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Lleva todo un siglo ahí, con su llamativa fachada en ladrillo aplantillado visto y sus tradicionales azulejos, aportando ese toque de color que tanto lo distingue. El mítico edificio del 89 de la calle San Jacinto, obra del genio regionalista Ramón Balbuena y Huertas, continúa hoy constituyendo todo un símbolo de la arquitectura sevillana más auténtica. En otras palabras: siendo un emblema del regionalismo andaluz, ese movimiento que tan bien supo resumir la esencia del arte sureño más puro.
Sin embargo, posiblemente hasta ahora no había tenido la oportunidad de mostrarse en todo su esplendor. Ocupando desde 1924, año de su construcción, un lugar privilegiado de la espina dorsal del sevillanísimo barrio de Triana, hoy sus pilares y ladrillos, sus balcones y azulejos, albergan el que se ha convertido en el primer hotel boutique de 5 estrellas Gran Lujo en el vecindario.
Un coqueto templo al bienestar y al lujo compuesto de tan solo 12 habitaciones en las que se mima hasta el último de los detalles. Jugando con elementos originales y adaptándolos a las tendencias de interiorismo y tecnologías del siglo XXI, el ‘Cavalta Hotel Boutique’ nos abre sus puertas para que descubramos todas y cada una de las razones por las que merece la pena disfrutar en su interior.
“Mucha gente nos pregunta por el nombre del hotel y es muy sencillo: se llama así porque antes Triana estaba dividida en dos cavas a partir del río, la Cava Alta y la Cava Baja. Y justo aquí, en este punto, es donde empezaba la segunda”. Quien nos habla es Pablo Alcantarilla, el joven hispalense que, tras estudiar Turismo y Dirección Hotelera en la ciudad y alimentar su experiencia en diversos hoteles de lujo de España, ocupa ahora la dirección de este coqueto alojamiento boutique en su propia tierra. Un espacio que, hasta hace tres años, cuando se iniciaron las obras para convertirlo en hotel, albergaba una cafetería, un bar y un conjunto de apartamentos turísticos. Sin embargo, Guillermo Colchero y Bárbara Gómez, propietarios del edificio, decidieron apostar por regalarle una nueva vida iniciando un proyecto con el que llevaban soñando mucho, mucho tiempo.
Nos encontramos en la recepción del hotel, que comparte espacio con el restaurante del mismo. Pablo nos indica el camino hasta el ascensor para subir hasta la segunda planta, donde continúa contándonos curiosidades y detalles del hotel. Por ejemplo, que cada uno de los niveles acoge seis habitaciones repartidas por pasillos que brillan por su estética elegante y sencilla: el azul domina las paredes, las maderas nobles han conquistado el suelo y, junto a las puertas que dan paso a los espacios más íntimos del hotel, unas estilosas placas doradas anuncian el número de la habitación.
“Hemos contado con dos arquitectos para las obras de restauración del edificio, que se han demorado más de dos años”, nos desvela. “El diseño de la infraestructura ha sido de Andrés Cabeza, que es de Sevilla, y el diseño de interiores ha sido obra de Estudio Chico Muñoz, ubicado en Málaga. En todo este tiempo se ha trabajado tanto en la conservación de la fachada como en la redistribución de los espacios”, nos cuenta el joven. Unos años en los que ha habido que llegar a un consenso para lograr mantener la esencia del edificio dotándolo, por otro lado, de las máximas comodidades.
Nos adentramos en una de las habitaciones y enseguida nos llama la atención el silencio, la calma. El ruido que podría esperarse del tráfico que se mueve por los alrededores del hotel, la mayor parte son calles adoquinadas, brilla por su ausencia. “Era importante la insonorización, se ha apostado por el mejor climalit que hay en el mercado”. La tranquilidad, además, nos llega desde los colores neutros que decoran el espacio, combinados entre sí con acierto, ya sea en paredes o en mobiliario.
También en la parte textil de la habitación, donde se ha apostado por la calidad en todos y cada uno de los elementos: toallas y albornoces de 600 gramos, sábanas de 500 hilos, cortinas opacas para contrarrestar la luminosidad que impera por tierras sureñas... “Nos encontramos en la Design Corner Room, una de las cinco categorías en las que están clasificadas las habitaciones”. ¿El resto? Se reparten entre la Deluxe, la Superior con balcón, la Superior con ventana y la Excecutive Room.
“El baño está integrado en casi todas las habitaciones”, nos comenta Pablo, que añade que, además, están elaborados con piedra de Cosentino. Los amenities -completamos nosotros- son de Aqua di Parma. “Las paredes decidieron acabarse en estuco y el resultado ha sido muy acertado. Otra de las cosas que llama mucho la atención en las habitaciones son los cabeceros, muy característicos, ya que hacen referencia a los azulejos de Triana. El estampado es el mismo en todas, pero no son exactamente iguales”, nos cuenta.
Sin embargo, las sorpresas no acaban allí donde lo hacen las habitaciones: aún queda mucho por descubrir en esta nueva joya del hospitality hispalense. Lo comprobamos en cuanto alcanzamos la azotea del ‘Cavalta Hotel Boutique’. Allí, arropado por otros edificios emblemáticos de la popular calle San Jacinto y al amparo de ese cielo azul de Andalucía que tan bien y tanto brilla en el cielo, nos topamos con una terraza de las que auguran tardes y noches en el mejor de los ambientes.
“Todo el suelo es también Cosentino, incluso el de la piscina. Es del mismo material y se integra hasta dentro de ella”, nos comenta Pablo, presentándonos el que es, no hay duda, uno de los grandes atractivos del hotel. Junto a este oasis acuático, un conjunto de hamacas, así como de mesas y sillas desde las que disfrutar del buen clima sevillano, ya sea tostando la piel al sol o disfrutando de un aperitivo, pues en breve se inaugurará un bar también en la azotea. “El mobiliario de la terraza, así como el de las habitaciones, ha sido escogido de catálogos de firmas como Andreu World o Pedrali”, nos desvela. Aún por acabar de construir, una habitación junto a estos espacios comunes se convertirá en un reservado con capacidad para 15 personas en el que poder disfrutar, en la mejor compañía, de momentos únicos en el cielo de Triana.
Si algo tuvieron claro desde la propiedad del hotel, fue que Cavalta se convertiría, no solo en un referente hotelero en la ciudad, sino que también tendría su espacio para la alta gastronomía, que abarcaría todas ya cada una de las comidas que se pueden ofrecer a los huéspedes: desde suculentos desayunos a la carta en los que no faltarían viandas elaboradas al momento, a almuerzos y cenas que supusieran experiencias para recordar.
Para ocuparse de este menester tampoco titubearon: el chef José Luis Pastrana sería el talento ideal para ponerse tras los fogones del restaurante ‘Balbuena’ y Huertas’, que ocupa la planta baja del hotel y que, en unos meses, ya se ha hecho un nombre en la ciudad.
Originario del pueblo hispalense de Brenes, vemos al joven sevillano desenvolverse en cocina con la soltura propia de quien lleva muchos años en la profesión. “Un día me levanté y lo tuve claro. Me dije: quiero hacer cocina. No me viene de vocación de nadie, en mi familia nadie se dedica a esto, aunque es verdad que mi madre hace muy buenos bizcochos y mi abuela muy buenos guisos”, bromea Pastrana. “La cuestión es que, cuando estaba estudiando, me di cuenta de que me apasionaba. De hecho, siempre estaba el primero en la clase intentando aprender más, saber, mirar, estudiar, ver lo que hacía uno, lo que hacía otro...”, añade.
Fueron precisamente sus ganas por probar cosas nuevas lo que le llevaron a trabajar codo con codo con cocineros de la talla de Manuel de la Osa, en Cuenca, o a liderar la cocina de proyectos como el ‘Hotel Finca la Estacada’. De vuelta a Sevilla, pasó por el Grupo La Raza o el restaurante ‘El Duende’, en Torre Sevilla, hasta aterrizar en el proyecto de ‘Balbuena y Huertas’ desde su origen. “Este es mi proyecto de ahora y tengo total confianza en él. Me han dejado carta libre con todo: he hecho la elección de la vajilla, el diseño de los menús, he desarrollado el concepto, el diseño de la cocina...”, nos desvela.
Y en el plato, ¿qué? Pastrana ha apostado por unir historia, arquitectura y gastronomía ofreciendo una cocina regionalista representada hasta en cuatro menús degustación diferentes, con los que descubrir el barrio con más encanto de Sevilla, y por ende, la ciudad. El primero de ellos, Triana, consta de siete pases: “Pretendemos recuperar recetas del barrio. ¿Qué se come aquí? Pues los montaítos de pringá, las gambas con alioli, los boquerones en vinagre de la plaza de Peñaflor... Nunca vamos a hacer lo mismo, pero hacemos pequeños guiños”, afirma. Así es como ha dado forma a propuestas como el tartar de boquerones en adobo, salmorejo de remolacha y helado de vinagre, una de sus propuestas estrella.
El segundo de los menús, Pureza, que alude a una de las calles más típicas de Triana, apuesta por “el producto más puro, sin muchas florituras”: la ostra con gazpacho y salicornia o el carabinero en tempura y crema de calabaza cítrica, son algunas de las delicias que presenta. Mientras que el menú Balbuena, de diez platos, “es donde expresamos todas nuestras técnicas y nuestro arte”, sentencia Pastrana. ¿Algún ejemplo? La vieira con caviar y tupinambo o los langostinos al ajillo con manteca colorá y bollito preñao de yema de huevo.
Para rematar la oferta, un menú vegetariano y una carta de tapas con las que poder probar los sabores de ‘Balbuena y Huertas’ desde la barra del restaurante en formato pequeño y más rápido. Los cuatro menús, eso sí, ofrecen maridaje a base de los mejores vinos de la tierra, así como de una interesante carta de coctelería con vinos generosos como base. En definitiva, una experiencia sublime con la que generar un recuerdo único. “Queremos contar el sabor de las historias”, comenta el chef. Y qué mejor manera de culminar una estancia inolvidable en el corazón de Triana.
‘CAVALTA HOTEL BOUTIQUE’ - San Jacinto, 89. Sevilla. Tel. 955 44 20 10.