre Cantabria y los territorios de ultramar. Por ejemplo otra habitación se llama el Barón de Puerto Rico y también está la cámara dedicada al Regente Gabriel Ciscar, quién ejerció de marino y de matemático a la vez que desarrollaba su carrera política como esposo de la hija del Virrey de Nueva España, a la cual también se homenajea en otra habitación de palacio.
Otros personajes evocados son el Duque de Wellington, la Marquesa de Casa Hermosa, el Peregrino Revuelta, la Condesa de la Camorra o el caballero medieval Offredo Ros de Ursinos. Todos ellos vivieron en distintos momentos y lugares, pero se han venido a reunir en este enclave cántabro gracias a un proyecto hotelero desbordante de imaginación. Capaz incluso de sumergir a sus invitados en un relato literario titulado Un hotel y once despertares escrito por Juan Mateu de Ros, donde se entremezclan las vidas y épocas de esas figuras históricas con el presente de los invitados. Una grata lectura para conciliar el sueño en señoriales camas en las que no faltan sábanas de algodón egipcio, variedad de almohadas y hasta doseles para envolver la experiencia con una atmósfera más aristocrática si cabe.
El emplazamiento del 'Palacio de Helguera' no puede ser más estratégico si se busca un elegante campamento base desde el que descubrir rincones emblemáticos de Cantabria. En una media hora se llega a Santander, a algunas de las mejores playas de la comunidad, al Parque de Cabárceno, a Santillana del Mar o a las Cuevas de Altamira. Por no hablar de que a unos minutos están Puente Viesgo y los paisajes de los valles pasiegos.
Sin embargo, quién no desee moverse demasiado aquí encontrará las excusas perfectas. Pasear por los jardines de la propiedad o darse un chapuzón en cualquiera de las dos piscinas es obligado. Si hace bueno, en la pileta que se asoma a las colinas del entorno. Y si hace algo peor, el personal del hotel no tardará en encender la chimenea de la piscina cubierta para disfrutar de sus aguas y hamacas. Los más activos además cuentan con un gimnasio equipado a la última. Y para cerrar el círculo del bienestar, ¿por qué no disfrutar de los masajes que ofrece el establecimiento?
De nuevo en las estancias palaciegas hay ambientes comunes tanto en la planta baja como en la noble. Los sofás y sillones orejeros del vestíbulo son perfectos para tomar algo viendo caer la tarde a través de los arcos de la fachada. Mientras que arriba, aparece el gran salón que invita a la lectura o a un sorprendente divagar entre bustos de mármol, libros con viejas encuadernaciones de cuero, brillantes cuberterías, delicadas porcelanas traídas de todo el mundo, lámparas de araña y un sinfín de objetos que transmiten esa sensación de ida y vuelta en el tiempo, entre el ayer y hoy que es el verdadero secreto de este lugar.
El nombre completo del establecimiento es 'Helguera Palacio Boutique & Antique'. ¿Por qué? Porque los huéspedes no solo se alojan en habitaciones desbordantes de antigüedades y disfrutan de espacios comunes decorados con objetos cargados de historia y buen gusto. Además de eso, pueden adquirir esos mismos butacones, jarrones, candelabros, lámparas, vajillas,… todo puede convertirse en el souvenir de la estancia.
Es otro giro de guión que distingue el hotel ideado por Malales Martínez Canut y su equipo. Un lugar donde ha volcado su pasión por el interiorismo, las antigüedades y la exquisitez. Creando un establecimiento que cumple con todos los requisitos habituales de un hotel de categoría Premium pero inspirado en su concepto más personal de hotel lujoso: “un sitio donde sentirse como en casa, eso sí, una casa maravillosa donde encontrar paz y armonía en cada rincón, un cuidadoso mimo en cada detalle, para sumergirse en sus habitaciones, salones y jardines en absoluta intimidad. Además de estar siempre atendida por un magnífico servicio”.
Como la propia Malales reconoce un hotel de lujo también ha de contar con una atractiva propuesta gastronómica y una seleccionada bodega. De eso se encarga el restaurante 'Trastámara' ubicado en el único edificio de la propiedad de construcción reciente, si bien perfectamente imbricado en el conjunto palaciego y los jardines aunque no se haya querido imitar la estética histórica.
Al frente del restaurante se halla el joven chef Renzo Orbegoso Hinojosa, cuya procedencia peruana parece un guiño más a los orígenes del hotel. Si bien, el propio Renzo reconoce que él ha aprendido a cocinar en España y paradójicamente ha descubierto las recetas de sus ancestros a este lado del océano. De hecho, en el 'Trastámara' se opta por la cocina local, con un altísimo porcentaje de productos cántabros y del entorno. Aunque obviamente tienen gestos con el recordado virreinato y en la carta se incluyen platos e ingredientes muy queridos allá como el arroz con pato o la causa limeña, servida con un suavizado ají amarillo.
Estos y otros platos van variando con cada estación. Es una cocina de temporada que mezcla el mar y la montaña que tanto caracteriza el paisaje cántabro. De ahí que se pueda optar por un carpaccio de vacuno pero también por otro de langostino. O que las típicas croquetas alternen el sabor a centollo, a jamón o a calamar en su tinta. Y que un plato principal lo mismo pueda ser un lenguado con salsa menier ligeramente tostada y alcaparras que un deshuesado rabo de toro guisado durante horas y acompañado de una parmentier de brócoli.
De alguna forma, la atmósfera distinguida y rococó del 'Helguera Palacio Boutique & Antique' también se traslada a los platos del restaurante 'Trástamara'. Cuya carta y menú de degustación de siete pases pueden disfrutar los clientes del hotel y todo aquel que se acerque hasta este rincón de Cantabria, tan lejos y tan cerca al mismo tiempo.
'HELGUERA PALACIO BOUTIQUE & ANTIQUE'. s/n. Las Presillas, Cantabria. Tel: 942 94 50 51