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Elevada a cinco metros de altura, en plataformas desde las que otear el corazón de la dehesa cordobesa en medio de Sierra Morena, la vida se ve de otra manera. El sonido del móvil acaba siendo sustituido por el de decenas de pájaros y los aromas del campo, que ascienden hasta nuestra cabaña, hacen un efecto de masaje tailandés en el cuerpo y en la mente que, realmente, serena.
Cualquier actividad –o no actividad– que decidas hacer sobre estas cabañas de diseño de 115 m2 termina siendo placentera: leer, desayunar, pensar –o no pensar–, darte un baño en su piscina privada, tomarte una copa de vino de su pequeña bodega… Sobre todo, si se tiene en cuenta que en estas confortables seis cabañas de pino, repartidas para que ningún vecino pueda ver ni escuchar a otro, ofrecen todas las comodidades de un pequeño hotel boutique en mitad de la naturaleza.
Quién le iba a decir a estos dos jóvenes, Jorge Sánchez y Rafael Ceballos –que se conocieron durante un beca en Irlanda del Norte hace 15 años–, que terminarían montando primero una empresa de aceite de oliva –que distribuye el 90 % de su producción en Galicia– y después este exclusivo glamping a seis kilómetros del pueblo de uno de ellos, Adamuz (Córdoba). Alrededor de las cabañas, una finca de 27 hectáreas en la que la desconexión de las prisas, el estrés y la rutina está 100 % asegurada.
"En España el término glamping está prostituido", nos comenta Jorge Sánchez, uno de los jóvenes emprendedores. "A cualquier tipo de alojamiento se le llama hoy así. Pero realmente la idea proviene de la conjunción del concepto de glamour con el de camping. Y, hoy en día, en muchos de estos alojamientos, tipo burbujas, yurtas, etcétera... les echan un colchón adentro y poco más, pero se olvidan de dar el servicio que darías en un buen hotel y de los detalles. En 'La Dehesa Experiences' hemos recuperado la esencia del glamping y la hemos trasladado a este entorno. Todo lo que ves aquí invita a vivir experiencias de kilómetro cero, desde la gastronomía y los vinos, hasta las excursiones que se organizan por la zona".
En el interior de la finca los coches no entran. No está permitido que circulen entre las cabañas. La tranquilidad y el silencio en el recinto son sagrados. Después de recorrer la pintoresca carretera de los Montes Comunales que los separa de Los Pedroches –donde se detiene el AVE que viene desde Madrid antes de llegar a Córdoba–, uno deja su vehículo aparcado bajo las placas solares que dan energía a todo el recinto. Por cierto, si vienes sin coche te recogen en la estación –funcionan como un hotel en todos los sentidos–.
Una vez que se hace el check-in, uno de los boggies eléctricos de 'La Dehesa Experiences' te llevará al que será tu nido durante unos días. Nunca mejor dicho, porque desde tu terraza te sentirás como un pájaro. Las vistas alcanzan hasta un mar de olivos de sierra en pendiente, como si fueran una especie de Ribera Sacra de olivares, de donde recolectan manualmente la aceituna y extraen el aceite de esta variedad local peculiar, Nevadillo Negro (DOP Montoro Adamuz) que formará parte de tu desayuno. Otro pequeño lujo de alojarte en este glamping: zumo natural, pan de pueblo, mermeladas y, por supuesto, jamón ibérico de la DO Los Pedroches.
En toda esa extensión de terreno que ahora ven tus ojos se puede pasear, meditar, echarse una siesta a la sombra de las encinas o, incluso, recibir una exclusiva cata de vinos andaluces de manos del sumiller Rodrigo Pardo. El experto muestra especial atención a los vinos de la zona, los Montilla-Moriles, de los que la bodega tiene una excelente representación y que sorprende además con otra serie de propuestas. ¿Te imaginas una cata de vinos al atardecer en medio de la dehesa? Sí, otro espectáculo.
Para construir las cabañas en estas plataformas elevadas, los tres socios –a ellos se sumó Andrés Ceballos, el hermano de Rafael– se decantaron por un antiguo sistema en uso y en pie durante cientos de años: el de las plataformas de los puertos pesqueros. "Los rollizos (troncos) de castaños se entierran en la arena y son capaces de sostener pesadas plataformas. Así que decidimos usar este sistema y colocamos estos rollizos de castaños asturianos en medio de las encinas, evitando talar ninguna. Las encinas están protegidas y algunas tienen más de 200 años de antigüedad. Los rollizos de castaños llevan incorporado un tratamiento natural, que son los taninos propios de la madera. Esto los protege de plagas y de humedades", nos explican.
Por dentro, las cabañas son modernas, acogedoras, espaciosas. La temperatura es perfecta y, sobre todo, tienen grandes ventanales que permiten la entrada de luz y que no te pierdas ni un detalle de lo que acontece afuera, la Dehesa en todo su esplendor. Cuenta con detalles por todos los rincones: un pequeño telescopio, los jarrones con ramilletes de flores silvestres de formas y colores singulares –que después podrás reconocer en tus paseos por la dehesa–, lecturas interesantes, neveras bien surtidas con productos de la comarca y un minibar súper completo.
"La tienda, estilo safari, tiene una doble lona que se usa en los lodges de safaris africanos, diseñadas para climas extremos. Aquí hemos puesto dos de estas lonas para crear una cámara de aire que suaviza la temperatura. Esto permite que en verano estés más fresco y en invierno se conserve el calor", comenta Jorge. Aunque, eso sí, aquí por las noches siempre refresca y es preciso dormir tapado con una sábana.
"El diseño de la cabaña es único. Están hechas a medida porque queríamos realmente algo diferente y exclusivo", nos explica Jorge Sánchez. "En todo el recinto no se ha utilizado nada de hormigón, nada de cemento. Contamos también con pozos naturales. Nuestra filosofía es cuidar del entorno al máximo", remata. Y eso realmente se nota.
No por casualidad el nombre de este alojamiento es una oda a las experiencias que se pueden vivir en la dehesa cordobesa. Ni tampoco es casual que el logotipo sea un lince ibérico. "En toda esta zona existe un corredor de linces ibéricos y es relativamente fácil verlos", nos comenta Jorge, quien avistó hace poco uno de ellos a escasos metros de él. Por aquí también hay zorros, venados, numerosas aves…
Por eso una de las experiencias más deseadas de todos los que se acercan hasta este rincón de Sierra Morena son sus safaris fotográficos, que realizan en coordinación con empresas locales y profesionales con años de experiencia en el avistamiento de estas especies. Es el caso de la colaboración que mantienen con Alpasin Ecoturismo, que ofrece localizaciones únicas para fotografiar águilas perdiceras o roqueros solitarios, entre otros.
La caída del sol sobre la dehesa, paseando entre estas suaves lomas es todo lo que una podría desear en un día de estrés –léase un día cualquiera–. Solo se oyen los pájaros. Los colores del cielo se vuelven de unos tonos rojizos y púrpuras maravillosos y las ramas de los árboles crean a contraluz un efecto como de haber sido dibujados a carboncillo.
Bajo nuestros pies un festival de florecitas silvestres y arbustos que van mutando casi a diario. La flor de la jara ha dejado paso en unos días a la retama, con sus flores amarillas y los chaparros pequeños, los juagarzos y las abulagas compiten por el protagonismo sobre este suelo cubierto de vida. "Pronto dejaremos entrar a las vacas para que se coman el pasto. A ellas les encanta y nosotros tan contentos", nos cuentan los responsables que nos conducen en boggies por toda la finca.
Pero si la caída del sol es un espectáculo, mucho más lo será la noche, estrellada como pocas. Cuando la temperatura refresca y los sonidos del exterior comienzan también a cambiar, el firmamento se cubre de estrellas en una de las zonas Reserva Starlight más afamadas de España: Sierra Morena. ¿No es un auténtico lujo que en cada cabaña haya un pequeño telescopio para el disfrute de los huéspedes? Ver las estrellas desde tu nido, junto a tu piscina, en mitad de la nada, con una copa de vino… ¿Se te ocurre un plan mejor? No, porque no existe.