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Comenzamos en Barcelona, donde tendremos que visitar Monvínic. Este espacio, abierto hace siete años por Sergi Ferrer-Salat, cuenta con una oferta de vinos de todo el mundo incluidos en su carta digital -que se actualiza al momento cuando se acaban las existencias-. Además de prestar una atención especial tanto a la temperatura como al transporte, el equipo de cocina, con Guillem Oliva y Hector Barbero al frente, preparan platos para compartir y dos tipos de menú degustación.
También en la Ciudad Condal encontramos Quimet i Quimet, donde tras la barra oficia la cuarta generación de hosteleros. Habrá que probar su selección de cavas y vinos catalanes y, para los que prefieran cerveza, en la casa tienen una que elaboran ellos artesanalmente en Bélgica. De comer, gran variedad de pinchos, ahumados y encurtidos.
En pleno barrio de La Latina, en Madrid, Casa Lucas ofrece vinos blancos y tintos de diferentes Denominaciones de Origen españolas para degustar con platos en tamaño ración aptos para compartir: albóndigas, ensaladas y calamares con beicon y mousse de tinta de calamar es solo una pequeña parte de su carta.
En Entrevinos, los vinos para tomar por copas cambian semanalmente. De todas maneras, si queremos algo más especial, podemos encontrar más de 300 referencias entre nacionales e internacionales (de Francia, Alemania, Italia y Sudáfrica) y algunas botellas especiales, desde un moscatel espumoso hasta un Sauternes Château Climens 1er Grand Cru.
Lavinia, ya bien conocida por castizos y foráneos, acaba de inaugurar carta de la mano de Fernando del Cerro. Embutidos, tablas de quesos, estofados y guisos para acompañar con los vinos seleccionados por las sumilleres Belén Salvador y Pilar Cavero.
Café di vino, también en Madrid, es el local ideal para los poco expertos en el arte de la viticultura. Su dueño sabe qué preguntas hacer al cliente para conseguir la botella deseada, tanto para llevar a casa como para tomar en sus amplias mesas de madera. Además, organizan catas y encuentros, y diversifican su oferta presentando cafés ecológicos y de comercio justo provenientes de pequeñas plantaciones de todo el mundo.
Más del estilo de las tabernas de antaño, en Córdoba y Málaga no podemos olvidar dos clásicos. En la ciudad de La Mezquita, los vinos se sirven directamente desde las barricas de Taberna Guzmán, con finos, vinos de Montilla-Moriles y alguna que otra tapa para saciar el hambre. Ya en el hogar de Picasso la Antigua Casa de Guardia lleva sin echar el cierre desde 1840, en un local amplio al que se accede desde tres calles diferentes. Es el lugar idóneo para probar los vinos malagueños, dulces y secos, Pedro Ximénez y Moscatel acompañados de banderillas, alguna que otra conserva y marisco cocido.
El mundo de los vinos no se escapa tampoco de la moda de la cocina callejera. En MadrEAT, el festival gastronómico de foodtrucks que acoge mensualmente la capital española, el camión The Fliying Cow consigue que en la calle, también, se beba vino.