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El río Tajo baña las tierras de secano al sureste de la Comunidad de Madrid, dentro de la llamada Comarca de las Vegas. Junto a él, el Jarama y el Tajuña nutren dicha tierra, acostumbrada a los caprichos gastronómicos de los nobles desde Carlos I y Felipe II. Hoy, unas cuantas lluvias después –más o menos generosas en función del año– el Real Sitio de Aranjuez sigue recibiendo a todos aquellos futuros esposos con ese sabor a tempranillo, a merlot, a cabernet, a petit verdot y a syrah. Surcada por olivares y viñedos –los mejores de la bodega–, en una entrada digna de corte real, espera 'El Regajal', una bodega cuya terraza domina el Real Entorno de Aranjuez.
"Los novios que se casan aquí tienen todo el día la finca en exclusiva. Se pacta previamente qué estancias de la finca-bodega prefieren para cada momento: el emparrado, los jardines, los patios, el pabellón o el cenador. De esta manera, el día de la boda vamos guiando a los invitados de una zona a otra, logrando que cada parte de la boda se desarrolle en un lugar diferente", detalla Cartu Calderón de Aguinaga, personal wedding de 'El Regajal'. Si ella se casara aquí, lo tiene claro: "Sin duda, el cóctel en la zona de barricas, la comida en el salón y la barra libre en la jaima entre viñedos".
Pero para el momento de la ceremonia hay un denominador común dentro de las preferencias de los novios: "Es el Jardín de la Fuente de las Ranas, uno de los espacios favoritos de las parejas para darse el 'sí, quiero'. El altar se coloca detrás y, alrededor, los invitados. También hay otras dos opciones para la ceremonia civil, que son el cenador y el Jardín de las Lavandas".
Además de los diversos espacios, la finca cuenta con su propio catering, servicio de decoración y floristería. A esto se suma la labor de Flamintgo. "Es un servicio conjunto a lo que ofrecemos nosotros, todo lo que va de 'El Regajal' para afuera viene de ellos", explica Daniel García-Pita, propietario de la bodega junto con su padre y su hermana Isabel. "Nosotros damos a los novios una propuesta gastronómica concreta en función de sus gustos, pero nos adaptamos a lo que los novios quieren. Hemos llegado a tener desde corners navarros a mexicanos".
Mariposas para envolver a los novios
Casarse en 'El Regajal' es como recorrer pequeños universos naturales que abren su microcosmos a los futuros esposos. Para el momento del banquete tienen su salón acristalado, con capacidad para unas 300 personas. Si la celebración es al aire libre, los patios permiten disfrutar de la finca y tener una vista de pájaro de Madrid capital, bajo la luz de las guirnaldas, en modo plaza de pueblo. Esta finca-bodega-reserva natural de mariposas cuenta también con sus propias suites dentro de la experiencia. "Tenemos seis suites dobles. Los novios que eligen esto pasan el fin de semana en la finca, por lo que al día siguiente pueden desayunar en familia, disfrutando de nuestras zonas exteriores o bien del porche acristalado. Incluso el domingo después de la boda les ofrecemos la opción de brunch o almuerzo en El Regajal".
Nueve años como espacio de bodas han pasado a ser, en este nuevo contexto, casi un folio en blanco. "Nos adaptamos para que las bodas sigan siendo eventos familiares entrañables y divertidos. En ocasiones no se ha permitido el baile, pero desde luego no ha faltado ni el dj ni los grupos en vivo". Pero la arpillera, las flores colgantes, los cestos con leña y la vajilla de colores están esperando siempre. Como sus cepas, de las que nace uno de los vinos más representativos de la Comunidad de Madrid, El Regajal Selección Especial. "Ahora todavía estamos distribuyendo la añada de El Regajal 2019. Después de su envejecimiento en barrica de roble francés. Ideal para el momento del banquete, es un coupage de tempranillo, cabernet sauvignon, merlot, syrah y petit verdot".
Para el momento del aperitivo, 'El Regajal' guarda Las Retamas, el considerado vino junior, entendiendo como tal un vino más fresco, con un poco menos de barrica –entre nueve y once meses, frente a los 12 de El Regajal–. "Surgió en 2009 para dar a conocer nuestro trabajo a un mayor número de personas. Es un vino más espontáneo y fácil de entender". Todos encajan para celebración de bodas, tanto de novios madrileños como de toda la geografía española… o de fuera. "Hemos llegado a tener gente incluso de Dubai. Al estar en la Comunidad de Madrid, tenemos novios de fuera de España que aprovechan una semana para conocer Madrid y terminan casándose en nuestros viñedos".
Parejas apasionadas del vino y el campo… o añadiendo el arte como otro de los componentes fundamentales. Es el caso de 'Otazu', en Navarra, una bodega protegida por la sierra de Sarbil y la del Perdón, con el Peñón de Etxauri como guardián del entorno. "Nuestra bodega refleja pasión y amor por la tierra, por la historia, el arte y el vino". Estas palabras son de Javier Górriz, responsable de eventos y una de las alma mater de 'Pago de Otazu', un señorío que forma parte de la historia viva de Navarra desde la Baja Edad Media, y también de la crónica nupcial contemporánea.
"En 2014 varias bodas de nuestro entorno cercano dieron el pistoletazo de salida a esta parte de Otazu". Aquí las bodas llevan el sello Bb Otazu, una rama de esta bodega eterna, cuya parte nupcial gestiona Paz Doria. "Podríamos decir que soy el nexo de unión entre los novios y 'Otazu', pero cuento con el apoyo de todo el equipo de restauración junto a Javier".
En este inicio del fin de la pandemia 'Otazu' ha reactivado las bodas. "En mayo iniciamos la temporada cumpliendo con las restricciones de aforo y ya seguiremos con alguna más en verano. Nuestra instalación está preparada para bodas de 250 comensales, pero adaptándonos a cada situación, los novios depositan toda su confianza en nosotros". Será esa conexión entre viñas y artistas la que ha llevado a 'Otazu' a idear conceptos como la boda-cóctel para parejas que deciden casarse un viernes o en festivo. "Funcionan muy bien cuando las bodas no superan los 100-130 comensales".
Ceremonias entre piedra, viñas y vanguardia
Hay algo de eterno en 'Otazu', en cada uno de sus espacios con personalidad propia, en este universo de piedra, vanguardia y cepas que el equipo de Paz y Javier adaptan a los deseos de las parejas. "Siempre decimos que ninguna boda tiene que ser igual, porque ninguna pareja es igual. Al final se trata de diversión y personalización". Por eso, el sí, quiero en este Pago de la Navarra Media puede tener como escenario la Iglesia de San Esteban, alcanzando una inmersión religiosa en el románico del siglo XII. También en su exterior, con las puertas abiertas de la ermita.
Luego están las opciones civiles, con notas a los diferentes vinos de alta gama de 'Otazu'. "Ofrecemos la opción de ceremonia civil al aire libre en uno de los caminos entre nuestros viñedos, ideal en la época de vendimia, o, si lo prefieren en interior, en la Sala de Barricas, junto a nuestra Catedral del Vino, la sala de cromosaturación más grande del mundo, con una gama de pantones específica creada ad hoc para la iluminación de la bodega. En cualquier caso, cada boda es única y exclusiva ese día en Otazu".
El complejo lo conforman 400 hectáreas, de las que 110 están dedicadas al viñedo D.O. Navarra y D.O. Pago Otazu conviviendo en paralelo. Jorge Cárdenas es gerente y miembro de la familia Penso, de origen hispanovenezolano, que se instaló en Otazu, coto adscrito a la localidad de Etxauri, en 1989. Como la piedra de la bodega antigua, Jorge forma parte del mismo oxígeno que respiran sus cepas. Su pasión por el vino y por la tierra que da a luz a los vinos de 'Otazu', es palpable en las visitas guiadas que organiza a lo largo de bodega, señorío y museo. "Desde el principio quisimos contar con la asesoría de Michael Rolland, a quien dijimos ¿se puede o no se puede hacer aquí el mejor vino del mundo? Así que aplicamos sus consejos a lo largo del tiempo".
Vinos muy nupciales
Dos bodegas, la antigua –de 1840– y la nueva, subterránea –construida en 1998–, a la que miran los novios que apuestan por el almuerzo con vistas a la litúrgica sala de barricas. Para las bodas funciona muy bien nuestra gama de rosados, tanto el Otazu Rosé Tempranillo como el Otazu Rosado Merlot. "Diríamos que son nuestros vinos nupciales", cuenta Javier. Luego están los vinos de gamas superiores. En blanco, su Pago de Otazu, un chardonnay con crianza sobre lías durante ocho meses, fermentado en barrica de roble francés Allier. Y en tinto, a partir de un coupage de merlot, cabernet sauvignon y tempranillo.
"En la prueba de menú los novios catan tanto estos Vinos de Pago como nuestros vinos jóvenes, el blanco y los rosados. Estos primeros –tanto el chardonnay como el rosado y el rosé– van perfectos para el aperitivo, al igual que nuestro Premiuum Cuvée, y luego, para la carne, muchos novios eligen nuestros Vinos de Pago, especialmente el tinto". Su Altar y su Vitral –monovarietales ambos de cabernet sauvignon–, los vinos de mayor gama de la bodega, son quizá para momentos más sosegados.
Como guinda de su propio pastel de bodas, 'Señorío de Otazu' cuenta con habitaciones dentro de la bodega. "Son perfectas para cuando el novio quiere cambiarse de camisa o en ese momento previo a la ceremonia en el que la novia y la madre están hablando. Aquí les ofrecemos una copa de vino y un poco de jamón". Precisamente la parte gastronómica de la bodega lleva la firma de Koldo Rodero ('Rodero', 2 Soles Guía Repsol) asesor gastronómico de Otazu. "Yo empecé en cocina con él –cuenta Javier– es un gran referente en la gastronomía y la verdad es que nos encanta su forma de ver el sector. Con él podemos crear ese menú que satisfaga a todos, desde el cóctel hasta el postre. Al final el único no que decimos en 'Otazu' es que no amanezca", cierra Javier.
Del clima atlántico, de las uvas cabernet sauvignon, merlot y tempranillo protagonistas del viñedo en 'Otazu', a la mazuelo y garnacha de Marqués de Vargas, a las afueras de Logroño. Este marquesado, donde también hay tempranillo, cuyas raíces se remontan a 1840, habla de una familia que siempre quiso tener su propio vino. Un sueño que hizo realidad Pelayo de la Mata, XI Marqués de Vargas, junto a sus hermanos. Era 1989, año en el que erigieron en la Hacienda Pradolagar la bodega que no pudo ver su padre Hilario. "Aquí los vinos más demandados cuando celebramos bodas son Pazo de San Mauro (D.O. Rías Baixas) para el cóctel y entrantes, y Marqués de Vargas Reserva (D.O.Ca. Rioja) como el gran protagonista para el banquete", cuenta Jordi Viñals, director general de Bodegas y Viñedos del Marqués de Vargas.
Para ver la fotografía con perspectiva hay que entender Bodegas y Viñedos del Marqués de Vargas como una de las tres bodegas que forma parte de tres denominaciones de origen legendarias donde está presente la bodega: D.O. Ca. Rioja, D.O. Ribera y D.O. Rías Baixas, zonas donde producen vinos exclusivos procedentes de los propios viñedos familiares. O lo que es lo mismo, el Ebro, el Duero y el Miño como la fuente que sacia a las tres tierras donde vendimia este marquesado.
Volviendo a La Rioja, el zoom de la cámara enfoca a una bodega-palacete dentro del propio viñedo, con guiños a esos chateaux franceses situados un poco más al norte. Clima continental y suelos arcillosos-calcáreos que dan unos tintos equilibrados, con mucha estructura. "Los novios se guían por la gastronomía y el vino, por nuestro espacio natural al aire libre y los arreglos florales que en el conjunto de nuestros jardines proporcionan un espacio único".
Adaptabilidad en todos los rincones
Marqués de Vargas es una de las bodegas de Rioja más grandes y adaptables para el momento de la boda. "La carpa transparente y modulable, en el corazón de la finca, permite acoger desde la boda más íntima hasta una celebración con capacidad de hasta 300-350 personas y, además, la podemos abrir en todo su perímetro. En La Rioja ya no hay límite de comensales por mesa".
A eso se suma que la celebración en esta bodega es siempre al aire libre, aunque, como en el resto de lugares, el atuendo de los invitados todavía incluya la pertinente mascarilla. "Nuestra finca ofrece una majestuosa bienvenida al estilo toscano, con filas de cipreses que llevan a los novios e invitados hasta el jardín del palacete, donde celebrar su boda civil, circundados por un paisaje lleno de viñedo".
El círculo se cierra con dos habitaciones, una para el novio y otra para la novia, para que puedan prepararse en la intimidad y tener espacios separados para sus reportajes de fotos. "Además, por parte de la bodega, obsequiamos a los novios con una habitación especial para su noche de bodas. El resto del palacete está disponible para que la familia y allegados más cercanos se puedan alojar".
Una bodega que lleva desde 2017 esparciendo felicidad, a pesar de que ahora el cóctel, antes de pie y con abrazos, sea sentado y con la nueva cercanía de los tiempos que corren. A pesar de que todavía no haya baile en rincones acostumbrados a sonar y a dejar fluir la emoción. Pero la idea es reconectar, comenzar de nuevo, volver a ponerle escenario a todos los síes, a cada nueva aventura que hable de brindar en familia y amigos.