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Podría estar en las inmediaciones de San Quirico o en un pliegue perdido del valle de Chianti, entre Florencia y Siena. Podría estar definitivamente en la Toscana, recostado sobre una colina y entre hileras infinitas de cipreses. Pero el hotel ‘Anantara Villa Padierna’ se encuentra en la Costa del Sol, a medio camino de Marbella y Estepona. Y su encanto reside en condensar la belleza de la más fotogénica región italiana.
Para ello está su diseño, a imagen y semejanza de un palazzo, con ese estilo tan peculiar que se debate entre lo rústico y lo solemne inspirándose en los elementos de la naturaleza. Así lo quiso el arquitecto del complejo, el británico Ed Gilbert -responsable también del puerto de Marbella-, cuyas técnicas de construcción están bastante vinculadas a las de la antigua Roma.
“Ya veis que impone el edificio, pero enseguida se percibe algo especial, una elegancia discreta, con buen gusto”, apunta Cristina Borges, responsable de comunicación, a modo de bienvenida. Y razón no le falta. Porque la majestuosidad es la primera sensación que se despierta en cuanto, de lejos, asoma la fachada rosa por encima de los campos verdes y, de repente, se despliega un extraordinario entorno natural: un paisaje custodiado a la espalda por las montañas e invadido de frente por magníficas vistas al Mediterráneo e incluso, en los días más claros, a la costa africana.
Ya en el interior, donde la luz entra a borbotones, poco se tarda en caer en la cuenta de que el nivel de refinamiento alcanza cotas insospechadas. Una sofisticación que se desprende no tanto por el clasicismo italiano, ni por la nobleza de los materiales, sino por el predominio absoluto del arte. “Esto no es nada, sólo un aperitivo”, señala divertida Cristina. Y es que, ‘Villa Padierna’, que es el único hotel de España gestionado por Anantara (el sello de alojamientos de lujo), está concebido como un museo.
Es a su propietario, Ricardo Arranz y a su ya fallecida esposa, Alicia Villapadierna, a quienes se debe esta colección permanente que ya querrían para sí las más reputadas pinacotecas. Más de 1.200 piezas originales que el matrimonio fue recopilando en sus viajes alrededor del mundo.
Desde dos columnas procedentes del antiguo Palacio Villamagna de Madrid, hasta dos copas de mármol de Carrara traídas de la embajada italiana de Cuba, o un león ibérico datado entre los siglos II y III. Bustos de corte clásico, pinturas sevillanas del siglo XIX, tapices, muebles antiguos… y un descomunal conjunto de obras se disemina por salones y pasillos, otorgándoles ese aire de sobriedad que sólo destilan los palacios. Por tener, hasta cuenta con una mesa de trascendencia histórica: aquella en la que se firmó la Constitución española de 1812, conocida como La Pepa.
Más allá del arte clásico, que también se propaga en los jardines en forma de fuentes de mármol, en ‘Anantara Villa Padierna’ hay hueco para el arte contemporáneo. Para ello está la galería Badr El Jundi, donde cada mes se expone la obra de destacados artistas emergentes del panorama internacional. “Este verano tenemos la muestra colectiva Female Gaze, con Paola Angelini, Cecilia Granara, Aileen Murphy y Lulama Wolf”, explica Borges.
Hay un hito en este hotel que sirvió para colocarlo en el mapa. Fue en el año 2010 cuando recibió la visita de la entonces primera dama de Estados Unidos, Michelle Obama, junto a su hija menor, Sasha. Un acontecimiento que sirvió para renombrar la elegante villa en la que se alojaron -hoy conocida como Villa Obama-, donde el lujo se extiende a lo largo de casi 500 metros cuadrados y tres plantas, con cocina, azotea y piscina privada.
Pero que no teman quienes no puedan permitirse su disfrute porque, además de otras villas más modestas -es decir, de una o dos habitaciones también con cocina y piscina privadas-, siempre quedarán las suites o las habitaciones deluxe.
Con o sin terraza, con vistas al lago o a la piscina, pero siempre con el característico toque de arte: sus camas tamaño king-size -con su correspondiente menú de almohadas- conviven con acuarelas de la Alhambra y jarrones chinos de más de cien años de antigüedad reconvertidos en lámparas. Eso y las flores frescas que perfuman todos los rincones -hasta los baños de mármol travertino- y que son siempre una lección de buen gusto.
“Llegados a este punto, habrá que saciar más que la vista y rendirse a los placeres del estómago”, anuncia la responsable de comunicación. Para ello están los diferentes espacios gastronómicos donde la cocina andaluza predomina por encima de todo.
Se puede optar por un exquisito gazpacho con langostinos en ‘La Loggia’, de inspiración mediterránea; un arroz con bogavante en ‘La Pérgola’, junto a la maravillosa piscina, o por unos imprescindibles espetos en el ‘Beach Club’, junto al mar. Para los amantes de la vanguardia japonesa está el ‘99 Sushi Bar’ -el mismo de Madrid y Dubai- y para los de los cócteles, el ‘Eddy’s Bar’, con un mixólogo experto.
Tiempo habrá también de relajarse en el spa, que tiene el honor de ser uno de los más grandes y lujosos de Europa y que en 2019 fue reconocido por los prestigiosos World Spa Awards como el Mejor Retiro de Bienestar en España. Las cifras lo dicen todo: 2.000 metros cuadrados de baños romanos, diez salas de tratamientos, un hammam de sal marina, un circuito aromático con tres baños de vapor, saunas griega y finlandesa, flotarium, piscina con vistas al jardín…
“Más que las fabulosas instalaciones, el servicio exquisito y la ubicación privilegiada, la filosofía de Anantara promulga que lo mejor de un destino son las experiencias que propicia”, explica Cristina. Para ello se ha creado no sólo un catálogo de actividades de autor, sino también la figura de los gurús, cada uno de los cuales es experto en un aspecto de la Costa del Sol.
Así, se puede hacer una ruta a los olivares, con el gurú del aceite de oliva; descubrir el secreto de Jerez con el gurú de los vinos, o examinar el patrimonio monumental con el gurú del arte. Y si alguien se atreve, visitar un tablao y arrancarse a ritmo de flamenco con el gurú del baile. Cuenta algún miembro del staff que la hija de Obama lo hizo.
Otras actividades alcanzan, claro, otros niveles. Empezando por disfrutar de los tres enormes campos de golf -con un magnífico recorrido de 18 hoyos cada uno- y continuando por viajes en helicóptero privado por las viñas de Ronda, rutas en coche clásico descapotable por los Pueblos Blancos o travesías en velero desde Puerto Banús. Y más asequible, pero no menos apasionante, son las románticas Dining by Design, cenas en las que se elige el menú perfecto para vivir una velada inolvidable bajo una pérgola de glicinias en un patio privado o bajo la luz de las estrellas.