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La contrariedad que le causaba al padre de nuestra protagonista, Clara Belmonte (Michelle Jenner), el empeño de su hija de invertir tanto tiempo entre los pucheros no impedía que gozara con sus preparados, como esta olla podrida, que responde a la tradición que a lo largo de los siglos ha permitido ver este plato incrustado con tenacidad en la culinaria española, como se puede comprobar en otra de las entradas aparecidas en Guía Repsol.
Cuando el comportamiento deleznable de la jefa de cocina deja a Clara como dueña y señora de los fogones del palacio, ésta prepara una serie de platos para la comida y la cena que dejan sorprendido a Diego, el duque de Castamar. La receta que el autor da de la sopa es un tanto vaga y confusa, lo que me ha permitido ciertas licencias. Es tan sencilla como asombrosa por su exquisitez, que depende de la calidad del consomé de ave, fundamental. Se le ha añadido el pan con mantequilla y queso para respetar los aromas que el duque reconoce en el plato.
Este plato de pechuga de ánade servido en la cena dejó al duque y a sus invitados estupefactos por los aromas a clavo y canela. En la receta de Clara los membrillos componen la salsa, pero aquí la carne de membrillo ha sido convertida también en adobo con vinagre, que es muy bueno para las carnes grasas, como los maigrets de pato.
A los postres en la mesa del duque y sus invitados Clara, desde la cocina, ofreció unos cálices de natillas elaboradas con leche de cabra y otras con leche de almendras; el que esto lea puede hacerlas de cualquiera de las dos formas, o de las dos, al gusto o porque haya en la mesa alguna persona intolerante con la lactosa. He pensado que, puestos a novelar, prefiero servir las natillas en jícaras, pues los recipientes eran, según el autor, de un servicio de loza milanesa.