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Ya ha arrancado la zafra de la caña de azúcar en la isla de La Palma. Cada día, más de 8.000 kilos de caña recogida por cosecheros de la isla entran en el trapiche de la 'Destilería Aldea’, situada a escasos 100 metros de las piscinas naturales del Charco Azul. Hasta el mes de junio, las máquinas no pararán hasta moler y estrujar entre 200 y 250 toneladas de este preciado cultivo de la isla que dará lugar a más de 25.000 litros de un aguardiente único.
José Manuel recibe a un grupo de turistas que emprenden la visita a la destilería. Él es la cuarta generación de la familia Quevedo. Su bisabuelo Manuel Quevedo Alemán, fue quién puso en marcha en 1936 la primera fábrica de ‘Ron Aldea’ en Gran Canaria, en el pueblo Aldea de San Nicolás de Tolentino, del que toma su nombre.
“Mi abuelo Carmelo y mi padre José Manuel continuaron con el negocio familiar hasta que en los años 50 se mudaron a la Isla Bonita. Al tiempo que Gran Canaria sufría el declive de la caña de azúcar, La Palma vivía su auge, sobre todo en las zonas de San Andrés y Los Sauces. Todo lo que véis ahora con plataneras era antes caña de azúcar”, desvela el palmero, que lleva el negocio familiar con su hermana María Jesús.
“Con 16 años, mi bisabuelo viajó a Cuba y Puerto Rico para aprender los secretos de la destilación. Cuando regresó a Canarias y comenzó a elaborar ron, apostó por la destilación directa del jugo de caña, evitando el uso de melazas y así obtener los matices más auténticos de la caña de azúcar. Y eso es lo que hacemos a día de hoy”, explica José Manuel, fiel a una tradición familiar y artesanal que siempre ha priorizado la calidad sobre la cantidad.
De esta manera, el ron ‘Aldea’ se obtiene del jugo o guarapo que se extrae de la primera prensa de la caña, un líquido con un rico aroma y sabor vegetal. Tras pasar por un proceso de trasiego donde separan el jugo del bagazo -un residuo orgánico-, verifican el grado de sacarosa e hidratan para unificar todo el jugo a 15 grados brix. De ahí va directo a unos tanques de acero inoxidable de entre 5.000 y 8.000 litros donde reposan alrededor de 30 horas.
Es aquí donde comienza una fermentación controlada donde los azúcares se transforman lentamente en alcohol. “Añadimos un pequeño porcentaje de levadura para arrancar el proceso. Nos interesa que la fermentación sea rápida para mantener así los aromas más primarios del cultivo, su esencia más pura”, argumenta José Manuel desde la pasarela que da acceso a la parte superior de estos gigantescos depósitos. El olor de la sala es embriagador, pero nada molesto.
Este año estrenan nuevo alambique. Mide seis metros y medio y está fabricado en cobre. José Manuel sonríe feliz, como niño con zapatos nuevos. “Una vez tenemos el vino de caña con una graduación alcohólica de unos siete u otro grados, pasa a una destilación continua donde, con una temperatura controlada, logramos desprender ese vapor de alcohol del vino, y a través de un condensador, transformarlo en líquido”, detalla.
Hasta el año pasado utilizaban un antiguo alambique Egrott del siglo XIX traído directamente de la primera destilería de Gran Canaria Se ve en su ubicación original en las fotos en blanco y negro que exhiben en la tienda, donde también aparecen el padre y bisabuelo de José Manuel. Ahora guardan esta joya familiar con cariño "y por romanticismo", aunque prevén seguir utilizándolo para ediciones más especiales, como una producción con caña de azúcar ecológica que tienen en una hectárea de cultivo en la zona de Barlovento.
“Con este nuevo alambique vamos a poder producir mucho más rápido que antes”, celebra el maestro ronero. “El antiguo tiene capacidad para 120 litros de caudal de vino a la hora, con una producción de 12-14 litros/hora. El nuevo alcanza los 1.000 litros de caudal, y una producción de 120 litros/hora”, justifica el canario, que mandó fabricar en Brasil el nuevo alambique con el mismo sistema de destilación en continuo que el antiguo, sólo que el de su bisabuelo se calentaba con un horno de leña, y el nuevo utiliza una caldera de vapor.
Ya en la sala de barricas, José Manuel guarda sus grandes joyas. Entre las 350 barricas de roble de segundo uso, maduran rones como el Maestro, envejecido durante 10 años en barricas de roble americano "con notas de vainilla, coco y café"; o el Familia, un ron de 15 años reposado en barricas de roble francés "con notas más especiadas". “Son rones premium con producción limitada que van desde las 9.000 botellas (Maestro) a las 7.500 (Familia) por añada”, detalla.
Luego está el ron Tradición, una serie numerada de menos de 2.000 botellas por año, que reposa en roble americano 20 años y termina en barricas de vino tinto; o el Triple Vintage, un blending procedente de la última barrica de Tradición, Maestro y Familia de cada añada. Todos se exponen en la tienda de la destilería con atractivos packagings que llaman la atención a los turistas que, tras la visita, realizan la degustación de rones mientras los niños mordisquean la caña de azúcar.
José Manuel destaca dos productos más: XO, un ron de aniversario que llevan produciendo desde el verano de 2019; y el Single Cash Don José. El primero es toda una sorpresa. Surge del experimento del palmero de ir combinando tres barricas donde antes había habido distintos vinos: Armagnac, Malvasía, Albillo Criollo, Sherry, Oporto y Whisky. “Cambio la mezcla cada año eligiendo tres de estas barricas y afinando en ellas el ron. Las nuevas botellas -no más de 400- tendrán notas de malvasía, albillo criollo y armagnac”, anuncia.
En cuanto al Single Cash, es un ron de autor que acaba de salir al mercado. De un brillante color cobrizo, José Manuel lo hizo en memoria de su padre, fallecido en 2020. “Sólo hay 257 botellas, todas firmadas por el maestro ronero -que soy yo-, procedentes de una de las barricas más antiguas de la destilería”, concluye este palmero con la botella número 14 bien sujeta entre sus manos. Un bonito homenaje convertido en una joya para amantes del ron.
'DESTILERIAS ALDEA'. Camino el Melonar, 19. Charco Azul Isla de La Palma. Tel. 34 922450568