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"El hombre que no puede descubrir nuevos océanos, al menos que tenga el coraje de perder de vista la costa". Así definía André Gide, Premio Nobel de Literatura, la importancia de viajar. Para el escritor francés, hacer las maletas y abrirse al mundo significaba mucho más que ver cosas. Era una ocasión de hacer un cambio profundo. Gide no contaba con que, para algunos, la salida del puerto siempre va acompañada por el temporal y si no, que se lo pregunten a David Rivera. "Los discapacitados siempre pagan más caras las oportunidades de disfrutar", afirma en un sentido tanto metáforico como literal. "Durante años, la única solución para asegurarte de que no tendrías complicaciones era irte a hoteles de 4 y 5 estrellas", relata.
Rivera dirige la Fundación SOI desde hace seis años. Esta organización facilita a las personas con discapacidad intelectual o parálisis cerebral participar en actividades de ocio inclusivo. "Todos los veranos contratamos una agencia de viajes para irnos a disfrutar, pero pronto nos dimos cuenta de que los establecimientos que se adaptan a lo que necesitamos son muy pocos y tenemos que reservarlos cada vez antes, porque se llenan", explica. De ahí surgió la idea de crear una red de hoteles con accesibilidad cognitiva y de turismo solidario. "Es un proyecto pionero que permitirá la interacción social entre personas con discapacidad intelectual y también favorecerá la llegada de más turistas a Cartagena", indica ilusionado.
Esta iniciativa logrará mejorar la accesibilidad de los hoteles para personas con discapacidad intelectual. Para conseguirlo, cuentan con la complicidad de siete alojamientos de la ciudad -Hotel Manolo, NH Cartagena, NH Campo de Cartagena, Los Habaneros, Carlos III, Alfonso XIII y Cartagonova-, que se han comprometido a proporcionar un trato más cercano y recuperar la continuidad de los espacios para que todos sus huéspedes puedan moverse con autonomía. En paralelo, SOI Cartagena trabajará con el personal de estos establecimientos. "Uno de los déficits que tiene este sector es la rotación del personal. Eso hace que no siempre se cuide su formación como sería deseable y, para nosotros, es fundamental que desarrollen una mentalidad que les haga ponerse en la piel de los usuarios", especifica.
Como ellos, hay millones de personas con algún tipo de limitación física que quieren (y tienen derecho) a viajar sin impedimentos. Es el caso de Miguel Nonay. Tuvo poliomelitis a los ocho meses, pero eso no le ha impedido recorrer las dunas del desierto del Sáhara montado en dromedario, conocer las cataratas del Iguazú, bucear con peces tropicales o ver tierra desde las alturas. "No hay nada en el mundo que me haga sentir más libre que conocer otras culturas, a otra gente", asegura mientras repasa este envidiable palmarés que comparte con una fiel compañera: su silla de ruedas. Juntos han demostrado que los límites solo existen en la mente y, de paso, han hecho la 'prueba del algodón' a la accesibilidad de los hoteles de medio mundo. A España, le da un notable (alto).
"Podemos presumir de tener un nivel equivalente al del centro y norte de Europa en cuanto a la superación de barreras físicas", comenta y para demostrar que no va de farol, ejemplifica: "Una pequeña provincia como Teruel tiene al menos media docena de hoteles perfectamente adaptados, mientras que en Flandes (Bélgica) tuve dificultades para encontrar donde alojarme". Sin embargo, todavía queda mucho por mejorar. "En Portugal ya un 20% de los alojamientos son accesibles, frente al 15% en nuestro país", puntualiza. La razón de este desfase tiene algo que ver con aquello de 'Cría fama y échate a dormir'. "Durante años el turismo de sol y playa era el corazón de la estrategia hotelera, pero la crisis destapó muchas carencias", apunta.
A menudo, quienes vamos a pie, no nos damos cuenta de que, como en todo, el tamaño importa. "Lo más básico que le pido a una habitación adaptada es que cuente con espacio suficiente para poder meterte en la cama", simplifica. "Eso y que me garantice que voy a poder darme una buena ducha al acabar el día". Estos requisitos, que podrían parecer evidentes, no lo son tanto. "Me he encontrado con cuartos de baño dotados con una ducha a pie de suelo, una silla plegable integrada y amplitud suficiente, pero la alcachofa estaba a dos metros del asiento", dice entre risas. Estas experiencias lo animaron a asesorar a la industria hotelera para hacer desaparecer esos inconvenientes que los demás no ven. "Cualquiera que abra un alojamiento debería ser un buen anfitrión y, desde luego, no ponerte en la piel de quien viene a visitarte no parece la mejor carta de presentación", advierte. "Tampoco necesitamos que nos tengan entre algodones. Cuando estamos a gusto en un sitio, solemos repetir".
El 15% de la población mundial (alrededor de 1.300 millones de personas) padece algún tipo de discapacidad, según los datos de la Organización Mundial del Turismo. Este segmento, además, va en aumento a medida que se incrementa la esperanza de vida. Se estima que en 2050, por ejemplo, un 21,5% de la población mundial será mayor de 60 años y habrá desarrollado unas necesidades especiales que condicionarán también su capacidad para desplazarse y disfrutar de paquetes turísticos.
Beatriz Rubio, responsable de accesibilidad de Ilunion sabe bien a qué se refiere. "Todos debemos abrir la mente", resuelve. Por eso, toda la plantilla de la cadena de hoteles que tiene esta organización conoce la técnica guía. "Les hacemos entender que tienen que llevar incorporadas esas destrezas; ocupen el cargo que ocupen. Los camareros, por ejemplo, deben describir el contenido del plato cuando sirven a un comensal invidente, mientras que en recepción tienen que estar preparados para imprimir un plano a un huésped sordo en lugar de explicarle el recorrido de viva voz y una camarera de piso sabrá que la manta debe colocarse en la parte inferior del armario para que esté al alcance de alguien que va en silla de ruedas", explica. Con todo y con eso, Ilunion no se considera una industria destinada a cubrir las necesidades de personas discapacitadas. "No creemos en el turismo exclusivo. Trabajamos porque la integración sea una realidad", zanja.
El turismo accesible beneficia tanto a aquellos que tienen limitaciones físicas o psíquicas como a las empresas. "En el fondo, somos un mercado sencillo", asegura David Rivera. "Llevamos nuestro propio personal y casi no damos tarea extra. Además, representamos un nicho importante para la desestacionalización de la actividad del sector", añade.
Según un los datos de la Comisión Europea, la contribución directa, indirecta e inducida del turismo accesible se cifra en 786.000 millones de euros. Y podría ser mucho más elevada, ya que el 86% de personas con discapacidad asegura que viajaría más si se eliminaran las barreras de accesibilidad existentes.